La mejor posición de un juez en el campo es aquella que le permite tomar una decisión acertada. Y aunque se cuenta con un protocolo para transitar el campo de juego para cumplir mejor con el reglamento, el estado físico es fundamental para estar cerca de la jugada y poder resolver técnica y disciplinariamente en milésimas de segundos.
Los jueces deben tener la capacidad física para desplazarse todo el encuentro siguiendo de cerca todas las jugadas. La distancia aconsejada es aproximadamente entre 12 y 15 metros.
El árbitro asistente hace un recorrido durante el encuentro de entre 5 y siete kilómetros. Para lograr esos promedios deben contar con un programa de entrenamientos que tenga de 4 a 5 sesiones semanales más el partido.
Mientras un jugador profesional tiene un promedio durante los 90 minutos de aproximadamente de 14 kilómetros por partidos, aquel hombre que puede pasar inadvertido o llegar a ser el villano del juego realiza un esfuerzo superior al futbolista, puesto que en los 90 minutos un árbitro alcanza a correr alrededor de 14,5 kilómetros.
En la Copa del Mundo de Rusia 2018 se vislumbraba un fútbol más físico que técnico, lo que llevó a un trabajo previo de los árbitros basado en resistencia, velocidad, agilidad y fuerza; para esto se someten a dos pruebas físicas, en las cuales se simula la acción que tendrán en un partido real.
Las pruebas obligatorias consisten en dos mediciones:
Velocidad: para lo cual realizan seis piques con un minuto de recuperación entre uno y otro, y con tiempos límites. Con dos sprint desaprobados quedan excluidos de la prueba.
Prueba intermitente: realizan cuarenta carreras de 75 metros por 25 metros de recuperación caminando, en quince segundos los hombres y 18 segundos las mujeres.
La comisión de árbitros tiene la obligación de exigir a sus agremiados FIFA que mantengan un nivel de condición física que les permita dirigir encuentros de alto nivel competitivo como la Copa del Mundo y otros torneos internacionales.
Antes, la FIFA consideraba que el árbitro de nivel internacional demostraba una buena capacidad física solo con superar el Test de Cooper (la prueba se basa en recorrer la mayor distancia posible en 12 minutos, hasta llegar al límite de la resistencia). Ahora, las nuevas pruebas físicas que establece la FIFA son un filtro que permiten garantizar que los árbitros que las aprueben no tendrán ningún problema para dirigir encuentros acordes al nuevo ritmo que exigen las competencias.
Además de lo físico, los árbitros deben enfrentar situaciones psicológicas en el terreno de juego, como distinguir entre una falta real o una fingida, escuchar los disgustos y soportar los reclamos de los jugadores y del público; tomar decisiones que pueden ser cruciales para el encuentro, sabiendo que toda la culpa sobre una mala decisión recaerá en él.
Para lidiar con estas presiones, la FIFA, a partir del año 2007, modificó sus capacitaciones arbitrales, y lanzó el Programa de Asistencia al Arbitraje, en el que se indica que el entrenamiento del árbitro debe ser siempre supervisado por algún especialista, para que el programa de acondicionamiento físico se aplique en forma personalizada, evitando con ello alguna posible lesión. El programa también cubre la técnica, el reglamento, el aspecto personal y siempre se toma un ensayo físico antes de abordar cada curso.
Por eso, la correcta condición física de los árbitros es esencial para aumentar los aciertos y minimizar los errores. Es cierto que los protagonistas siempre son los jugadores, pero en el fútbol de hoy los jueces tienen que estar tan preparados como sus dirigidos. Al fin y al cabo, durante los noventa minutos, el árbitro habrá corrido más que el mejor jugador del partido.
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