Copa Libertadores 2004, semifinal de ida, Bombonera. Raúl Cascini sale rápido desde su campo con la pelota, lo persigue Marcelo Gallardo, en una acción a contramano de la habitualidad. El Muñeco se ve superado, lo toca de atrás y lo derrumba. El Mosquito reacciona, lo increpa. El enlace adelanta su cabeza, en una actitud agresiva. Del borbollón asoma Claudio Martín, el árbitro rosarino que intenta disminuir la electricidad de la escena: les muestra la tarjeta roja a Gallardo y a Cascini, pero no consigue el objetivo. Se desarrolla uno de los momentos más recordados de los Superclásicos del milenio, pero no precisamente por su belleza futbolística. Empujones, insultos y el corolario de la noche más oscura del hoy director técnico de River: el "arañazo" a Roberto Abbondanzieri, arquero de Boca, que ya había recibido un tirón de pelo por parte de Horacio Ameli.
El encuentro, que terminó con victoria 1-0 del Xeneize, gracias al gol de Rolando Schiavi, cuatro minutos antes de la hecatombe, finaló con otro expulsado: Ariel Garcé. Y contó con más secuencias de pugilato o catch que con juego atildado. La revancha no bajó las revoluciones: el Millonario ganó 2-1 y, en los penales, el elenco de Carlos Bianchi consiguió el pasaje a la final, que luego perdió contra Once Caldas.
Siempre temperamental, de todas maneras, Gallardo estaba más acostumbrado a recibir golpes que a propinarlos. ¿Qué lo llevó a aquella reacción explosiva, que dio inicio a la recordada trifulca? Uno de los protagonistas de aquella jornada aceptó desmenuzar los detalles de aquella historia con Infobae.
"Se olfateaba que en algún momento podía suceder algo así, el ambiente estaba bastante caldeado. Esas situaciones normalmente las controlaba bien, pero esa vez, no pude". El árbitro Claudio Martín abre las puertas de la intimidad de la pelea. "Después de la falta de Gallardo a Cascini, opté por lo más lógico que era que se fueran los dos, pero la verdad es que el clima recién se calmó cuando lo expulsé a Garcé", explica sobre el bajón de temperatura, que se dio sobre el final de la primera etapa.
El encontronazo con Cascini resultó la chispa ideal para la montaña de pólvora que se venía acumulando en el organizador de juego. "A los 10 minutos ya lo habían atendido (Javier) Villarreal y Cascini, las faltas ocasionaron dos tarjetas amarillas. Creo que hubo una estrategia para que Gallardo no pudiera jugar", revela sus sensaciones 14 años después y antes de un nuevo cruce copero, esta vez, en la final de la Libertadores.
El juez rosarino, hoy devenido en analista de arbitraje en programas de TV de su ciudad, explica que intentó evitar el arañazo, pero la efervescencia era tal que no lo consiguió. "Había muchos que querían calmar, pero uno te empuja, otro que te tira el pelo… Y no podés controlar a todos. Yo vi el arañazo. En ese momento le dije a Brazenas (entonces cuarto árbitro) que se llevara a Abbondanzieri porque íbamos a tener que expulsarlo también. En todo conflicto, un expulsado quiero llevarse a otro", confiesa qué táctica observó en Gallardo, luego de que supiera que el partido para él había terminado.
¿Imaginaba Martín tamaña "batalla" cuando fue designado? "Yo sabía que no iba a dirigir un partido de carmelitas descalzas, no me desayuné con esto. Me habían designado 15 días antes. Y yo no sufría la previa del partido, sí el post partido, hasta que las imágenes aparecieran en Fútbol de Primera, por ejemplo", revela. De todos modos, no le guarda rencor a Gallardo por haberlo hecho parte de una escena que trascendió, no por su virtuosismo, precisamente. "No hablé nada con Gallardo después de lo sucedido. Sé que no lo hizo para complicarme el partido; ellos juegan por el honor y el dinero que ganan", se explaya.
"Fue el partido más caliente que me tocó dirigir entre de los de más trascendencia", acepta. El duelo se cerró con una jugada extremadamente polémica. A la salida de un tiro libre, Eduardo Coudet "atajó" un remate dentro del área. "Al final tuve la desgracia de que apareciera la jugada que marcó mi carrera, que fue la atajada de Coudet. No vi dónde rebotó la pelota. Intuí que algo había pasado, pero no lo vi y no lo podía cobrar", se excusa el ex árbitro. "El VAR me hubiera salvado", agrega.
La mano de Coudet que el árbitro no llegó a observar sobre el final del partido
Gallardo. Guillermo Barros Schelotto. Dos de los protagonistas de aquella escaramuza estarán de vuelta frente a frente en la Bombonera. "Gallardo, desde el comportamiento, era normal. Con Guillermo siempre tuve muy buena relación. Nunca un problema, salvo por amonestarlo por algún fallo o una patada de más. Hoy como técnicos están un poco distintos", remarca.
¿Y qué puede pasar en este revival del cruce copero? "Imagino dos partidos muy cerrados, que se van a definir por los detalles y por la categoría que tienen los jugadores. Lo va a definir alguna individualidad. Aunque el fútbol es tan imprevisible que capaz vemos un 5-4", analiza, desde la comodidad que otorga la distancia, lejos de su rol en 2004, cuando le tocó vivir el Superclásico en el cráter del volcán.
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