El delantero del Inter que emuló a Benedetto y se burló de Montiel cuando le convirtió a River

Nicolás López abrió el marcador ante el "Millonario" en el encuentro de la Copa Libertadores disputado en Porto Alegre. El uruguayo se disfrazó del ídolo xeneize para cargar al defensor de la Banda. Las imágenes

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La comparación de los gestos
La comparación de los gestos de los delanteros contra Gonzalo Montiel

Ocurrió en la Copa Libertadores. No fue en la final y tampoco en el Santiago Bernabéu. Pero el gesto fue el mismo. En el partido válido por la tercera fecha del Grupo A, el Inter de Brasil recibió a River con la misión de mantenerse en la cima de la zona.

No fue un clásico, pero la intensidad con la que se vivió el encuentro dejó en claro que los candidatos a la corona se sacaron chispas en Porto Alegre.

A los 18 minutos del primer tiempo, Nicolás López abrió el marcador para el dueño de casa y en su festejo emuló a Darío Benedetto con el gesto que se popularizó entre los fanáticos del Millonario por la cara que le puso el delantero a Gonzalo Montiel.

El momento exacto de la
El momento exacto de la cargada de López a Montiel luego del primer gol del Inter

El defensor, ajeno a la acción y a la conquista de su rival, observó cómo su adversario le sacaba la lengua luego de inflar la red. Una escena que se repitió en la noche brasileña. Sin embargo, lo que López no recordó es el desenlace de aquella final histórica que consagró al Millonario como el mejor equipo del continente en la capital española.

Si bien Lucas Pratto, Juanfer Quintero y el Pity Martínez fueron los autores de la remontada para gestar la máxima alegría de la institución de Núñez, en Porto Alegre el conjunto de Marcelo Gallardo también demostró una reacción para evitar la derrota.

Como el tanto de Edenílson parecían entregar la victoria al local, el gesto malintencionado quedó catalogado de mala suerte, dado que el ex goleador de Vélez descontó a través de un penal y Nicolás De La Cruz concretó el empate con una obra de arte de tiro libre. Una vez más, Napoleón demostró que el que ríe último ríe mejor.

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