Las portadas de los diarios lo venían anunciando. La mayoría de los argentinos no sabía de qué se trataba, pero suponía que nada venturoso podría haber por delante, cuando leía "Crisis en las Georgias", "Tensión con Gran Bretaña" o "Refuerzan aprestos militares en el sur".
Esa mayoría despertó el viernes 2 de abril de 1982 y al genuino sentimiento patriótico por el desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas, le sumó una mueca de preocupación. Las radios pasaron a tener un mayúsculo protagonismo con los comunicados del Estado Mayor Conjunto. Durante los dolorosos 74 días de batalla, ese sería el canal de información (o desinformación) de lo que ocurría con nuestros héroes.
¿Qué pasó con las actividades deportivas que debían disputarse ese fin de semana? ¿Tuvieron alguna alteración? ¿Hubo modificaciones o todo siguió igual?
Ese día estaba programado un partido adelantado de la 9° fecha del torneo Nacional. En Salta, Central Norte debía recibir a Mariano Moreno de Junín, que hacía su debut en certámenes de AFA. Sergio Lippi, referente del fútbol de esa ciudad de la provincia de Buenos Aires (fue el técnico en el último ascenso de Sarmiento a primera) integraba aquel equipo.
"El jueves 1 de abril salimos en micro rumbo a Buenos Aires para tomar un vuelo de la tarde rumbo a Salta. Nos llamó la atención que hiciera escala en Córdoba, que no era habitual. Fue cortita. No bajamos de la nave, pero nos sorprendió que la pista estuviera repleta de aviones militares, alistados para salir en cualquier momento. Es algo que relacionás con el paso del tiempo".
"Nos enteramos como todo el mundo al despertarnos de lo que pasaba en las islas. El partido estuvo en duda, porque durante varias horas estaba el rumor de que no se iba a jugar. Finalmente se disputó sin problemas. Fue en la cancha de Gimnasia y Tiro. Recuerdo que sobre un cerro lindero al estadio habían colocado un cartel hecho con focos de luz que decía "Las Malvinas son Argentinas". Como era de noche, parecía que las letras estaban en el cielo. Antes de comenzar, se izó la bandera y se cantó el himno".
"Perdimos 1-0 e ingresé al promediar el primer tiempo. Sinceramente, sufrimos haber disputado aquel Nacional. Habíamos ganado la posibilidad de jugarlo eliminando a Olimpo en el Regional, pero el club tuvo un colapso económico, se fueron muchos futbolistas y quedó un plantel muy corto. Además nos había tocado una zona muy competitiva con Boca, el Estudiantes de Bilardo, Talleres, Rosario Central, Huracán, etcétera".
El sábado 3, en la lejana ciudad sudafricana de Bloemfontein, la selección argentina de rugby conseguía uno de los más grandes impactos de su historia al superar por primera vez a los locales Springboks, una potencia mundial. Eliseo Chapa Branca fue parte de aquella hazaña: "Veníamos desde otro lugar de Sudáfrica y al llegar a Ciudad del Cabo vimos a una enorme delegación de la armada inglesa, compuesta por muchos barcos militares. Yo ya había estado cuatro veces en Sudáfrica y nunca había visto ese movimiento. Nos impresionó. Cuando a los pocos días llegamos acá, no podíamos creer la euforia que había. La gente repetía "Que venga el principito" y a mí no me causaba ninguna alegría. Incluso discutí con algunos integrantes de la familia que decían que la teníamos ganada. Yo les trataba de hacer entender que se habían metido nada menos que con el Reino Unido. Me decían vendepatria… "
"Jugamos sin saber lo que ocurría en Malvinas y apenas terminó el encuentro nos dijeron cuál era la situación. El partido fue increíble, una victoria que no sabíamos cómo había ocurrido, porque una semana antes nos ganaron ampliamente. Fue una batalla, donde los forwards tuvieron el dominio, que era muy difícil de lograr contra los sudafricanos. No actuamos bajo el nombre de Los Pumas, porque estaba instalado el apartheid, que imponía ciertas restricciones para presentarse en ese país. La denominación fue Sudamérica XV, ya que también en el plantel había uruguayos, chilenos y paraguayos".
