La increíble historia de Juan Ignacio Lóndero: de no tener "un peso para entrenar" a ganar el ATP de Córdoba

Por Enrique Cano

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Juan Ignacio estuvo a punto de colgar la raqueta. El destino le tenía guardada una sorpresa
Juan Ignacio estuvo a punto de colgar la raqueta. El destino le tenía guardada una sorpresa

"Hace un par de años yo no tenía ni un peso para entrenar ni para nada, estaba en el fondo del mar, y esta semana en el Córdoba Open tuve una semana soñada", dice emocionado Juan Ignacio Lóndero, el pibe de la película.

El tenis argentino sabe mucho de cuentos de hadas, de sacrificios y de apariciones espontáneas que asoman, cuando menos se las espera, en medio de grandes figuras.

Juan Ignacio Londero, nacido en Jesús María, Córdoba, hace 25 años, es una de ellas. Durante el torneo de su provincia, primer ATP que se realiza en el interior de la Argentina, comenzó a escribir otra historia, la suya, digna de Charles Perrault o los hermanos Grimm. Pasó de no haber ganado un partido en un torneo ATP, a quedarse con el título tras vencer en la final a Guido Pella por 3-6, 7-5 y 6-1.

El ómnibus que lo transportaba cada día durante una hora, de ida y otra de vuelta, desde la Cañada hasta el certamen fue su calabaza transformada en carruaje y el Córdoba Open su zapato de cristal. Del que daba justo el talle.
Pasó de cero a 100 a la velocidad de una Ferrari, después de varios años de haber luchado por darle arranque a un humilde sedán 5 puertas. Llegó a su provincia a disputar su cuarto torneo de ATP, sin haber podido ganar un solo partido en alguno de los tres anteriores. Pero también traía en su raquetero dos títulos challenger y el haberse quedado cerca del puesto N°100. Un puente, un quiebre en la mente de un tenista profesional, por todo lo que ello significa atravesar las tres cifras y quedar sólo con dos numeritos en su ranking.

Pero para comprender esto hay que saber que los torneos son considerados ATP, a partir de los denominados categoría ATP 250, a los que le siguen los ATP 500, Masters 1000 y Grand Slam, el resto, son considerados torneos menores, pero que les permiten a los tenistas sumar puntos y algo de dinero para acercarse o mantenerse en el circuito. O sea, Lóndero era uno de esos tantos trabajadores que se despiertan por la mañana, se ponen el mameluco y salen a trabajar. Y detrás de este trabajo comienza su historia. Una historia de lucha, sacrificio, pero no de resignación.

Nació en la misma casa que hace 26 años poseen sus padres en una de las calles de Jesús María y no hubo que hacer mucho para que el Topo, como se lo conoce en el ambiente, optara por la raqueta y el tenis en el club Huracán de su ciudad, al caballo y la doma, un clásico de los festivales veraniegos cordobeses. Su mamá Maricel, quien fuera docente y ahora tiene su "negocito" de ropa para mujeres y niños, cuenta que "desde bebé su papá lo llevaba en una sillita y lo ponía a ver los partidos de tenis en el club".

Aficionado a este deporte, Eduardo le compró su primera raqueta a los 2 años y a los 7 ya estaba con profesor. Pero su primera experiencia competitiva no sería lo esperado, no por él, sino por sus padres. "No jugaba mal, pero no estaba federado. Lo llevamos a su primer torneo de tenis en el Jockey Club de Córdoba, pero fue un desastre. Los otros chicos eran federados y mucho mejores", relata Maricel. A los 12 años lo comenzó a entrenar quien sería su formador, Miguel Ártico, y alcanzó el N°1 de Argentina. La agencia de Quiniela de su padre Eduardo y el sueldo de maestra jardinera de su madre fueron suficientes para sostener los viajes que realizaba por el país, junto a sus padres o el profesor, y así alcanzar la primera meta.

Juan Ignacio fue hijo único hasta los 13 años, los que tardó en ser N°1 de Sudamérica y en tener la compañía de su hermanita María de los Milagros. Pero dos años después, su padre decidió que el futuro de su hijo estaba en Buenos Aires.

"Eduardo lo llevó a hacer pretemporada y luego la gira Cosat, pero cuando regresó a casa lo hizo sin el bolso", cuenta Maricel y relata la tristeza de ese momento: "Me dijo que se quedaba en Buenos Aires y yo no lo podía creer. Me arrancaban a mi bebé –cuenta con un dejo de tristeza por el recuerdo-, porque él era eso para mí, todavía tan chico".

El Topo pasó por la Academia de Fabián Blengino, vivió en pensiones, en la casa de una tía y, cuando cumplió 18 años, alquiló un departamento junto al peruano Sergio Galdós, para compartir gastos, y a pocas cuadras de sus tíos, "para que lo controlen", dijo su madre.

