20 de junio de 2018. Sebastián Beccacece reparte las pecheras, tal como lo conversó con Jorge Sampaoli, en el entrenamiento de la Selección en el Bronnitsy Training Centre, donde Argentina hace base durante el Mundial de Rusia. La distribución denuncia el ingreso en el equipo titular de un tapado. Desde lejos ve llegar corriendo al Zurdo, a los gritos y realizando gestos ampulosos: "¡No, no, a él no, a él no!". Cuando quedan frente a frente, comienza una discusión fuerte, delante de los futbolistas, que asisten atónitos a la escena, un día antes del segundo partido del combinado nacional en la competencia, frente a Croacia. Chepa, como lo apodan desde chico, siempre se jactó de "pelear" a Sampaoli; sinónimo de discutirle las decisiones, de abrirle la puerta al debate. Pero en esta ocasión llegaron lejos.
Los jugadores intervienen para separar; la escena inyecta desconfianza en la relación entre el cuerpo técnico y el plantel. La ecuación para el grupo es simple: si dirimen sus diferencias en un cortocircuito volcánico frente a los dirigidos, difícilmente puedan transmitirle una idea limpia al equipo para desarrollar en el campo de juego. Al otro día, Argentina pierde 3-0. Los cuestionamientos arrecian. Sampaoli acepta el "doble comando" con los referentes, encabezados por Mascherano, a la hora de las decisiones. Ese volantazo alcanzó para que la Selección avanzara a octavos de final, pero no para evitar la eliminación frente a Francia.
11 de febrero de 2019. Defensa y Justicia iguala con Argentinos Juniors en Florencia Varela. Casi en el último suspiro del partido, Alexis Castro, uno de los futbolistas a los que apeló Beccacece en la remontada, empalma la pelota y decreta el 2-1. Todos los jugadores del Halcón, el cuerpo técnico, los hinchas, enloquecen. El club alcanza la línea de Racing y se posiciona como uno de los líderes de la Superliga, con 7 fechas por disputarse. En sus dos etapas como DT del equipo, Chepa llega a los 50 partidos, con un récord de 30 victorias, 12 empates y 8 derrotas. Defensa se llevó al bolsillo el 68% de los puntos en juego. Con un plantel conformado mayoritariamente por elementos sin espacio en otros clubes, sin nombres movilizantes, pero con un compromiso contagioso y un estilo que funciona como DNI.
La calesita del fútbol giró. O, mejor dicho, la hizo girar él. A los 38 años, Sebastián Beccacece se transformó en el técnico sensación del equipo sensación. Lateral derecho voluntarioso, jugó al fútbol desde los cuatro años en el club Lavalle y después en Juan XXIII, pero más allá de los deseos, su precoz mirada de entrenador lo hizo ver que su relación con el deporte que lo apasiona no iba a progresar si se mantenía dentro de los límites de la línea de cal. "Evidentemente muy bueno no era, porque si no, seguiría jugando, je", explicó su prematuro retiro.
En contrapartida, se preparó con obsesión para transformarse en el entrenador que es hoy. A los 17 años se sumergió en la dirección técnica, orientando a niños, a los 19 entró a trabajar en Renato Cesarini, mientras estudiaba para preparador físico y al mismo tiempo trabajaba con su padre en una distribuidora de alimentos. El oficio lo aprendió en el campo, también se hizo autodidacta. El título de entrenador lo obtuvo… por internet Los exámenes finales sí fueron presenciales. El curso tuvo una duración de 25 meses y Beccacece abonó una matrícula de 230 dólares. "El mejor curso que puede tener un entrenador es el día a día con los futbolistas", explicó su postura en El Gráfico.
2002. Claudio Vivas, entonces ayudante de campo de Marcelo Bielsa en la Selección, le presenta a Jorge Sampaoli a un entusiasta proyecto de entrenador: Beccacece. El Zurdo quedó impresionado con los conocimientos y el hambre de Chepa. Y lo convocó como su ayudante de campo en Sport Boys. Entonces no le sobraba el dinero para el pasaje de avión. En consecuencia, se subió a un micro que 24 horas después lo depositó en el desafío. Una aventura que duró 14 años junto a Sampaoli; 13 ininterrumpidos, uno, en la Selección, la etapa más tormentosa de la relación.
Coronel Bolognesi y Sporting Cristal (Perú), Emelec (Ecuador), O'Higgins, Universidad de Chile y la selección trasandina (Chile) fueron su educación terciaria. "Fue difícil desarraigarme de él, porque fueron años de convivencia extrema; donde los vínculos y los lazos son muy cercanos", le señaló a Don Balón, cuando cortó el cordón umbilical. Y a pesar del cisma que protagonizaron en el Mundial, nunca habló mal de su ex jefe. Incluso castigó a Lionel Scaloni, también ayudante de campo de Sampaoli en el Mundial, por lo que entiende como una "traición", aunque suavice sus palabras a la hora de dar a publicidad su pensamiento: "A Scaloni lo lleva Sampaoli a Argentina y cada uno actúa como lo siente. Estuve 14 años con Sampaoli y en los clubes que estuve con él me propusieron continuar. Considero que cuando uno llega de la mano de alguien es importante poner punto final".