Fue una tarde épica que entró en la historia de nuestro deporte, con un equipo conformados por destacados rugbiers. Además de Branca, estuvieron Madero, Loffreda, Soares Gache, Allen, Ure, Dengra, Courreges e incluso Alejandro Puccio. Pero, como en tantas ocasiones, Hugo Porta estuvo deslumbrante y fue el autor de los 21 puntos: "Todos hicimos un partidazo contra un rival que era superior. No sé de dónde sacamos fuerzas, pero se dio así. Hugo anduvo derecho y acertado a los palos. Él solo no hubiese podido ganar, pero le daba al grupo una magia única. Eso era Porta. Un jugador diferente".
En aquellas horas de incertidumbre, miedo, patriótica algarabía y dudas, hubo deportistas argentinos que compitieron en Gran Bretaña. Para ellos fue inesperado el inicio del conflicto bélico, con la carga de no saber que pasaba en las Malvinas. Oscar Larrauri era un destacado piloto de Fórmula 3 europea, que ya venía demostrando sus aptitudes y se lo mencionaba como el posible sucesor de Carlos Reutemann en la Fórmula 1.
"Recuerdo perfectamente la competencia del domingo 4 de abril en el circuito de Donington. Fue grande mi asombro cuando al leer los titulares de los diarios de Inglaterra estaba la palabra "war" (guerra). Estaría mintiendo si dijese que la pasé mal con los ingleses, para nada. Hice una buena carrera donde salí segundo. Subí al podio con absoluta normalidad", contó.
"La guerra tuvo su influencia. Tiempo más tarde decidí faltar a una nueva competencia en Inglaterra, en el circuito de Silverstone, pese a que se dio una situación especial. La empresa Phillip Morris, que era la principal auspiciante de la escudería donde yo corría, llegó a plantearle mi presencia a Margaret Thatcher. Ella respondió 'Si Larrauri quiere venir y lo hace bajo la responsabilidad de Phillip Morris, nosotros no tenemos problemas en que venga a correr'. Ellos me llamaron, me pusieron al tanto de la situación y me dijeron que era un riesgo llevarme, porque podía aparecer un loco en cualquier momento que me quisiera agredir. Me ofrecían trasladarme en helicóptero desde la ciudad suiza de Lucerna (donde me habían hospedado). Pero decidí no concurrir, pese a que era el puntero del campeonato. No quería ser motivo de conflicto para ninguno de los dos países".
Larrauri completó un excelente 1982 y se consagró campeón de la categoría. Sin embargo, la guerra de Malvinas influyó negativamente en su crecimiento profesional. "La Fórmula 1 es esencialmente inglesa. Y, por ese motivo, varias ofertas que tenía para correr en 1983, se fueron cayendo, sobre todo la de McLaren, que era la que más me podía proyectar. Nadie iba a contratar a un corredor de un país que había estado en guerra con ellos. Me quedé de a pie. Solo conseguí un contrato con la escudería Minardi, para la Fórmula 2 europea. Pero enseguida me di cuenta que me querían como una especie de tester, los elementos más aptos eran para mi compañero (Alessandro Nannini), pese a que yo tenía más experiencia y obtenía mejores tiempos. Al poco tiempo dejé de correr. Yo no le había hecho mal a nadie y de golpe me encontré sin nada"
Su constancia le hizo perseverar y no bajar los brazos. Siguió en Europa, se vinculó con escuderías que conocían su capacidad y finalmente llegó a máxima categoría en 1988. No fueron muchas carreras, pero sí un premio a un luchador, al que los episodios de Atlántico Sur habían perjudicado en el momento más importante de su campaña.
