El día que Di Zeo les "enseñó" cómo ser barrabravas a los Ultra Sur del Real Madrid

Cuando lideraba La Doce montó una "universidad barra" donde los jefes de los hinchas de distintos equipos del mundo aprendían a manejar una tribuna y hacerla rentable. Los del Madrid fueron sus mejores alumnos, hasta que el presidente del club español -donde el domingo se juega la Libertadores de América- terminó definitivamente con ellos, la violencia y los oscuros negocios

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Rafael Di Zeo fue el jefe
Rafael Di Zeo fue el jefe de La Doce y montó una “universidad de barras” para enseñar a manejar una tribuna y hacer negocios rentables a los jefes de los hinchas de otros equipos del mundo (AFP)

"¿Vos te creés que conmigo preso la violencia se va a terminar? ¿Vos te creés que si nos juntan a todos en una plaza y nos matan, la violencia se va a terminar? No, no se va a terminar nunca. ¿Sabés por qué? Porque esto es una escuela. Es herencia, herencia y herencia. Viene desde 1931, cuando los de River ya cobraban a manos de los bosteros. Y seguirá por siempre. Porque el fútbol es así. La violencia no la generamos nosotros, solo sucede. Está ahí, en el fútbol. La policía arma un operativo de seguridad para que no pase nada. Pero cuando falla y se encuentran dos barras, sucede. Y eso no se va a terminar jamás".

La frase, cargada de realismo visceral, abre el libro La Doce, la verdadera historia de la barra brava de Boca. Y quien la pronuncia es el ícono de los violentos argentinos por antonomasia: Rafael Di Zeo. Quien, redoblando la apuesta, agregó: "Si la violencia es una escuela, el posgrado se hace en La Doce". Pero con una salvedad: los alumnos no son solo aquellos que integran el grupo delictivo afincado en La Bombonera. Porque a caballito de la fama mundial adquirida por La Doce, Di Zeo montó casi 15 años atrás un negocio lucrativo que fue enseñar a barras de otros países cómo manejar una tribuna y hacerla rentable.

Y entre sus mejores alumnos estuvo la Ultra Sur, el grupo radical del Real Madrid que dominó buen tiempo la tribuna baja sur del Santiago Bernabéu, estadio que recibirá la final de la Copa Libertadores este domingo y donde La Doce cree que gracias a sus contactos y enseñanzas pasadas, volverá a ser local.

La historia de la relación entre La Doce y la barra Merengue nació en 2005. Por entonces, Di Zeo había visto el filón de armar el Adrenalina Tour, un experimento de turismo alternativo que facturaba con europeos aburridos en busca de experiencias tercermundistas. Asociado a un operador turístico que trabajaba con los hoteles cinco estrellas de la ciudad, montó "Un día con La Doce", un programa en el cual cada domingo un grupo de turistas iba temprano a Casa Amarilla, disfrutaba de los preparativos y el choripán con la barra, después entraba con ella a la segunda bandeja y se ubicaba en el lugar más seguro de La Doce, justo arriba de donde están las trompetas, siempre custodiados por miembros de la segunda línea.

Los jefes de la barra
Los jefes de la barra brava xeneixe, Rafael Di Zeo y Mauro Martin (NA)

"Vivir un partido en medio de La Doce es el sueño de todo el mundo. Los gringos no lo pueden creer. Y nosotros les damos el gusto", admitía Di Zeo que se quedaba para la barra con 150 dólares per cápita cada domingo (los grupos llegaban a ser de hasta 40 personas). Una fortuna.

El éxito fue tal que el rumor corrió rápido por el viejo mundo. Y ahí Di Zeo vio otro filón: la escuela de barrabravas. Porque había muchos violentos europeos y del resto de Latinoamérica que no podían creer cómo La Doce podía vivir y muy bien solo de trabajar de barras.

El curso consistía en pasar no menos de 15 días en el país para ver todo el operativo tanto de local como de visitante que armaba La Doce. Los alumnos asistían a las reuniones en Casa Amarilla para armar la logística, conocían a quienes se encargaban de inventar las canciones, escuchaban por teléfono en conferencia las conversaciones con los dirigentes para la obtención del dinero para los micros y la recolección de los tickets, les mostraban la fábrica de "trapos" que tenía Rody Soria en la empresa Megatelones (hace la mayoría de las banderas de las barras argentinas y extendió su trabajo a países vecinos) y hasta algunos estuvieron reunidos con los policías de la comisaría 24 para conocer los límites de dónde y cómo moverse.

Parece Netflix pero era todo real. Por entonces, Di Zeo era profesor de violentos y sus alumnos más avanzados provenían de México (Pumas, Tigres de Guadalajara y América), Colombia (Atlético Medellín, Independiente Santa Fe), Ecuador (Liga Deportiva, Emelec) y europeos, cuyos mejores alumnos fueron los del Mónaco de Francia y Real Madrid.

El curso completo, que enseñaba cómo moverse para extorsionar, revender entradas, hacer merchandising ilegal y demás negocios, costaba por entonces 5.000 euros pasaje incluido. Y al finalizar, casi como una graduación universitaria, se llevaban un CD con las canciones y había un seguimiento online de todo. Cuando a los argentinos les sorprende que en todo el mundo se cante lo mismo que en los estadios de nuestro país, ya saben quiénes hicieron escuela.

El escándalo saltó cuando en una reunión en Colombia de jefes de seguridad deportiva de países latinoamericanos, sus pares le comunicaron a Javier Castrilli, por entonces jefe del área en la Argentina, que el auge de la violencia en el fútbol en el continente tenía que ver con la escuela que había montado La Doce.

Y eso quedó graficado ante las cámaras de televisión el 8 de octubre de 2006, cuando Di Zeo negoció con el programa Blog de Canal 9 que filmaran todo la organización de La Doce concurriendo al Monumental, donde se jugaba el Superclásico del Apertura 06 (que ganaría River 3 a 1).

Allí, entre tanto montaje barra, estaba uno de los capos de la Ultra Sur, la grada violenta del Real Madrid, haciendo su examen práctico para obtener el título. Y Di Zeo lo mostró en cámara y después se ufanó ante las cámaras gritando: "La Doce es como Harvard, una universidad para aprender a ser barra".

El Santiago Bernabéu donde se
El Santiago Bernabéu donde se jugará la final de la Copa Libertadores entre Boca y River (AFP)

Los líderes merengues se fueron obnubilados y dispuestos a seguir los consejos en la Madre Patria. Como nunca, el Santiago Bernabéu comenzó a sentir su presencia. Las tácticas de La Doce habían dado resultado y cada vez más la Ultra Sur exigía beneficios extorsivos a la dirigencia. Y Di Zeo viajaba regularmente a España a visitar a familiares por parte materna y encontrarse con sus ex alumnos. Madrid era su segundo hogar.

Por entonces, en un informe de la revista española Interviú, la policía reconocía viajes regulares de hasta 5 miembros de radicales madrilistas a la Argentina para perfeccionar todo.

 

El crecimiento exponencial de la Ultra Sur llevó a la dirigencia del club a tomar una medida drástica: en 2013, el presidente Florentino Pérez cerró al público la grada sur baja donde iban los ultras, les retiró todos los abonos que utilizaban, muchos de los cuales iban a la reventa, armó un cerco con la policía y quienes se oponían a las nuevas reglas de juego terminaron presos.

Fue un trabajo de siete meses que terminó, gracias al apoyo del Estado, con la barra. Hoy ese sector se llama grada de animación, tiene 1600 butacas y está formado por integrantes de las peñas del club que poco tienen que ver con aquellos delincuentes a los que había tenido de alumnos el profesor Rafael Di Zeo.

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