José Luis Saldaño murió a los 70 años. El "Loco" había sido uno de los grandes protagonistas del título que dio el puntapié a la gran historia de Boca con los trofeos internacionales.
Nacido en Bella Vista (Córdoba), su primera gran experiencia en el fútbol argentino la tuvo cuando Instituto compró su pase en 1969. En "La Gloria" tuvo una primera etapa fabulosa: jugó 119 partidos entre el 69 y el 1973, donde marcó 57 goles. Allí mismo compartió equipo con otros grandes jugadores de la historia del fútbol argentino como Mario Kempes y Osvaldo Ardiles, ambos campeones del mundo en 1978.
Fue ese año en el que, después de vestirse con las camisetas de Belgrano, Rosario Central, Colón y Huracán, transitó su etapa más gloriosa. "Toto" Lorenzo puso sus ojos en el delantero cordobés para la disputa de la final de la Copa Intercontinental entre Boca y el Borussia Mönchengladbach.
En el 78, y luego de haberse consagrado campeón de la Copa Libertadores de América por primera vez en su historia al vencer al Cruzeiro de Brasil en el partido desempate que se jugó en el estadio Centenario, el "Xeneize" buscó un refuerzo en la zona de ataque y Saldaño fue el elegido por el entrenador boquense.
El primer partido de la Intercontinental se disputó el 21 de marzo en la Bombonera. Con goles de Mastrángelo y Ribolzi, Boca igualó 2-2 ante el conjunto alemán, que disputó la copa porque el Liverpool, equipo que había ganado la Copa de Campeones de Europa en 1977, se negó a jugar la definición porque las fechas de la serie coincidían con partidos que debía afrontar por la liga inglesa.
Casi seis meses después de aquella noche en el barrio de La Boca fue que el "Xeneize" viajó a la ciudad alemana para el partido de vuelta de la final. En un primer tiempo inolvidable, Saldaño se transformó en la figura de la visita. Fue decisivo en cada intervención en el ataque del equipo de Lorenzo, que gracias a los tantos de Felman, Mastrángelo y Salinas, sentenció el juego en la primera mitad.
Boca campeón del mundo. Con el 3-0 definitivo ante el Borussia, el "Xeneize" se convirtió en el tercer club de la Argentina en ser reconocido como el mejor del planeta. Y en esa noche de verano en Alemania, un cordobés de apellido Saldaño fue el hombre que se llevó todas las miradas por su juego eléctrico y ofensivo.
Una anécdota que define el perfil de Saldaño se produjo unas horas después del triunfo ante el Borussia Mönchengladbach. Salieron del hotel junto a Ernesto Mastrángelo con destino a una casa de venta de artículos musicales. Cuando entró, le pidió al empleado que le baje un violín. ¿Con qué finalidad? Se quería comprar uno para aprender a tocarlo por su amor al cuarteto de Córdoba.
Si bien duró pocos meses en Boca, le alcanzó para sellar su nombre a fuego en la historia grande. Su nombre todavía resuena también por sus pasos por Belgrano, Rosario Central, Colón y Huracán.
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