Aunque su carrera como entrenador acumule más de 25 años en la Primera B Nacional y la élite del fútbol argentino, por más que logró títulos locales e internacionales, que con Arsenal o Huracán se haya transformado en una "piedra en el zapato" de los poderosos, desde que se transformó en el entrenador de Boca, Gustavo Alfaro vive las horas de mayor exposición de su carrera. También el apodo que lo acompañó en los bancos de suplentes. Lechuga es el alias de este entrenador de 56 años que afronta el desafío de su vida. Ahora bien, ¿cuál es el origen?
El propio Alfaro lo narró en 2015, en una entrevista con la revista El Gráfico. El autor, que hoy más que nunca debería reclamar el copyright, fue "Ricardo Borgoño, un amigo de la infancia". Aunque llegó a jugar en Primera como mediocampista central, se desempeñaba en un rol inusual cuando surgió la ocurrencia de su compañero.
"A los 6 años jugando en el baby de Atlético de Rafaela, un día faltó el arquero y, como el técnico me ponía en todos los puestos, me mandó al arco. Anduve bien y al final dijo: '¡Qué grande el arquero Lechuga', porque tenía la cabeza como una planta de lechuga, llena de rulos. Y quedó", explicó Alfaro en la entrevista. Hoy esa "Lechuga" queda oculta en el cabello siempre corto y prolijo que lo caracterizó desde que comenzó a dirigir profesionalmente. Jamás la dejó aflorar, aunque el apodo se haya transformado en un sello.
"De hecho, si hoy vas a Rafaela y preguntás por Gustavo Alfaro, te dicen: '¿Quién? ¿Lechuga?'. Ya está, es una parte de mi documento de identidad", concluyó la anécdota. Pues bien, el hombre del discurso florido, si logra el declamado objetivo de ganar la Copa Libertadores, conseguirá que toda la hinchada de Boca se convierta en vegetariana.