De noche, la plaza de Cibeles y su tradicional fuente, donde suele festejar sus títulos el Real Madrid, se transforma en un gran espectáculo policromático. A unos 200 metros se divisa la Puerta de Alcalá, otro lugar emblemático de Madrid, y sus luces de color azul que contrastan con las de color fucsia y verde que predominan en Cibeles. Por allí pueden verse desde el miércoles a muchos hinchas de River y de Boca llegados desde distintas partes del mundo para asistir el domingo a la final menos pensada en tierras españolas: el Superclásico, por la Copa Libertadores y en el Santiago Bernabéu. A Alfredo Di Stéfano, que supo defender ambos colores, y brilló y fue presidente honorario del Real Madrid hasta su muerte en 2014, jamás se le hubiera ocurrido.
Infobae realizó una suerte de encuesta entre 30 personas que recorrían la Gran Vía, una de las calles principales de la capital española, y la conclusión es que ocho de cada diez están al tanto de que el domingo se definirá aquí el campeón de la Libertadores, esa obsesión. De esos 30, apenas cinco irán el domingo al Bernabéu a ver el partido. Y los cinco coincidieron en que les interesa más el colorido y el calor que prometen darle ambas hinchadas que lo que puedan brindar ambos equipos futbolísticamente.
"Yo ya saqué mi entrada y voy a ir porque me interesa mucho el ambiente que los argentinos generan en las tribunas", afirma Fidel, un treintañero español que dice ir a todos los partidos que el Real Madrid juega de local. "Al único jugador que conozco de todos los que van a estar es a Enzo Pérez, que estaba en el Valencia", agrega, con un gorrito de lana de color negro en su cabeza para combatir el frío, que no es cruel, pero cuando empieza a caer la noche se siente bastante.
Álvaro, también nacido en Madrid, estará en el Bernabéu "porque una vez leí un articulo de un medio ingles que decía que uno no podía morirse sin ver un Superclásico argentino". Y añade: "El juego me interesa, pero más me atrae el espectáculo de las tribunas. Ustedes son especiales en eso de generar grandes ambientes". En efecto, el Superclásico, en La Bombonera, fue colocado en el puesto número uno de los 50 acontecimientos que cualquier aficionado al deporte debería disfrutar antes de morirse, según un informe del diario inglés The Observer.
Marga, una española de de 54 años, dice tener "familiares argentinos que son fanáticos de River y que viven cerca del Monumental". "¿Los vas a recibir en tu casa?", le pregunta Infobae. "No van a venir porque los pasajes les salían muy caros. Se quedaron con las ganas", responde. "¿Cómo puede ser que en Buenos Aires el partido se suspendió porque atacaron el ómnibus del Boca a piedrazos? Recién vi eso en mi Instagram", dice, contando su fuente de consulta. "Ojalá que los violentos no vengan porque aquí queremos estar en paz", reafirma, ya con tono de preocupación.
Sara, de 32 años, camina a la altura del 100 de la Gran Vía con dos bolsas de casas de ropa que también están en la Argentina y, cuando escucha River y Boca, mira como si le hablaran en otro idioma. "Disculpa, pero el fútbol no me interesa ni un poquito", se excusa, respetuosa, y elegante en su andar.
La mayoría de los hoteles de la zona céntrica de Madrid tienen una particularidad por estos días: ofrecen entradas para la final del domingo que van de 250 a 400 euros. Las calles de la ciudad solo denuncian que aquí se jugara la final de la Libertadores cuando se dejan ver las camisetas blancas y rojas de los de River, y las azules y amarillas de los de Boca.
Por los demás, no se ven ni carteles ni afiches que indiquen que aquí se consagrará el nuevo campeón de América y por lo tanto potencial rival del Real Madrid, campeón europeo, en la final del Mundial de Clubes que se jugara el 22 de diciembre en Abu Dhabi.
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