Marcelo Gallardo tiene una debilidad por los jugadores habilidosos y encaradores. Los considera imprescindibles para los equipos que asumen la iniciativa y tienen que salir a buscar el gol ante planteos cerrados. Por eso a mediados de 2017 apuntó su mirada hacia Nicolás De La Cruz, un morochito esmirriado y atrevido que desequilibraba con su gambeta en Liverpool de Uruguay y en la Selección Sub-20 de ese país. "Es el proyecto juvenil más interesante de Sudamérica", le llegó a decir el Muñeco a Enzo Francescoli, el secretario técnico de River, cuando la llegada del medio hermano de Carlos Sánchez era una posibilidad que el entrenador esperaba con ansias.
De La Cruz arribó a River a mediados de 2017 y entregó dos sensaciones inequívocas: la primera, de cierta fragilidad física; la segunda, la de un futbolista dueño de una gambeta hiriente, ideal para quebrar a los planteos defensivos con los que se suele encontrar River. A poco más de dieciocho meses de su llegada, el uruguayo de 21 años aún no logró afianzarse como una garantía de soluciones para el entrenador y la coyuntura lo puso en otro lugar: el del talentoso por el que Gallardo ha decidido apostar, al igual que en su momento lo hizo por Gonzalo Martínez.
Las caídas ante Defensa y Justicia, Unión y Patronato generaron algunas muestras de desaprobación por parte de los hinchas de River más impacientes, más allá de que a él solo le tocó ser titular ante el conjunto entrerriano en esa serie negativa para su equipo. Muchas de las quejas recayeron en un De La Cruz que no logró convertirse en el eje ofensivo del equipo. El uruguayo tomó algunas malas decisiones dentro de la cancha que perturbaron a un sector de la tribuna "millonaria", pero Gallardo tomó la postura de sostenerlo. Incluso llegó a mencionar públicamente el caso de "Pity" Martínez, quien en sus comienzos también supo ser resistido. De algún modo, Gallardo les pidió calma y confianza a esos hinchas propensos a la queja para con el uruguayo.
El domingo, en la victoria 2 a 1 ante Vélez en Liniers, Gallardo sorprendió al ponerlo de titular pese a que el colombiano Juan Fernando Quintero se recuperó a tiempo de una tendinitis. Y De La Cruz jugó uno de sus mejores partidos con la camiseta de la banda roja, a la que ya defendió en 37 ocasiones. Sin la presión del Monumental, se lo vio con una soltura que a Gallardo le generó sonrisas internas y que redundó en situaciones positivas para el equipo, como la asistencia que le dio a Rafael Borré en la jugada del 1-0 parcial.
El deseo de todo el cuerpo técnico de River es que esa buena actuación en el José Amalfitani represente algo así como la cabecera de playa para el despegue definitivo del uruguayo, por el que el club de Núñez hizo una fuerte inversión: 4.000.000 de euros por el 30 por ciento del pase. El interrogante es qué hará Gallardo el domingo, en el clásico ante Racing, el puntero de la Superliga: ¿volverá a ponerlo de entrada o le devolverá la titularidad a Enzo Pérez, quien seguramente dejará atrás la fatiga muscular que le impidió estar en Liniers?
Con todo, en De La Cruz hasta ahora convivieron el proyecto interesante con el juvenil al que en algunos partidos hasta pareció faltarle compromiso colectivo para estar a la altura de un equipo de Gallardo. De las 37 veces que se puso la camiseta de River, en 20 fue titular y en 17 lo hizo como suplente. En total, fueron 1970 y un solo gol, ante Lanús en condición de visitante, la noche del 5 a 1 a favor de River en septiembre pasado, con una formación alternativa, por la Superliga.
Le costó adaptarse al cambio que significó para él pasar a jugar en un fútbol más veloz e intenso que el del campeonato uruguayo. Y tampoco le resultó sencillo asimilar un pedido repetido de Gallardo: que se desprendiera más rápido de la pelota para evitar la pierna fuerte que le hacían padecer muchos rivales. Era frecuente verlo desparramarse por el piso ante alguna patada adversaria que podría haber evitado y eso era algo que el técnico de River quería evitar. Recién ahora está empezando a esquivar ese tipo de situaciones, aunque de vez en cuando lo "revolean" porque ese parece ser el único modo de frenarlo en ciertas situaciones.
Que Gallardo siempre tuvo confianza en él quedó de manifiesto en varias de las decisiones que tomó el técnico: lo hizo debutar en un amistoso ante Boca (caída 1 a 0 en San Juan con gol de Junior Benítez), a los pocos días lo puso de titular frente a Defensa y Justicia por la Copa Argentina y el uruguayo se lesionó, y también le dio pista en las semifinales de la Copa Libertadores 2017 ante Lanús y en la final de la Copa Argentina de ese mismo año contra Atlético Tucumán.
En 2018 alternó en los primeros diez partidos de la temporada, hasta que los dolores que sentía en la rodilla derecha derivaron en una operación de meniscos. Recién volvió a jugar en la segunda mitad del año y la readaptación no fue sencilla para él: le costó tener continuidad y quedó relegado a la hora de jugar los partidos importantes, más allá de que Gallardo siempre siguió creyendo en él.
La ida de "Pity" Martínez al Atlanta United de alguna manera le jugó a favor porque Gallardo perdió a su jugador más desequilibrante. La velocidad –ese arranque hiriente- y el buen manejo de pelota de De La Cruz se volvieron ahora armas a las que el "Muñeco" echará mano más seguido. Tanto, que en el José Amalfitani lo hizo jugar bien abierto sobre la banda izquierda, casi desde donde solía arranca el "Pity".
Gallardo confía en que este 2019 marcará la hora del despegue para De La Cruz. Los compañeros también lo apoyan: hasta Juan Fernando Quintero, quien compite con el uruguayo por jugar entre los titulares, le dio un abrazo especial el domingo en Liniers luego del pase gol que le dio a Borré. Mientras tanto, De La Cruz trabaja mucho en el gimnasio para que su físico crezca y que las ventajas que supo dar en ese sentido también queden definitivamente atrás.
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