El aire bucólico de Cardales, esa calma casi monástica, cobija al plantel de River en la antesala de la primera final de la Copa Libertadores. A 57 kilómetros del Monumental, la vigilia de Armani, Maidana, Pity Martínez y compañía se consume entre una concentración absoluta, lejos de la histeria que se respira en los alrededores del estadio, caminatas por el verde del lugar y todo tipo de juegos de mesa. Además del repaso de videos de Boca, la planificación del choque de ida guarda un condimento especial: Marcelo Gallardo y Matías Biscay, el encargado de reemplazarlo en la Bombonera, hablan entre sí mucho más que de costumbre. El Muñeco no podrá comunicarse con su tropa durante el partido y busca que la cabeza de Biscay sea algo así como una prolongación de la suya.
Para después de este mediodía estaba previsto que Gallardo repitiera un ritual que le permite despejarse y a la vez disfrutar de un deporte que cada día lo cautiva más: jugar al golf junto a Rodolfo D'Onofrio, Enzo Francescoli y Matías Patanian. "Siempre que el plantel de River viene acá, al menos un día los veo a los cuatro jugando al golf", comenta a Infobae una persona que vive en el complejo Sofitel La Reserva, de Cardales.
Allí el plantel de River se recluyó desde el miércoles a la noche y se quedará hasta mañana cerca del mediodía, cuando todos irán a almorzar al Monumental junto a Gallardo, quien al estar suspendido seguramente se quedará en la concentración del estadio a ver el primer duelo ante Boca. Esta es la séptima vez que el plantel se concentra en Cardales antes de un partido importante. Si bien Gallardo afirma que el motivo de la mudanza de la concentración del Monumental hasta Cardales es buscar calma y aislamiento del clima efervescente y de tensión que viven los hinchas, no es menos cierto que quienes creen en las cuestiones esotéricas dentro del plantel también lo toman como una suerte de cábala: de siete veces en ese lugar, River luego ganó seis partidos y perdió el restante, justamente el último que jugó de local en el Monumental, ante Gremio, por las semifinales de la Libertadores.
Los futbolistas ya vieron videos del juego de Boca tanto en la faceta ofensiva como en la defensiva. Es algo que a Gallardo le gusta repasar en la previa de cada choque y más aún en la antesala de la final más importante en la historia del club. El plantel también pasa mucho tiempo ocioso en Cardales y allí tienen actividades de sobra para matar el tiempo: desde caminatas en grupo por el lugar mate en mano, hasta los juegos más variopintos: bowling, metegol, Play Station, ping pong, pool y truco. El Muñeco suele organizar campeonatos de truco para que las vigilias se vuelvan más amenas.
A Gallardo le gustaría estar alejado por completo de miradas indiscretas, pero es habitual que haya hinchas viendo los entrenamientos desde adentro o desde afuera del complejo, privilegiados por su condición de vecinos del lugar. Ese punto, el de la privacidad, es el único que el técnico preferiría tener más controlado en Cardales. El técnico prefiere que los entrenadores rivales no sepan cómo formará su equipo y por eso suele jugar al misterio con la formación.
Mañana será el momento de comenzar a entrar en contacto con la "realidad" ya desde el mediodía. El plantel irá a almorzar al Monumental, donde la Subcomisión del Hincha de River realizará un banderazo de apoyo que tendrá su correlato en cada lugar del mundo donde haya un hincha del equipo millonario. La salida del plantel hacia la Bombonera desde Núñez será a puro color y calor, casi un rito cuando hay un choque clave en condición de visitante.
Y al llegar a la cancha de Boca se darán cuenta de que Cardales fue un hermoso oasis en medio de tanta adrenalina y tanto nervio junto. Porque la final de la Libertadores también es eso: un compendio de locura del que Gallardo hizo todo lo posible por mantener al margen a su plantel.
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