Es el Rey de Copas, pero su visión hacia el futuro es una cuenta pendiente más allá de que lentamente empieza a revertirse. Así lo expone Alerta Rojo, el libro que describe al detalles el lado B del fútbol argentino, ya que sólo uno de cada cien juveniles de los torneos de la AFA llega a la Primera División.
La obra de los hermanos Panqui y Pedro Molina, cuenta con la recopilación de decenas de testimonios que revelan historias inéditas de un mundo donde las ilusiones luchan contra el desarraigo, la violencia, los abusos, el hambre y abandono.
Desde que Independiente vendió a Sergio Agüero en 2006, llegaron a Primera 68 jugadores surgidos de sus canteras, entre ellos, 14 solo disputaron un partido mientras que 15 lo hicieron en más de 50 ocasiones, por lo cual la mayoría de los juveniles, después de años de lucha e ilusión, deben rearmar sus vidas cuando quedan libres en diciembre.
El sistema darwiniano no considera a muchos juveniles que, de un día para el otro, deben reconstruir su vida fuera del fútbol. Una pincelada que se inicia en Avellaneda pero que expone la pintura completa del fútbol argentino. Tal vez la peor parte de la vida del jugador se remita a su etapa de formación, ya que algunos fueron sometidos a las terribles humillaciones como el hambre, la violencia, los abusos y el abandono.
Una pensión que funcionaba como aguantadero es la de Independiente, donde los barrabravas repartían comida vencida, se llenaba de representantes inescrupulosos y hasta un dirigente de peso terminó preso por la relación con los dueños de la tribuna. Además, otro que estaba a cargo de las pensiones del club murió misteriosamente en la cárcel, cuando varios jóvenes eran víctimas de una red de pedofilia.
Los relatos que componen el libro evidencian que en el mundo del fútbol los chicos casi nunca son prioridad. Uno de los que brindó su testimonio es el defensor del Rojo, Fabricio Bustos, quien dio detalles de la compleja infancia que vivió en la entidad de Avellaneda, quien hubiera preferido que "el fútbol fuese un hobby".
"Me preparé para jugar y no para la vida", señaló Brian Simone, un ex jugador de las Inferiores de Independiente, mientras que Juan Cruz Anselmi, ex coordinador de preparadores físicos, indicó: "Lo que más me indignaba y me dolía era la pensión. Te daban ganas de irte a la mierda. Era indigna, invivible".
En tanto, Ariel Ruiz, psicólogo de las canteras del club comentó que "poquitos vivirán del fútbol y es importante que los que se vayan de acá, se vayan con algo", mientras que también dio su opinión el futbolista Franco Bellocq, quien surgió de las divisiones menores del Rojo y actualmente se encuentra en el Asteras Tripoli de Grecia: "La vida del futbolista es puro sacrificio y hasta sufrimiento, porque no es normal irte de tu casa los 12 años para jugar al fútbol".
"Cuando sos pibe, pensás que te las sabés todas y es bueno darse golpes cada tanto. A mí me gustaba ir al casino, mi vieja me cagaba a pedos y por ahí le mentía", reveló Hernán Fredes, otro futbolista surgido de del club de Avellaneda.
Por su parte, Fernando Langenauer, coordinador de la pensión, expresó: "A los 13 años nadie está seguro de que quiere ser futbolista. Algunos están dando vueltas en pensiones desde los 8 años y vos no sabés la base que traen de la casa". La lista se extiende y las historias con extremadamente desgarradoras. Una investigación que se pregunta a quién le importa las inferiores.
El libro se puede adquirir únicamente por intermedio del sitio web oficial de Alerta Rojo.
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