San Lorenzo se hundía en el promedio y veía de cerca el descenso, en medio de una profunda crisis institucional. Leonardo Madelón no le encontraba la vuelta a un equipo que no ostentaba jerarquía y su ciclo terminó tras una caída como local frente a Vélez.
Dos semanas antes, Julio Alberto Buffarini había firmado como refuerzo con el Clausura 2012 andando. Sebastián Luna se había roto los ligamentos cruzados de una rodilla y la dirigencia comandada por Carlos Abdo fue en busca de un sustituto: sonó fuerte Diego Armando Barrado, por entonces de buen presente en Atlético Tucumán, pero cerraron al cordobés.
Ferro Carril Oeste estaba haciendo una gran campaña de la mano de Mario Gómez en el año que River transitó en la B Nacional y Buffa era una de sus figuras. El incansable mediocampista derecho hacía un surco por la banda y cautivó con su despliegue a los de Boedo, en donde el dinero escaseaba. Tal fue el deseo del futbolista de dar el salto de categoría que fue él, según confesó, quien aportó los 350 mil dólares de la cláusula de rescisión que lo sacó de Caballito.
Se estrenó con la camiseta azulgrana, por Copa Argentina, ante Chacarita en Salta. El Ciclón se impuso esa noche en la tanda de penales y avanzó a la siguiente ronda. Pero Madelón tenía los días contados en la institución.
Fueron sondeados Blas Armando Giunta, Rubén Darío Insúa y Mostaza Merlo para suceder a Leonardo Carol. Sin embargo, la cúpula dirigencial optó por Ricardo Caruso Lombardi, bombero experto en este tipo de incendios.
La historia fue feliz para San Lorenzo, que de la mano de Caruso sacó 17 puntos sobre 33 en juego y derrotó en la Promoción a Instituto de Córdoba. Para el DT, Buffarini fue clave: fue titular en todos los partidos (incluidos los dos ante la Gloria), a excepción de una caída ante Tigre en la que se ausentó por acumulación de amarillas.
Buffa enamoró al hincha del Ciclón con su entrega, arranques y desbordes. Y pronto tendría premio: alzaría el Torneo Inicial 2013 con Juan Antonio Pizzi como entrenador, la Libertadores 2014 con Edgardo Bauza y la Supercopa Argentina -con un 4 a 0 ante Boca- con Pablo Guede. El idilio con el pueblo azulgrana fue total, pero con los logros llegaron las ofertas y el San Pablo brasileño lo compró a cambio de unos 2 millones de dólares.
El mismo año de su transferencia, Buffarini fue convocado a la Selección por el Patón Bauza, quien no duró mucho en su cargo y apenas llegó a incluirlo en el banco ante Brasil, Chile y Bolivia por Eliminatorias camino a Rusia 2018. Anteriormente sólo había sido llamado por Alejandro Sabella en 2012, previo a los Superclásicos de las Américas contra Brasil, aunque terminó siendo recortado de la nómina junto a otros jugadores.
Fue significativa la partida de Bauza, por entonces técnico del San Pablo, para su continuidad en el club brasileño. Perdió consideración y minutos y prefirió cambiar de aire.
A mediados de 2017, el nombre del cordobés empezó a sonar fuerte en la Ribera para reforzar al equipo dirigido por Guillermo Barros Schelotto. Y sus declaraciones hicieron ruido en Boedo: "Si llega algo de Boca, lo pensaré. Boca es Boca". Buffarini no mintió pero al mismo tiempo abrió una puerta, aunque advirtió que la prioridad en Argentina la tenía San Lorenzo. Seis meses después, el Xeneize le compró la mitad del pase en poco más de medio millón de dólares.
Sabido es que Huracán es el clásico geográfico del Ciclón, tanto como que también existe una pica histórica con Boca. Y este gesto fue imperdonable para los fanáticos sanlorencistas que, en su mayoría, bajaron del pedestal contemporáneo al hoy ex ídolo. Los dichos del presidente Matías Lammens no hicieron más que echar leña al fuego: "Eligió a Boca por lo económico".