Además de lo vivido por Larrauri en Gran Bretaña, otro hecho marcó ese fin de semana para el automovilismo nacional. En el circuito de Long Beach (Estados Unidos), se disputó la tercera competencia del campeonato mundial de Fórmula 1. Era la primera vez en una década que los argentinos sentían lejana a la categoría. Allí no estaba Carlos Alberto Reutemann que una semana antes había confirmado su retiro de la actividad. Ya nada sería igual.
En aquellos meses iniciales de 1982 se había desatado un hecho al que todos le buscaban explicación y casi nadie la encontraba. Era el denominado "Fenómeno San Lorenzo". El equipo de Boedo había sido el primer grande en irse al descenso y su público se volcaba masivamente a cada partido en la Primera B, batiendo récords de recaudación en la categoría. El sábado 3 de abril recibía a Lanús en el estadio de River, ya que carecía de cancha propia. A pesar de la lluvia, el marco era extraordinario. Con gran fervor se cantó el himno nacional con los equipos formados en el centro del terreno.
El "Ciclón" era dirigido por Juan Carlos Lorenzo y tenía en Jorge Rinaldi a su figura principal, que al ser clase 1962, estaba haciendo el servicio militar. "Entré a la colimba en marzo, luego del cuarto triunfo consecutivo en el campeonato contra Atlanta 4-0. Me presenté al día siguiente y quedé en Campo de Mayo, donde permanecía desde los lunes hasta los jueves a la mañana, cuando me dejaban salir y por eso podía jugar. La cosa se veía venir, había mucho movimiento. Recuerdo a varios miliares diciendo que los ingleses no iban a venir. Que no se iban a animar…"
"Salí un jueves a la mañana y al día siguiente me enteré del desembarco en Malvinas, donde fueron muchos compañeros de mi batallón, de la clase 62. No era fácil jugar. Fue una de las peores actuaciones de San Lorenzo en el campeonato, un partido malísimo. Había llovido mucho, la cancha no estaba en buen estado y hubo escasas situaciones de gol. El recuerdo que me quedó es de un estadio repleto pese al mal clima y que de buen fútbol no hubo nada".
En Rinaldi permanecen aún hoy los sentimiento de aquellas horas tan hostiles: "Durante los dos meses y medio de Malvinas, al igual que todos los pibes de mi generación, viví consternado por el drama que significa la guerra. Y porque suponíamos que las noticias que llegaban desde allá eran mentiras".
Aquella tarde de Núñez estuvo frente a Rinaldi quien con el paso del tiempo se convertiría en una leyenda del fútbol de los sábados: José Felipe Perassi, que llegó a disputar 635 partidos en el ascenso. En ese momento era el arquero de Lanús y, en un hecho que se repitió en cada cancha, al ser el capitán, fue el encargado de izar la bandera argentina junto a Oscar Ros, que portaba la cinta en San Lorenzo.
"Fue un momento muy especial. Con todo lo que se estaba viviendo en el país, tener la responsabilidad de izar la bandera en un estadio colmado, era conmovedor, porque a la enorme cantidad de gente que llevaba San Lorenzo, se le sumó mucho público de Lanús. Antes de salir a la cancha, ya nos habían avisado que se iba a hacer la ceremonia de bandera. Al mirar a las tribunas, además del colorido habitual, se podían apreciar carteles hechos a mano en alusión a las Malvinas".
"Para Lanús era un partido importantísimo. San Lorenzo venía arrasado a todos los rivales y era el cómodo puntero del campeonato. Pero nosotros hicimos lo que habíamos planeado y logramos un 0-0 que fue un resultado positivo. Recuerdo que fue terrible el estado del campo de juego por la lluvia. Quizás ese factor nos haya ayudado a equilibrar las cosas, aunque teníamos buenos jugadores como el Negro Enrique, Attadía, Lodico, Villagrán y Nigretti".
Pasaron 37 abriles y muchas heridas aún buscan consuelo. El deporte argentino, en aquellas febriles e inciertas horas, arrimó un poco de calor a millones de destempladas almas que iniciaban, con mucho dolor, el inhóspito camino de una guerra injusta y absurda.
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