Luego de varias idas y vueltas, y de una segunda reunión entre las autoridades de River, Boca, la FIFA (con la presencia del mismísimo Gianni Infantino) y la Confederación Sudamericana, quedó postergada la segunda Superfinal de la Copa Libertadores, a raíz de los incidentes en los alrededores del Monumental y en la llegada del micro del Xeneize.
Participaron de la misma Rodolfo D'Onofrio y Daniel Angelici, presidentes de los clubes, Alejandro Domínguez, titular de la Confederación Sudamericana y representantes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En principio, luego de la rotura de cuatro vidrios del micro del conjunto visitante y de que la delegación fuera afectada por los gases lacrimógenos que la Policía había lanzado para contener a hinchas locales que querían saltar los controles.
En primera instancia, la Conmebol postergó el encuentro para las 18 horas y luego a las 19.15, pero las chances de que se disputara disminuyeron ostensiblemente luego de que Pablo Pérez y el juvenil Gonzalo Lamardo fueron trasladados al Sanatorio Otamendi. Ante la coyuntura, la postura de Boca fue la de que el plantel que conduce Guillermo Barros Schelotto no estaban en condiciones de jugar el encuentro. Y River estaba de acuerdo.
"Estamos en esta situación por culpa de los inadaptados. Hay un acuerdo entre los clubes, un pacto de caballeros, prima el sentido común. el partido pasa para mañana (por este domingo) a las 17", indicó Alejandro Domínguez, titular de la Conmebol.
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