Los argumentos a esgrimir sobre la obligación de Independiente de quedarse con una nueva edición del clásico se edifican por encima de una premisa básica: estos partidos se ganan a como dé lugar. Es el único momento de la temporada en el que cualquier equipo del mundo deja de lado cualquier principio básico de su filosofía y le da prioridad a la necesidad absoluta. Siempre. Estén como estén los protagonistas.
A partir de aquella aclaración, hay varios puntos importantes que justifican este artículo más allá de la obviedad del "ganar sí o sí". Los principales están enfocados en la introspección de un plantel que viene dejando dudas y precisa de un timonazo para cambiar la energía. Independiente necesita volver a ser el Independiente de Ariel Holan que supo ser y el partido contra el puntero aparece como el escenario ideal.
Podemos decir que el estar lejos de pelear las cosas importantes le quitó motivación en la Superliga y eso decantó en un nivel oscilante, de una intrascendencia sostenida mezclada con unos pocos chispazos de la vieja época de buen fútbol. Independiente necesita volver a ganar con autoridad, pero principalmente apoyándose en el juego asociado, de intensidad e identidad que lo llevó a conseguir el título en la Copa Sudamericana. ¿Qué mejor que esta noche?
Todo esto se traduce, también, en la renovación de la confianza sobre el técnico. Más castigado por sus decisiones extrafutbolísticas que por lo acontecido dentro del campo de juego, Holan es quien más necesita ganar este partido. Quedó metido en un baile al que por momentos él mismo parece musicalizar con sus decisiones o reacciones. Es criticado con razones o sin ellas, pero es criticado. Ese ruido en torno a su figura es perjudicial para la credibilidad de su estilo de juego puertas adentro y también para la tribuna.
La tercera motivación puertas adentro es la del sueño de alcanzar la clasificación a la Copa Libertadores. Está a seis puntos de esa zona con 18 en juego. Parece difícil la misión, pero mientras la matemática esté presente, el "Rojo" no puede darse nunca por vencido.
Y después sí, todos los condimentos lógicos que rodean al derby de la ciudad. Actualmente los 24 partidos de distancia en el historial son la máxima diferencia histórica y es el segundo clásico con mayor distancia en primera división de los enfrentamientos más importantes detrás de San Lorenzo (35 sobre Huracán). Esta cifra se traduce a unos 12 años de superioridad asegurada si se jugaran dos clásicos oficiales por año. Otro dato a defender: sólo perdió una vez en el Libertadores de América desde su inauguración (ganó 7 y empató 1).
Claro está que también aparece latente la frutilla del postre: darle un golpe que termine siendo de nocaut al rival de toda la vida en su sencilla lucha por conseguir el título. Sin dudas que Racing está frente a la –merecida– oportunidad de ganar el campeonato más fácil de los últimos años. Los equipos más importantes se dedicaron a la Libertadores durante el primer semestre y así le permitieron sacar una ventaja irreprochable en lo más alto. La pelea con Defensa y Justicia se vislumbra a priori accesible si se tiene en cuenta que se enfrentarán en el cierre del torneo y que, por lógica, el "Halcón" debería padecer los coletazos de la presión de soñar con un título por primera vez en su escueta historia a lo largo de la recta final.
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