El lado B de Márcico: sus vivencias en Francia, por qué el PSG nunca ganará la Champions y la adicción a la gaseosa que lo llevó a consumir 6 litros por día

El "Beto" relató parte de su trayectoria como profesional en el exterior y recordó las crudas experiencias de vida que le tocó atravesar

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Barro y potrero. Sueños y gambetas. Hambre de triunfo. Alberto José Márcico es uno de los futbolistas de Boca más emblemáticos en las últimas décadas, pero tiene un fuerte vínculo sentimental con otros clubes. En esta entrevista mostró su lado B, su cara menos conocida. Ferro Carril Oeste, Toulouse y Gimnasia y Esgrima La Plata, entidades con las que también se identifica y en las que fue y es idolatrado.

Beto tiene un hermano mellizo y otros tres mayores que él. Nació en Corrientes y se instaló en el barrio de La Boca cuando todavía no tenía consciencia. Creció a pocas cuadras de la Bombonera y formó lazos sociales allí dentro. Pero el Márcico profesional se gestó en Ferro. Ahí empezó a fantasear con la idea de dar el salto al fútbol europeo, sin saber que también haría que la utopía de jugar en Boca dejara de ser tal.

"Estuve nominado tres veces para el Olimpia de Plata (1982/1983/1984). Primero me ganó el Loco Gatti y después Bochini. El tercero lo gané yo. Mi objetivo era jugar en Europa pero en aquella época había que estar cuatro o cinco años en muy buen nivel para hacerlo", recordó. La puerta al Viejo Continente era mucho más chica por la ausencia del pasaporte comunitario y la limitación de solamente dos cupos para extranjeros en los equipos.

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Para ejemplificarlo, Márcico señaló el caso de Jorge Burruchaga: "Hizo el gol de la final del Mundial 86 y terminó en el Nantes, cuando hoy estaría en el Milan o el Barcelona".

Antes de dar el zarpazo, sufrió: jugó "por el 20 por ciento" (ley que obligaba a los futbolistas a permanecer dos años en el club con el mismo sueldo una vez concluido su contrato) y no llegaba a fin de mes. "Vivía de los premios y de los zapatos que me pagaba la selección argentina, estuve muy mal a nivel financiero. Cuando tuve la posibilidad de irme, ni lo dudé", confesó.

El “Beto” se dio el gusto de jugar en Europa para el Toulouse francés
El “Beto” se dio el gusto de jugar en Europa para el Toulouse francés

Tres clubes europeos lo buscaron: Torino, Sevilla y Toulouse. ¿Por qué se inclinó por Francia? "Me gustaba mucho ese fútbol, tenían un campeonato de la puta madre y yo llegué en la mejor época con una camada integrada por Gabriel Calderón, Burruchaga, el Pipa Higuaín (padre), el Chino Tapia y Roberto Cabañas", argumentó.

El nivel futbolístico en territorio galo era excelente porque mantenían a casi todas las figuras nacionales, a excepción de Michel Platini, quien militaba en la Juventus de Italia.

Pero no todo era color de rosa. Ya no sentía el mismo fervor que en Argentina. "No son de los más pasionales. Me acuerdo que en el primer partido nuestros hinchas aplaudieron a un rival por haber hecho una buena jugada. Tarantini me explicaba que era así, pero yo estaba acostumbrado a que te putearan ni bien llegabas a la cancha del otro equipo. Es otra historia, aunque me adapté y Francia es un país que amo mucho".

Márcico saboreó las mieles del éxito y gozó de los lujos con los que se deleitan los futbolistas de mayor renombre. Sin embargo, no olvida los esfuerzos realizados durante su niñez y adolescencia y reivindica la profesión: "Perdés muchísimas cosas, sufrís dolores, cansancio… Pero si volviera a nacer, eligiría ser futbolista, no tengo ninguna duda".

El hombre que considera a las redes sociales como "un basurero" también ve reflejada una falta de educación total en la sociedad argentina actual, disímil a la francesa.

