"Palo, palo, palo, palo bonito, palo es, eeeh, somos campeones otra vez". El plantel de River canta arriba del micro y al mismo tiempo apoyan sus teléfonos móviles en las ventanas del micro, para filmar el otro lado, la multitud de hinchas del Millonario que los imitan y cantan el "palo, palo, palo, palo bonito".
Desde adentro y desde afuera del ómnibus contribuyeron al clima, armaron la previa del gran festejo en el Monumental. Porque, hay que decirlo, la Policía de Seguridad Aeroportuaria recomendó los fanáticos no concurrir a Ezeiza para recibir a la delegación que logró la Copa Libertadores en la Superfinal contra Boca, pero desde varias horas antes de que el avión tocara la pista del Ministro Pistarini, cientos de millonarios ya colmaban los costados de la Autopista Ricchieri. Y desbordaban cualquier precaución, como si se tratara de una gambeta del Pity Martínez, que está loco, según el cántico en loop.
Y hubo dedicatorias al clásico rival, víctima en la definición de la Copa Libertadores. Y los hinchas, en motos, en autos, acompañaron al micro en el recorrido; sabían que, en el interior, viajaba el trofeo más preciado, el que Rodrigo Mora bajó del avión, el que Marcelo Gallardo, como entrenador, ya había logrado en 2015, y repitió en 2018. "Muñeeeco, Muñeeeco", atronó entre los apasionados escoltas cuando lo detectaron detrás de los cristales. Así, el camino, que se esperaba que demorara alrededor de 30 o 40 minutos, demoró mucho más.
Recién en la General Paz, con menos espacio en las banquinas para la ubicación de los hinchas, el tránsito del micro se hizo algo más fluido, pero ni aún así los ídolos de River continuaron solos. La caravana espontánea los siguió con banderas, cantitos y bocinazos. El prólogo ideal para el festejo en el Monumental.
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