Allí donde se cebaron mates con manos sudadas y temblorosas, cargadas de ansiedad. Allí donde se respiró tensión, donde muchos caminaron por las paredes. Allí donde se oyeron palabras de aliento y se transmitió confianza a algún compañero de habitación. Allí donde los más experimentados respaldaron dialécticamente a los más jóvenes por los importantes compromisos que se venían. Allí donde se durmió, poco, pero se durmió. Allí, en el hotel en el que se empezó a escribir la historia grande del Boca de Carlos Bianchi, se concentra el equipo de Guillermo Barros Schelotto antes de jugar la primera final de Copa con River.
¿Obligación o cábala?
Las voces oficiales del club aseguraron que el cambio de escenario para la concentración del plantel xeneize se debió a una cuestión de capacidad hotelera. El Hotel Madero, donde venía descansando el plantel en la previa a cada encuentro, en teoría tenía ocupadas sus plazas como para reservar nuevas.
Los de Guillermo tenían previsto viajar este sábado a San Juan para enfrentarse el domingo a San Martín por la duodécima jornada de la Superliga. Pero la designación de las fechas de las finales de la Copa (sábado 10 y sábado 24 de noviembre) obligaron a retocar la agenda. Y ahí surgió el problema (¿o coartada?) para que la concentración se mude al Hotel Intercontinental.
La logística será prácticamente idéntica, ya que entre un complejo hotelero y otro hay 20 cuadras de distancia. Sin embargo, las vísperas del glorioso pasado en el edificio situado en la calle Moreno del barrio de Monserrat están siendo revividas. E invitan a imaginarse que la superstición entró en juego. "Olvidate, es cábala pura", asegura por lo bajo una voz experta y reconocida en el Mundo Boca.
Ayer por la noche, los 21 futbolistas de Boca fueron atravesando uno por uno el playón principal y la puerta de ingreso del hotel. Y se alistaron para cenar con un invitado especial: Daniel Angelici. El presidente decidió dormir junto al plantel y desde ayer al mediodía tenía armada la valija (falto de costumbre, creyó que la concentración empezaba luego del almuerzo).
Angelici aseguró públicamente tener apagado su celular por los constantes mensajes y llamados -de conocidos y extraños- solicitando entradas para el partido e interrumpiendo sus intentos por mantenerse sereno. Pero probablemente lo encienda alguna vez antes del cotejo de ida o digite los botones de un teléfono paralelo para estar comunicado con su círculo íntimo.
No será el único directivo boquense que circulará por los pasillos del cinco estrellas. Otros miembros de la comisión se darán una vuelta a lo largo de hoy viernes y en la mañana del sábado. Juan Carlos Crespi, siempre ligado al seno dirigencial y cercano al plantel, tomará varios cafés y gastará su voz hasta que las agujas marquen el horario del descanso nocturno. Él sí optará por la privacidad de su hogar para relajarse antes de la contienda.
Los trabajos tácticos propuestos por Guillermo en el Complejo Pedro Pompilio servirán para ajustar las últimas piezas y que los jugadores liberen un poco de la adrenalina que se recargará en sus organismos desde esta tarde noche hasta la movilización del ómnibus rumbo a la Bombonera.
Con el correr de las horas, minutos y segundos, se espera que decenas -sino cientos- de fanáticos se paseen por las puertas del búnker azul y oro. Ellos serán los encargados de aclimatar a los protagonistas y anticipar la explosión que causará su llegada al estadio y posteriormente el salto al campo de juego.
Boca levantó la Libertadores en los años 2000, 2001 y 2003 y siempre concentró en el mismo sitio. Hoy, en busca de volver a saborear las mieles del éxito, se refugia con mucha antelación en su histórico refugio.
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