A partir de ese momento, "iba en su bicimoto por todos lados", recuerda Maricel y agrega que para entonces, su hijo ya contaba con un Sponsor: "era un señor de Buenos Aires, que lo acompañó hasta 2014, cuando se lesionó".

La lesión lo dejó un año parado y cuando regresa contrajo paperas, que lo volvió a sacar de competencia por otros 3 meses. Londero se desmoralizó, "las dos enfermedades lo llegaron a deprimir. Él decía que cómo iba a hacer, que todo lo hecho no servía, que debía comenzar de cero nuevamente", cuenta con tristeza su madre. Sin sponsor, sin respuestas económicas ni tenísticas se le nubló el futuro y en varias ocasiones les dijo a sus padres que regresaba a Jesús María, "su lugar en el mundo", y dejaba el tenis. "Dejo el tenis y me vuelvo, mamá, me dijo. Fue un momento muy triste, pero salimos a juntar dinero y lo apoyamos para que continuara."

En ese momento apareció Andrés Scheneiter en su camino. "El Gringo fue la única persona que estuvo conmigo y confió en mí. Me dijo que no me preocupara, que podía ir a entrenar con él y comenzamos a trabajar juntos", anuda en su garganta el recuerdo emocionado de esos momentos vividos, que contrastan con este presente que le depara un cambio de 180° en su carrera. "Sé que va a ser todo muy diferente -reconoce Juani-, son muy lindos los momentos que van a venir."

Es cierto, Lóndero pasó de jugar challengers y de tener una balanza deficitaria, o a lo sumo equilibrada, a ingresar de manera directa en torneos ATP, como el Argentina Open de esta semana, y en los Grand Slam, ya que tiene asegurada su participación el Roland Garros y Wimbledon. Todo esto le permitirá concentrarse solamente en perfeccionar su tenis y podrá descansar su cabeza, cuando la apoye sobre la almohada.

Lo que ya tiene asegurado en premios hasta mitad de año, le evitará la presión de pensar hasta 2020 de dónde va salir el dinero para los viajes futuros o la marca de fideos obligado a repetir casi a diario en sus mediodías, con tal de ajustar el presupuesto.

Por eso la relevancia que le da a su entrenador detrás de cada frase, inclusive su dedicatoria "al Gringo, por todo lo que se jugó en mí".

Andrés Schneiter, conocido en el ambiente del tenis como el Gringo, por su fisonomía y cabellera rubia, tiene varios logros en su haber. En la actualidad maneja al chileno Christian Garín (95 del mundo y que le dio, hace una semana frente a Austria, el punto a su país para jugar la Copa Davis a fin de año), pero lo más destacado como entrenador fue haber conducido el regreso de Mariano Puerta, con quien llegó hasta la final de Roland Garros 2005 y al puesto N°5 del ranking.

Esta semana será parte del ATP de Buenos Aires (Foto: @CordobaOpen)
Esta semana será parte del ATP de Buenos Aires (Foto: @CordobaOpen)

El año pasado, Lóndero, preparado físicamente por Martiniano Orazi, tuvo un comienzo de temporada tardío, porque su coach le exigió mejorar su físico. Arrancó en febrero y en abril pudo atravesar, después de tres años, la barrera del puesto 200 del ranking, algo que le permitiría jugar la clasificación en algunos challengers importantes o ingresar de manera directa en otros menores. Pero el llamado de atención a su tenis lo dio en diciembre pasado en el torneo de Interclubes de Primera, cuando le ganó a Guido Pella, representando al club Harrods.

Hace 10 meses, el cordobés, estaba 375 del mundo, no entraba a los challengers y hoy ya puede pensar en casa, coche y comida en los torneos grandes, desde el puesto 85 del ranking de ATP.

La historia de Juan Ignacio se va a seguir escribiendo, pero seguro, este capítulo les puede servir como inspiración a muchos chicos argentinos que todavía ven su futuro con poca claridad. "Puede ser que hoy, jugadores que estén más atrás en el ranking o que están pensando en dejar de jugar, lo mío les dé una esperanza, la misma que tuve yo".

Juan Ignacio Londero disputará el Argentina Open durante esta semana. Más allá del mechón rubio, su cabeza estará diferente, mucho más tranquila desde lo económico, pero ahora, como en cualquier videojuego, el siguiente nivel conlleva dificultades diferentes. Habrá que ver cómo maneja la presión de querer demostrar por qué está ahí y la más importante, la de poder mantenerse.

El tenis argentino tiene guardadas muchas historias como ésta y a unos cuantos Lóndero esperando que la calabaza a su lado se transforme en el carruaje que los lleve por el camino de la gloria.

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