Fue un bochorno y un desafío público. Casi a la medianoche, Rafael Di Zeo organizó junto a Mauro Martín el operativo despedida del plantel de Boca. Se pusieron adelante del micro y, como dando a entender que ellos iban a cuidar lo que la Policía no pudo, iban despejando el camino para que el vehículo avanzara entre la multitud azul y amarilla. Las imágenes quedaron reflejadas en todo el planeta y a la madrugada, cuando el vuelo había despegado a Madrid, los líderes de La Doce festejaron en un bar entre Lugano y Mataderos haber cumplido el objetivo: estar otra vez en el centro de la escena. Porque la verdadera escena, el Bernabéu, tendrá a varios de ellos en la tribuna, pero no a todos, dado que tienen prohibición de concurrencia. Este mediodía, cuando despertaron, la mueca de alegría mutó en preocupación: porque quién sí viajó a España es el rival en la barra, el hombre al que más le han temido todo este tiempo: Maximiliano Mazzaro, quien fue el cerebro de La Doce entre 2007 y 2013, y aunque siempre juró no volver, su fantasma ronda cada partido que juega Boca.
¿Quién es y qué fue de la vida de Mazzaro en este tiempo? Ingresó en la popular de Boca a comienzos de la década pasada, cuando ya manejaba un grupo de gente de La Matanza con base en el barrio Los Pinos y tenía contactos fluidos con la política de la zona y la Bonaerense. Hizo migas rápido con Mauro Martín y como le vio don de mando, Rafael Di Zeo lo encaramó rápido en el paravalancha. Es más, los Di Zeo le salvaron la vida: en una discusión por el reparto de plata del superclásico del Apertura 2004, Mazzaro fue apuñalado por Juan Castro, líder de la facción Moreno de la barra, quien veía cómo el hombre de La Matanza cada vez adquiría más tajada. Se desangraba esa tarde Mazzaro hasta que Fernando Di Zeo, hermano del líder, lo cargó al hombró y lo llevó al Argerich, distante a seis cuadras del episodio violento. Lo atendieron de urgencia y de ese día sólo le quedó una marca en el cuerpo y al poco tiempo, volvió a la tribuna.
Y si bien estaba bajo la égida de los Di Zeo, su grupo era el que iba al frente en cada pelea. Eso y una relación inseparable con Mauro Martín selló sus destinos.
Se quedaron definitivamente con la barra en 2007, cuando los Di Zeo cayeron en prisión. Y ya no saldrían hasta 2011. Cuando Rafa, al salir de la cárcel en 2011, quiso volver, se encontró con que si bien la cara en la barra la ponía Mauro, era Mazzaro el que digitaba todo y el que impedía su regreso para no compartir negocio. Y juró venganza.
Que llegó cuando el hombre de La Matanza cayó detenido acusado de participar del crimen de un vecino de Mauro Martín, hecho por el que estuvo preso un año y medio, hasta que en el juicio oral en octubre de 2014 fue declarado inocente. Ahí recuperó su libertad y pensó que podía volver a la barra, que por entonces dominaba su amigo, Cristian Fido Devaux. La ilusión le duró poco: con la venia de la dirigencia y los organismos de Seguridad, Rafael Di Zeo y Mauro Martín se aliaron y tras una guerra de guerrillas de cuatro meses, en enero de 2015 lograron el control de la tribuna, echando a Fido y también a todos los amigos de Mazzaro, algunos de los cuales, para no quedarse afuera del negocio, terminaron traicionándolo y volviendo al redil de La Doce, ya en manos de los nuevos dueños.
Así, el ex líder se refugió en su pago chico y desde ahí se fortaleció como puntero político, con negocios propios y también con el Mercado Central y armó un grupo, La Banda Mostro, para ganar la tribuna del club Almirante Brown. Y aunque en más de una oportunidad intentó volver a La Bombonera, entre el derecho de admisión y la decisión del club de no ganarse un nuevo problema, lo dejaron fuera de competencia. Hasta ahora: esta mañana tomó un vuelo de Iberia rumbo a Barcelona. Iba con cinco personas, entre ellas su mujer. De allí, un tren de alta velocidad lo depositará en Madrid. Y si las autoridades españolas no disponen lo contrario, el domingo estará en el Bernabéu sintiéndose parte de Boca, como en los viejos tiempos, y anhelando, quizá, un futuro como capo barra otra vez.
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