Marcelo Gallardo nunca lo dudó, ni siquiera cuando el uruguayo Marcelo Saracchi le ganó el puesto: para el Muñeco, Milton Casco es uno de los futbolistas con mayor capacidad técnica del fútbol argentino. Corregir algunas desatenciones defensivas y lograr una mayor tensión competitiva eran algunas de las cuestiones que el entrerriano debía mejorar para recuperar la titularidad. El camino se le allanó a mediados del año pasado, cuando Saracchi fue transferido al Leipzig de Alemania y Casco volvió a adueñarse del lateral izquierdo de River. A partir de entonces, y siempre a fuego lento pero sostenido, mostró un rendimiento creciente que hoy lo tiene en la cresta de la ola desde su llegada a River, hace ya tres años y medio.
Al igual que Gonzalo Martínez en su momento, y que Nicolás De La Cruz en la actualidad, Casco protagoniza de algún modo esas batallas sordas que Gallardo mantiene indirectamente con los hinchas menos pacientes. Y el Muñeco ha ganado otra de esas disputas no deseadas por él: Casco exhibe un nivel de Selección y el domingo, en la clara victoria por 2 a 0 ante Racing, fue una de las figuras del equipo y se llevó una ovación de la multitud, que cantó "Olé, olé, olé, Milton, Milton", por primera vez desde que está en River.
En el clásico se vivió una situación particular sobre el final del partido, cuando una gambeta de Casco que dejó pagando a Ricardo Centurión fue celebrada casi como un grito de gol por los más de 60.000 habitantes de las tribunas. Luego del triunfo ante el equipo de Avellaneda, y ante una consulta de Infobae, Gallardo dijo que el nivel actual de Casco es incluso superior al que mostró cuando jugaba en el Newell's campeón del torneo Final 2013 con Gerardo Martino como técnico del conjunto rosarino.
La jugada de Casco que hizo delirar al Monumental
A Casco se lo nota más concentrado que de costumbre, a caballo de los trabajos que suele realizar con Sandra Rossi, la especialista en neurociencia del plantel. Su velocidad le permite recuperarse de situaciones en las que River le concede espacios a sus adversarios al pararse casi de manera permanente con una postura ofensiva. Y en ataque se lo nota mucho más lúcido: toma mejores decisiones y sus proyecciones por lo general sirven para lastimar a los adversarios.
Nacido hace 30 años en María Grande, una localidad entrerriana de poco más de 7.000 habitantes que queda a 80 kilómetros de Paraná y a 470 de la Capital Federal, Casco se reposicionó en el mapa del plantel de un modo tan marcado que hoy es indispensable para Gallardo. Cuando él no está, en el lateral izquierdo suele jugar Camilo Mayada, un polifuncional capaz de jugar por ambos costados de la defensa como de ocupar casi todas las posiciones en el mediocampo, a excepción de las de volante central o enganche.
"Me siento cómodo. Ahora sí que me estoy sintiendo realmente cómodo", comentó Casco a Infobae con ese tono bajo que lo caracteriza como un futbolista de perfil subterráneo y poco afecto a los micrófonos. Así, jugando en modo Roberto Carlos, su regreso a la Selección quizás esté más cerca de lo que él mismo piensa: ¿cuán lejos está hoy del nivel de Nicolás Tagliafico, el lateral titular de Argentina?
Llegó a River a mediados de 2015 para ser la principal alternativa de Leonel Vangioni, quien a mediados de 2016 se fue al Milan, y le tocó debutar en un Superclásico ante Boca en el Monumental que finalizó con una caída por 1 a 0 para su equipo por un gol del uruguayo Nicolás Lodeiro. No rindió del modo en que esperaba Gallardo, que a mediados de 2017 pidió por un Saracchi que rápidamente le ganó el puesto. La ida del uruguayo a Alemania le devolvió la titularidad, pero los hinchas lo seguían mirando de reojo y Gallardo llegó a pedir incluso por Lucas Olaza, quien recaló en Boca.
Hasta que, ya afianzado como titular, sus rendimientos evidenciaron una mejoría y la continuidad que le dio Gallardo lo apuntaló desde la segunda mitad de 2018. Los hinchas dejaron de observarlo con desconfianza y hasta de señalarlo como el responsable de muchos de los pocos males deportivos de River en el último tiempo, y hoy lo disfrutan. Después de todo, Casco supo revertir un escenario que lo tenía en un lugar incómodo: el del futbolista que no genera ninguna empatía con su público. Y eso, justamente, realza el valor de su auspicioso presente.
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