Resulta una obviedad que una cosa es la selección argentina con Messi y otra muy distinta sin él.
El primer análisis, aún bajo emoción, impone transitar una hipótesis de lógica y de positivismo. La lógica es que en una Copa América donde participan invitados sin predicamento como Japón y especialísimamente Qatar, con sólo su jerarquía nuestra Selección debe pasar de ronda. Vale la pena recordar que sus rivales serán Colombia, Paraguay y Qatar, que clasifican automáticamente los dos primeros, y que además también lo harán los mejores dos terceros.
A priori, es impensable que Argentina no sume cuatro puntos sobre nueve ideales para obtener cuanto menos un tercer puesto, teniendo como sus adversarios más peligrosos a Colombia y Paraguay.
Aunque resulte curioso, la organización logísitica será fundamental para el desarrollo de la actuación argentina por las pronunciadas distancias que deberá unir entre partido y partido.
Ubiquemos a nuestro equipo en una concentración cercana a Porto Alegre, lugar que ofrece grandes facilidades y enorme confortabilidad para entrenar y concentrar.
Si así fuere, Argentina deberá recorrer 11736 kilómetros en seis días para enfrentar a Colombia el 15 (en Salvador de Bahía) y a Paraguay el 19 (en Belo Horizonte), llegando en ambos casos un día antes de cada encuentro. Esto le permitirá esperar el tercer encuentro en su lugar de concentración antes de enfrentar a Qatar. Mejor aún, todo cuanto transcurra a partir de la clasificación le quedará relativamente cerca.
Esto amerita que juguemos con las posibilidades:
Si es primero, enfrentará al segundo del Grupo C (¿Uruguay? ¿Chile? ¿Japón, que llegó a octavos de final en el Mundial de Rusia perdiendo en un memorable partido frente a Bélgica por 3 a 2?) en el Arena do Corinthians de San Pablo, distante 1143 kilómetros de Porto Alegre.
Pero si fuera segundo debería enfrentar al segundo del Grupo A (¿Perú? ¿Venezuela?) y en ese caso debería trasladarse a Río de Janeiro, que está a 1578 kilómetros.
Por último, si nuestra Selección saliera tercera en su grupo, su rival será quien resulte primero del Grupo A (¿Brasil?) o del Grupo C (¿Uruguay?). En ese último caso -el de tener que jugar contra el local- no se movería de Porto Alegre, pero debería ir Bahía si el rival fuera el líder del Grupo C.
Como se ve, las razones de logística y organización cobran un sentido altamente prioritario por las condiciones programáticas que determinó el sorteo.
En cuanto al fútbol, si tenemos la suerte de contar con Messi, seremos el equipo que presentará al mejor jugador de fútbol del mundo, jerarquizando a sus demás compañeros y al certamen propiamente dicho.
Hoy resulta prematuro arriesgar la reaparición de nuestro último capitán mundialista, toda vez que aún no se ha expedido respecto de su voluntad.
Tampoco sabemos qué implica su regreso. Por cuanto será sólo su participación o su participación y su opinión; y en ese caso, ¿todos los convocados que conocimos hasta hoy continuarán siendo convocados? Y quienes hasta hoy no lo fueron, ¿podrían retornar?
Messi no es sólo la inclusión de un jugador; es mucho más que ello.
Una vez que tengamos clara la convocatoria que habrá de surgir luego del amistoso contra Venezuela (22 de marzo), sabremos cuál será la decisión del técnico Lionel Scaloni y la aprobación del nuevo director general de Selecciones Nacionales, César Luis Menotti.
En cuanto a los adversarios potenciales, nos queda claro que Brasil, Uruguay, Colombia, Chile y Perú llegarán al torneo con la sólida base de equipos consolidados que en el caso de Uruguay, Colombia y Perú realizaron una digna Copa del Mundo, dejando la sensación que en todos los casos pudieron haber avanzado cuanto menos una ronda más.
En cuanto a Japón -de gran crecimiento físico y mejoramiento técnico-, podrá resultar un invitado que amerita respeto. No podemos decir lo mismo de Qatar, que habrá de participar de esta Copa como invitado a favor de su enorme riqueza económica y su condición de organizador de la próxima Copa del Mundo, atributos que no coinciden con su jerarquía futbolística.
Colombia, Paraguay y Ecuador serán siempre adversarios en crecimiento y de plenitud competitiva.
Nadie puede negarle a Brasil su calidad de favorito, de la misma manera que nuestra selección ha hecho de la Copa América un tributo al éxito, habiendo llegado casi siempre al último partido, con distinta suerte.
Si Argentina lograre pasar con holgura los primeros dos partidos y asegurar su clasificación como primero, le quedará la alternativa de descansar en el tercer encuentro contra Qatar dándose el lujo de poner un equipo alternativo y llegar a cuartos de final en mejores condiciones físicas.
Ése será el momento -cuartos de final- en que debiera comenzar realmente la Copa América para nuestra Selección.
SEGUÍ LEYENDO: