Esta vez, la lengua ponzoñosa de Guillermo Barros Schelotto se activará del lado de afuera de la línea de cal. Hace 14 años, en una situación similar, su picardía fue gran protagonista de la semifinal de vuelta de la Copa Libertadores 2004 entre River y Boca en el Monumental. En aquella ocasión, el equipo que conducía Carlos Bianchi cayó 2-1 (en la ida había ganado 1-0), pero luego se impuso por penales para alcanzar un lugar en la final. Y, en el momento más caliente del duelo, surgió la capacidad del Mellizo para enloquecer adversarios… Y árbitros.
¿Fue Guillermo el que hizo expulsar a Rubens Sambueza a seis minutos del epílogo? ¿Qué sucedió luego de que inmortalizara a Javier Sodero, el entrenador de arqueros del cuerpo técnico de Leonardo Astrada, como "ese señor que no sé cómo se llama me está insultando"? Infobae fue a las fuentes y logró decodificar lo que la lectura de labios no consiguió, a instantes de un nuevo cruce decisivo entre River y Boca, esta vez, por la Superfinal de la Copa Libertadores 2018. Y con Barros Schelotto, una vez más, como personaje principal.
Aquel 17 de junio de 2004, a pesar de que muchos medios habían publicado que el equipo arbitral se hallaba concentrado en una quinta en el Conurbano, Gilberto Taddeo entró a trabajar a las 7 de la mañana en la productora gráfica donde se desempeña como encargado desde hace 38 años. A las 15 salió de la empresa, volvió a su casa, se bañó, durmió una siesta y se juntó con el resto de sus compañeros (Héctor Baldassi, el juez principal, Rodolfo Otero, el otro árbitro asistente, y Horacio Elizondo, el cuarto) para merendar y concurrir juntos al Monumental. Tenían menuda tarea por delante: dirigir el Superclásico que definiría al rival de Once Caldas de Colombia (a la postre, el campeón) en la final de la Copa.
Retirado hace ocho años, con seis River-Boca en el lomo, Taddeo aceptó recordar aquella noche, en el umbral de otro gran duelo. "Este clásico emociona a todos. Y uno tiene el arbitraje en la sangre. Sigo yendo a la cancha y por ahí estoy sentado en la platea y siento el olorcito al pasto", palpita la Superfinal.
Retrocediendo en el tiempo, el ex árbitro asistente derrumba el mito que indica que cuando Guillermo le dijo a Sambueza "me parece que te echó", en relación al árbitro, allí se dio el exabrupto que sacó al mediocampista del campo de juego. "Guillermo con Sambueza no hizo nada, fue más un comentario. Siempre hay un diálogo; el que jugó al fútbol sabe que no podés no hablar con jugador. No tiene nada que ver Guillermo en la expulsión, fue un arrebato de Sambueza por su ímpetu y juventud. Los jugadores de River reclamaron yo no había visto un foul, cuando en realidad Ricardo Rojas se lesionó porque se le clavó la pierna en el pasto. Sambueza vino, me insultó y lo expulsaron por eso", le quitó el velo a la leyenda.
El actual director técnico de Boca no quedó conforme con haber "participado" en la expulsión de un adversario. Intentó también ralear el banco de suplentes. De ahí aquel "ese señor que no sé cómo se llama me está insultando" en referencia al ex arquero Sodero. "Me estaba hablando a mí cuando tiró esa frase. Guillermo sabía mejor que yo quién era, era una picardía. Y después lo entendió todo el mundo. A partir de ahí se empezaron a tapar más la boca los jugadores", revela Taddeo.
-¿Y vos qué le respondiste?
-Era una cuestión de pícaro. Le dije: "Jugá, sacá el lateral, ¿qué querés que te diga?. A vos te insulta él y a mí 50.000 personas". Guillermo se rió y siguió jugando.
No fue la única anécdota que el ex árbitro atesora con Barros Schelotto. "Un día, yo siendo juez de línea, en un Boca-Gimnasia de Jujuy, se lastima Sergio Pezzotta, y termino dirigiendo yo. Pierde Boca 1-0 ante Gimnasia descendido y, en una jugada, le hicieron un foul a Guillermo. Cuando lo cobro,me dice: '¿Vas a dar descuento?' Y le respondí: '¿Qué querés? Si en 90 minutos no hicieron un gol, lo vas a hacer el descuento'", se divierte.
"Ojalá que en esta final también se juegue al fútbol; en la ida los dos intentaron. River jugó con claridad, Boca golpeó primero y abrió el marcador, no hubo agresiones y los jugadores que uno ve más ásperos buscaron poner un marco de piedad", describió, desde el punto de vista arbitral, la primera Superfinal. Ahora disfrutará sin la lengua de Guillermo como un aguijón, siempre dentro del marco de la picardía.
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