"Tocámela que pateo", la espontaneidad de Seppaquercia y la distracción de Borzi: a 40 años del gol más rápido en la historia del profesionalismo

El 18 de marzo de 1979 Gimnasia de La Plata le ganaba 1 a 0 a Huracán desde los cinco segundos. La historia de ese gol antológico desde la visión del delantero, que cuando terminó el partido debió ducharse rápido para no perderse el colectivo de vuelta a su casa en Luján

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El recorte donde aparece la única foto que hay del gol con un título exagerado: “El Lobo empató con récord mundial”
El recorte donde aparece la única foto que hay del gol con un título exagerado: “El Lobo empató con récord mundial”

El remate del Chango Cárdenas al Celtic por la Copa Intercontinental de 1967 queda cada vez de más lejos. Sucede que a veces la voluntad del tiempo y la persistencia del devenir de los años contribuyen a la épica de algunas jugadas. Es el fútbol cuando se vuelve mitología. Pasa con Cárdenas, pasa con Seppaquercia. "¿Querés que te cuente cómo fue el gol?", preguntó del otro lado del teléfono de línea. Lo habrá contado mil veces ya. Una vez más, a cuarenta años de esa gesta, con el mismo entusiasmo de la primera vez y la edulcoración de un gol que no tiene registro fílmico.

Carlos Dantón Seppaquercia con la camiseta de Gimnasia de La Plata, donde jugó 16 partidos y convirtió tres goles
Carlos Dantón Seppaquercia con la camiseta de Gimnasia de La Plata, donde jugó 16 partidos y convirtió tres goles

Era 18 de marzo de 1979. Jugaban Gimnasia de La Plata y Huracán en el Juan Carmelo Zerillo. Carlos Dantón Seppaquercia y Antonio García Ameijenda iban a dar inicio al partido. El relato pertenece textual al autor del gol más rápido en la historia del fútbol profesional argentino. "Estaba por comenzar el partido y veo que el arquero estaba marcando la línea de cal, haciendo las rayitas que hacen los arqueros para orientarse en el área, conversaba con (Jorge) Carrascosa, dio dos pasos más adelante, cerca del punto penal, y seguían hablando. En ese momento le digo al Tano García Ameijenda -le decíamos Tano, pero era un gallego bárbaro- 'mirá cómo está paveando el arquero, está distraído, tocámela que pateo'. '¿Cómo vas a patear de acá? Tomátela', me respondió. Lo convencí y nos paramos al revés. Yo siempre era el primero en tocarla, pero esta vez le pedí que me la diera a mí. Me la tocó para el lado derecho y le pegué de una".

Ese día, Gimnasia formó con Enrique Vidallé; Víctor Esquivel, Jorge Pellegrini, Osvaldo Gutiérrez y Alberto Alí; Eduardo Solari, Avelino Verón y Antonio García Ameijenda; Osvaldo Cerqueiro, Carlos Seppaquercia y Juan Miguel Tutino.

El arquero era Jesús Osvaldo Borzi. Había jugado tres partidos en Ferro, donde se formó futbolísticamente, antes de recalar en el fútbol australiano. En el Brisbane City jugó 26 partidos entre 1976 y 1977, los centros de estadísticas desconocen donde atajó entre 1972 y 1975 en el país oceánico. En el '78 regresó al país para defender el arco de Huracán en casi cien partidos hasta su traspaso al Santiago Morning de Chile cuatro años después. Borzi es protagonista fortuito de la jugada por la que se lo recuerda. En la única imagen del gol más precoz de la historia futbolera no está Seppaquercia, sino él: Borzi retrocediendo, estirándose sin gloria, la pelota mansa y el beso al travesaño.

La estirada estéril de Burzi y la pelota que cae apenas debajo del travesaño. En el fondo, los hinchas del “Lobo” recién estaban acomodándose
La estirada estéril de Burzi y la pelota que cae apenas debajo del travesaño. En el fondo, los hinchas del “Lobo” recién estaban acomodándose

"Tuve la suerte de que entrara tocando el travesaño. Salió lo que tenía que salir. Fue un lindo día para mí, no tanto para el equipo porque fue un empate 1 a 1, pero quedó grabado por el gol que me tocó hacer, de media cancha, rápido", recuerda el hoy jubilado de 64 años. Su gol fue el primero del partido y el primero de cualquiera de todos los goles de cualquier partido profesional del fútbol argentino. Del toque de García Ameijenda al gol pasaron cinco segundos, un bostezo profundo, o lo que tarda alguien en desperezarse o anestesiar una picadura.

