¿Qué hacer con Boca y River en una Copa Libertadores que quedará como un manchón de la historia?

Por Daniel Roberto Viola *

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(Nicolás Aboaf)
(Nicolás Aboaf)

La Confederación Sudamericana de Fútbol, a través de su presidente, el paraguayo Alejandro Domínguez ha resuelto que el partido revancha de la Superfinal entre River Plate y Boca Juniors no se jugará en el estadio Monumental ni en Argentina. Finalmente, luego de una serie de idas y vueltas, ha prevalecido la lógica deportiva para sanear en parte el caos de organización exhibido durante el último mes en nuestro país.

Para fundar esta decisión, el presidente de la Conmebol ha dejado constancia "conforme a los hechos de violencia ocurridos en Buenos Aires, los cuales pusieron en riesgo la seguridad de los jugadores, oficiales y aficionados, incluso con hechos delictuales que las autoridades de la República Argentina se encuentran aun investigando, resulta prudente que el partido final no se juegue en dicho país".

Renglón seguido, bajo la invocación de los principios de "integridad, continuidad y estabilidad de las competiciones", más el juego limpio deportivo y financiero, Domínguez decidió que el partido revancha se juegue el día 8 ó 9 de diciembre, en horario y sede a designarse, sujeto al fallo del Tribunal Disciplinario. En tanto, un ministro de seguridad porteño renunció al cargo asumiendo su responsabilidad por el frustrado operativo de seguridad. Tras los disturbios y destrozos producidos en las inmediaciones del estadio de River, se inició una esgrima verbal entre los presidentes de River y de Boca. "El partido se jugará en el Monumental y con público" (D´Onofrio). "No aceptamos jugar ningún partido" (Angelici).

El antagonismo fue madurando con el correr de las horas, dejándose de lado el llamado "pacto de caballeros" firmado días atrás. Los dirigentes boquenses, con su presidente Daniel Angelici a la cabeza, están convencidos que los vericuetos del reglamento disciplinario les permitirán alzarse con la Copa Libertadores sin jugar el partido revancha. Y, de ser necesario, acudirán al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS).

Pero si bien existen las normas punitivas que establecen la descalificación del club infractor, los tiempos del procedimiento disciplinario van a contramano. La magnitud de este evento deportivo exige de una comprensión integral de la problemática, más allá de la letra y el espíritu del reglamento. Y, en ese marco, es atendible que lo deportivo y lo económico vayan juntos en un mismo sentido, para no perder el halo de credibilidad sobre Sudamérica (Infantino, presidente de la FIFA dijo que está espantado por un futuro Mundial en esta parte del planeta).

En la "Era de la civilización del espectáculo" (tal como la denomina Mario Vargas Llosa), el fútbol concita a miles de millones de televidentes globales. Así, la industria del entretenimiento no es ajena a la implicancia de los reglamentos deportivos, más aún cuando está en juego disputar una final con los dos clubes más convocantes de Argentina. Por ese motivo, no serían suficientes las 46 páginas y los videos acompañados por la dirigencia de Boca. Como tampoco el profuso descargo generado por River servirá para deslindar responsabilidades por la sobreventa y reventa de entradas de los barras conocidos como "Los Borrachos del Tablón".

Más allá de los legítimos derechos e intereses deportivos y económicos de cada club, sus autoridades no han advertido en grado suficiente el daño a la imagen que ha sufrido esta competencia a nivel mundial. Y esa falta de realismo los lleva a "seguir tirando de la soga" como si fuera un desafío estudiantil, llevando la disputa a los escritorios de una entidad cuyos antecedentes en la materia disciplinaria son muy cuestionables.

Nadie reparó tampoco que el último fin de semana sobre el estadio Monumental sobrevoló "el fantasma de la Puerta 12", cuando el 23 de junio de 1968 murieron aplastados 71 hinchas de Boca. ¿Qué hubiera pasado este domingo si Pablo Pérez hubiera levantado la Copa en la ceremonia de coronación del campeón? ¿Cómo hubieran reaccionado los barras de River dentro y fuera del estadio? ¿Qué hubiera pasado con los festejos en el Obelisco?

Ante el panorama desolador a la hora de responder estos interrogantes, concluimos que la decisión de postergar el partido ha salvado muchas vidas. La sociedad argentina vive en estado beligerante y los grupos violentos dominan las calles. El fútbol no es la excepción y es utilizado como reducto para financiar a los barrabravas de tiempo completo.

(Nicolás Aboaf)
(Nicolás Aboaf)

Esta superfinal ya está perdida para ambos clubes y hasta bien pudo habérsela declarado desierta. River será duramente sancionado más allá del resultado del partido. Boca apunta a agotar todas las instancias administrativas en una batalla leguleya que no tiene horizonte. Todavía resta por resolver la encrucijada de dónde se jugará el partido y, si se hará a puertas cerradas o sin hinchas argentinos. Paraguay o Emiratos Árabes.

Quizás se lo lleve el mejor postor como en una subasta. Tras bajarse el demorado telón de la Libertadores, esta edición quedará como un manchón en la historia del fútbol sudamericano. No es difícil presagiar que como esta Copa no habrá ninguna igual.

*Abogado UBA – Director de Iusport.com Latinoamérica

 
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