Pero en terreno deportivo, realizó una fuerte crítica a su fútbol, centrándose en el equipo más poderoso de su liga en los últimos años: "Al PSG le va a costar muchísimo ser campeón de la Champions League por la mentalidad. El francés es especial, su tradición no es el fútbol, lo vivís en el día a día con ellos. Por más que le pongas los jugadores que le pongas, le va a costar".

FERRO, GIMNASIA LA PLATA Y SU FRUSTRADO PASO COMO DT

"Tuve la suerte de ser querido e ídolo en todos los clubes donde jugué", dice el Beto. No hace mucho, recibió un galardón en Toulouse por ser el mejor jugador de su historia. Él se quita méritos y guarda esa ofrenda como una caricia al alma.

Y también habla de los otros equipos de los que está pendiente cada fin de semana: Ferro y Gimnasia y Esgrima La Plata.

"Ferro tiene un lugar en mi corazón, siempre viví agradecido a Ferro. Y también le di, fue algo mutuo". Tuvo la chance de cerrar su carrera allí, cuando se marchó de Boca a mediados de los 90. Pero la misma quedó trunca, pese al deseo de Gerónimo Saccardi y Oscar Garré, la dupla técnica del Verdolaga en ese entonces. Allí apareció el Lobo platense en su camino y recta final.

Márcico tuvo un breve paso como entrenador de Nueva Chicago junto a Giunta (Foto Baires)
Márcico tuvo un breve paso como entrenador de Nueva Chicago junto a Giunta (Foto Baires)

"Me reuní cinco veces con el presidente de Ferro (Felipe Evangelista) y no me hizo ninguna propuesta. A la segunda vez que lo hice con Héctor Domínguez, vice de Gimnasia, me tiró 12 cheques arriba de la mesa. ¡Me compró! La hizo bárbaro. Le pedí que esperara a que le comunicara mi decisión a Ferro, llamé a Cacho y Oscar y les expliqué que necesitaba cerrar el tema porque me perjudicaba el no estar haciendo pretemporada. Por suerte me entendieron", recapituló.

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Arribó al Tripero con 35 años, sin tanta explosión pero con gasolina en el tanque. "La gente pensó 'este, con la edad que tiene, ¿a qué viene?'. Pero anduvimos bien, íbamos punteros y yo era goleador del campeonato. Me tocó hacerle dos goles a Platense, con el que había mucha rivalidad, y fue un amor terrible. Cuando hay posibilidades de que sea campeón, deseo que se concrete, lo necesita la gente por el sentimiento que le tiene al club", es una porción de la que fue su estadía en la institución platense.

Márcico en Ferro, durante los inicios de su carrera profesional
Márcico en Ferro, durante los inicios de su carrera profesional

Después de colgar los botines, Márcico se preparó para ser entrenador y emprendió un desafío con su íntimo amigo Blas Armando Giunta en Nueva Chicago. Los resultados no fueron los esperados y allí se percató de que la conducción técnica no era lo suyo: "No es para mí. El Viejo Griguol nos decía '¿saben lo que es hablar todos los días con ustedes? Ustedes son todos unos negros' ¡y tenía razón! Todos los días poner los conitos en la cancha y repetir las mismas cosas no me va".

Luego de su alejamiento del Torito, tuvo dos ofrecimientos de clubes de Primera que rechazó. Con 58 años, no descarta reinsertarse en el mundo del fútbol aunque desde otro lugar: "Me encanataría trabajar como manager".

SU INSÓLITA ADICCIÓN A LA GASEOSA COLA

"Tomaba 6 litros de Coca Cola por día. Eran las botellas de vidrio, no existía la light ni nada. Lo hice como seis o siete años seguidos mientras jugaba. Desayunaba gaseosa, antes del entrenamiento me tomaba un litro, después del entrenamiento me tomaba otro litro y cuando llegaba a mi casa otro litro", reveló. Esta adicción le provocó cólicos durante su estadía en Francia y ahí se vio obligado a realizar un tratamiento con medicamentos durante diez días para lavar su estómago.

Hoy por hoy bebe algún que otro vaso de gaseosa durante la semana pero le tomó el gusto a otra bebida, de origen francés: "Me pasé al champagne, ja".

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