Después de los incidentes en los alrededores del estadio, del turbulento ingreso del plantel de Boca, con el plantel visiblemente afectado por las agresiones y el gas, se desarrolló una reunión de autoridades en las oficinas del estadio para determinar cuál será el futuro de la Superfinal. Y allí se definió que el duelo se jugará.
Participaron de la misma Rodolfo D'Onofrio, presidente de River, Daniel Angelici, titular de Boca y Alejandro Domínguez, máxima autoridad de la Conmebol. También participaron directivos de las diferentes entidades y se acercó Diego Santilli, vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Posteriormente se sumó Gianni Infantino, titular de la FIFA.
En principio, la Conmebol informó a través de su cuenta de Twitter que el partido se postergó para las 18 y luego para las 19.15, aunque continúa demorado. Durante la reunión, se analizó la postergación. Pero para la Confederación Sudamericana estaban dadas las condiciones para que se disputara el partido, mientras que Boca entiende que sus futbolistas no se encontraban aptos. De todas maneras, se impuso la mirada de la Confederación Sudamericana, que puntualizó que no pudo constatar la lesión en los ojos de Pablo Pérez.