El gol de Luis Torres del 19 de octubre de 1996 interpela su récord. Ese día Acassuso le ganó 3-2 a Juventud Unida en el torneo de la D. Según la publicación del diario Clarín, el delantero surgido de las inferiores de River contó: "Después de que la pelota entró, vino Diego Giacone, un compañero, me abrazó y me dijo, 'Negro, ¿sabés lo que hiciste? Esto es récord'. Miré al banco y el técnico todavía no se había sentado". Más allá de la competencia, coinciden en la naturaleza del gol: algo de un momento, pura improvisación o intuición, una levantada de ojos, algo que no estaba en los planes de nadie, ni de ellos.

Extractos periodísticos que aún se conservan en la casa del ex delantero nacido en Luján. En esta oportunidad, con la camiseta de River en un partido ante Newell’s
Extractos periodísticos que aún se conservan en la casa del ex delantero nacido en Luján. En esta oportunidad, con la camiseta de River en un partido ante Newell’s

"No probé nunca más después de ese gol. Pasa que tampoco jugaba de nueve, jugaba más por afuera, así que no estaba en el saque del medio, pero se ve que ese día se dio así", admite Sepparquecia. Ese día se dio así: un gol que quedará en la historia y el regreso a su casa en colectivo. "Yo vivía en Luján. Ese domingo jugamos en La Plata, como yo no tenía auto tenía que tomarme el micro que salía cuarenta minutos después del partido. Así que me bañé rápido, me felicitaron, salí rajando y llegué con lo justo a lo terminal", reconstruye.

"Ese día me costó dormir. Cuando llegué, mi viejo me dijo "¿te diste cuenta del gol que hiciste?". Al otro día no entrenábamos, leí el diario y vi la repercusión. Me empezaron a llamar de todos lados, de las radios. Y ya se hablaba, hay una nota que dice 'el Lobo empató con récord mundial'". El recorte permanece en el cuaderno donde sobreviven sus hitos futbolísticos replicados por el periodismo. "Sorpresa total. Apenas habían transcurrido 5 segundos del partido y el Lobo ya estaba al frente, por uno a cero. Delirio en las tribunas, euforia en el goleador que así, inesperadamente, vino a marcar un nuevo récord que seguramente no tiene parangón en el mundo", reza la crónica. Sí lo tiene en la actualidad, pero para la época fue una jugada de antología.

En la foto, Sepparquecia aparece con el 7 junto a Leopoldo Luque, Juan José López, Norberto Alonso y Hugo Coscia
En la foto, Sepparquecia aparece con el 7 junto a Leopoldo Luque, Juan José López, Norberto Alonso y Hugo Coscia

Gimnasia no ganó el partido. Lo empató para Huracán Carlos Babington, de penal. Gimnasia quedó anteúltimo en la rueda de clasificación de la sección A del Torneo Metropolitano 1979 y descendió junto a Chacarita y Atlanta. Tardaría cuatro años en volver a Primera. Sepparquecia conoció las mieles del éxito con su gol histórico y la desgracia de descender ese mismo año. Había llegado al equipo platense procedente de River, tras haberse convertido en el goleador de la Primera B con 27 tantos jugando para Flandria. En el club de Núñez hizo seis goles en 17 partidos: jugó con el Beto Alonso, Leopoldo Luque, Juan José López, Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Reinaldo Merlo. Su carrera se vio perjudicada luego de fracturarse el codo tras chocar en un partido de Reserva contra Hugo Tocalli, cuando el ayudante de José Pekerman en la épocas dorada de la selecciones juveniles argentinas atajaba en Quilmes.

Seppaquercia jugó en Flandria, River, Gimnasia de La Plata y Deportivo Italiano. Hace dos años, la Subcomisión del Hincha tripero le organizó un homenaje a 38 años del gol más rápido
Seppaquercia jugó en Flandria, River, Gimnasia de La Plata y Deportivo Italiano. Hace dos años, la Subcomisión del Hincha tripero le organizó un homenaje a 38 años del gol más rápido

Marcó 145 goles en toda su carrera, nueve de ellos convertidos en Primera División. Se retiró en Deportivo Italiano, tenía 31 años y seguía viviendo en Luján: "No quise jugar más. Era una época de mucha inflación. Arreglabas cien de contrato y al final de año no te alcanzaba para vivir. Por eso pedí laburo en una empresa eléctrica en Luján. Tuve la suerte de jubilarme a los 57 años como jefe de media tensión y ahora por suerte vivo tranquilo con la jubilación. Cada vez que se da un gol rápido, suele aparecer mi nombre -valora Seppaquercia-. Yo me siento tranquilo, contento y orgulloso de que se me nombre, pero ese gol no me cambió la vida en nada".

Hoy disfruta de su familia, de su esposa Mabel, de sus dos hijos y tres nietas. Pero lamenta no poder ver de nuevo los cinco segundos que transcurrieron en aquel viaje triunfal hacia el arco de Borzi.

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