Admirador del Che Guevara, amigo íntimo de Kurt Lutman, ex futbolista de Newell's, escritor y militante de los derechos humanos, tuvo su primer gran golpe como técnico emancipado en la Universidad de Chile, donde con Sampaoli había ganado cuatro títulos, pero como técnico en soledad sufrió un tropiezo difícil de digerir. De 24 partidos, su equipo ganó apenas 5, empató 9 y perdió 10. La prensa chilena fue lapidaria con él y le impuso el despectivo apodo de "Besacheques".
"Heredé un plantel que venía deteriorado. Quise darle protagonismo desmedido desde el principio. Si hubo un error, fue en la conducción". La enseñanza, entonces, pasó por aprender a adaptar el plan al material con el que cuenta. También padeció ataques mediáticos de colegas y dirigidos. "No me sentía cómodo en la U con Beccacece. Por su forma de manejarse, de ser, de relacionarse con los jugadores", declaró Mathias Corujo, lateral-volante que terminó emigrando a San Lorenzo, donde no dejó una buena imagen. A pesar de las diferencias, el uruguayo sí le elogió la propuesta y los métodos de entrenamiento.
"¿No sabes la que se mandó Beccacece antes de arrancar como técnico de la U? Antes de firmar el contrato ya estaba hablando con los jugadores, cuando había un cuerpo técnico ejerciendo su trabajo (…) Una falta de ética, eso no existe, y lo digo con propiedad, porque le habló a jugadores míos (para llevárselos) a los días de la final de la Copa Sudamericana, y aún no firmaba contrato con la U. Parece que en la clase de ética le faltó la maestra, ese día no fue la profesora", lo fustigó el técnico charrúa Gerardo Pelusso.
En Defensa encontró el lugar ideal para desarrollar su idea. Jugadores jóvenes, con apetito y abiertos para aplicar un libreto. Referentes (pocos) sin un nombre estridente. Un club con pocas presiones, pero con la iniciativa de escribir historia. En su segundo ciclo en el Halcón, lo acompañan varios de los compañeros que participaron del porrazo en la Selección, como Nicolás Diez y Martín Bressan. Llega al club bien temprano, se va entrada la tarde, para seguir pensando en fútbol; cuando no se queda a dormir directamente en el predio, para que el azar no le arrebate un detalle.
Su secreto se basa en dos conceptos. "Le gusta salir jugando e insiste con la presión. Es lo que busca, fundamentalmente", le explica a Infobae Enzo Cabrera, futbolista de Newell's, quien estuvo bajo su tutela en la Selección Sub 20. Incluso, compartió una gira con Chepa. "Organiza muchos trabajos para esos dos conceptos. Con los controles para perfilarse cuando te dan un pase y saber para donde salir y, para la presión, analiza bien al rival y ahí te indica dónde y cuándo lo tenés que presionar", revela Cabrera más tips del manual de Beccacece. Como extremo, rol que le asignaba en el combinado juvenil, el joven de la Lepra estaba obligado "a presionar siempre al lateral de mi lado, para forzarlo a que dé la vuelta en la salida". Asfixia. Recuperación de balón lo más cerca del arco rival posible. Acortar los caminos al gol.
El alocado festejo de Beccacece en la victoria frente a San Martín de Tucumán
"No te habla sólo de fútbol, sino también de la vida. Da mucha confianza", devela una cercanía que con las promesas del Sub 20 se exacerbó. Su corta edad lo ayuda a tender puentes. Aunque no siempre cayeron bien sus modos, esa vehemencia a la hora de transmitir una idea o de liberar tensiones.
En relación a esa manera de vivir el fútbol al estilo Simeone, bien vale traer una anécdota de su etapa en la Selección. Durante un entrenamiento, le marcó con sus modos intensos un par de detalles a Messi, al que no le habría gustado demasiado y, acto seguido, se lo hizo saber a Sampaoli. Esa exposición, interpretada como excesiva en Ezeiza, le jugó en contra en la Albiceleste, aunque hoy asegura que sigue teniendo contacto con al astro rosarino y con Sergio Agüero.
En Defensa no necesita cuidarse del qué dirán. Puede tomarse como confirmación los festejos desaforados ante San Martín en Tucumán, en una de las tres victorias agónicas consecutivas de su equipo, saltando al campo de juego como si la conquista hubiese partido de sus botines, o gritándole a la cámara a lo Maradona. "Él corre en el corralito lo mismo que los jugadores. Siente el fútbol y eso lo hace distinto", justifica Cabrera. Mal no le va…
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