En febrero del año pasado, Boca visitó a San Lorenzo por la Superliga y el Nuevo Gasómetro se unió en insultos con Buffarini como blanco. El cordobés ingresó a falta de un cuarto de hora para el final y tuvo el peor recibimiento. No la pasó bien.
Durante su primer semestre en Boca no obtuvo regularidad de minutos en cancha y su nivel se mimetizó con el de un equipo que sacó provecho de sus individualidades y quedó en deuda desde el plano colectivo. En las instancias decisivas de la Libertadores 2018 recién apareció como titular en la revancha ante Cruzeiro en Brasil (por lesión de Leonardo Jara) por los cuartos y sobre el final en la ida ante Palmeiras por semifinales y la final con River en la Bombonera.
Como Jara se lesionó en el último compromiso mencionado, Buffa fue la variante natural para la recta final. Llegó con confianza por haberle convertido a Tigre en la Superliga y disputó todos los minutos en los triunfos ante Patronato e Independiente (ambos 1-0) entre las finales de la Copa.
En Madrid, fue el lateral derecho titular que utilizó el Mellizo y realizó una aceptable labor, siendo uno de los pocos aprobados por el lado xeneize. No quedó exento de la crítica generalizada por la derrota, pero tampoco entre los crucificados por el hincha.
Desde su arribo, Gustavo Alfaro lo mantuvo en cancha los 90 minutos de los 11 partidos oficiales que disputó (contabilizando los dos por la actual Libertadores). No descolló y hasta tuvo errores evidentes en jugadas que terminaron en goles del rival: ante Aldosivi en Mar de Plata en un amistoso y ante Atlético Tucumán por el torneo doméstico. No obstante mejoró su nivel su esfuerzo es reconocido por el simpatizante boquense.
El gran quiebre se produjo el fin de semana pasado, cuando se enfrentó a su ex equipo. La última vinculación de Buffa con San Lorenzo había sido a fines del año pasado, cuando fue invitado a la despedida de Leandro Romagnoli a la que finalmente no acudió. El elenco de Alfaro jugó quizás su mejor partido de 2019 y vapuleó al de Jorge Almirón. Y Buffarini encendió la mecha con una rabona cuando el duelo estaba prácticamente liquidado.
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Los jugadores del Ciclón lo increparon e insultaron de arriba abajo, tanto como sus fanáticos por televisión. Tras la acción, pidió disculpas e intentó bajar decibeles. Lo cierto es que con su rabona se metió a buena parte de los hinchas de Boca en el bolsillo. Su actitud generó controversia: el desafiante lujo celebrado en las narices de un acérrimo rival de un lado; la venta de humo del otro.
Y la escaramuza en el epílogo entre los planteles de Boca y San Lorenzo no fue en vano. A tres días del 3-0 en la Bombonera, el Xeneize debutó en casa por la Libertadores ante Deportes Tolima y calcó el tanteador. Quien estuvo presente en el estadio puede dar fe que Julio Buffarini fue uno de los jugadores más aplaudidos por el público cuando lo mencionó la voz por los altoparlantes. Y el "Buffa, Buffa" generado en la platea baja se replicó a los 20 de complemento, cuando diluyó un ataque colombiano dejando salir la pelota por el fondo de la cancha.
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A los 27 de la etapa final, el lateral llegó hasta el fondo y enganchó para enviar un centro al área con la zurda. Pero, como ante San Lorenzo, prefirió darle de rabona con la derecha. La Bombonera explotó como en las épocas en las que Juan Román Riquelme tiraba un caño.
Esta suerte de metamorfosis lo convirtió en enemigo en Boedo. Hoy tiene al hincha de Boca en la palma de su mano. La regularidad en sus rendimientos y el éxito deportivo del equipo lo pueden llevar a transformarse en el ídolo opuesto.