Marcelo Gallardo es de los técnicos que analizan la previa de cada partido como un mundo en sí mismo. Un mundo en el que todo puede ocurrir, incluso que la formación de su equipo sea poco menos que impensada. El Muñeco, por caso, sorprendió a propios y extraños con los once que puso el 27 de mayo de 2015, cuando River dio vuelta en Belo Horizonte la serie de cuartos de final de la Copa Libertadores que perdía 1 a 0 ante Cruzeiro. La situación viene a cuento porque el martes, en Porto Alegre, River irá tras la misma búsqueda ante Gremio luego de la caída por esa misma diferencia en el Monumental.
En los días previos a aquel encuentro en el Mineirao, las especulaciones periodísticas daban cuenta de que Gallardo podía poner un equipo con mayor caudal futbolístico y de corte ofensivo, con las presencias de Carlos Sánchez, Matías Kranevitter y Gonzalo Martínez en el mediocampo, Leonardo Pisculichi de enganche en lugar de Leonardo Ponzio, y Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez en la delantera. Ante la necesidad de revertir la serie se analizaba que el técnico apostaría por tener mayor volumen de juego y capacidad de desequilibrio individual.
Sin embargo, el exitoso plan de Gallardo resultó completamente diferente. El Muñeco puso un equipo que a priori parecía tomar mayores recaudos defensivos, poco menos que contracultural. A contrapelo de la dudosa lógica de los manuales, mandó al banco de suplentes al "Pity" Martínez y a Pisculichi e incluyó entre los once a Ponzio y a Ariel Rojas.
En consecuencia, River formó con Marcelo Barovero en el arco; Gabriel Mercado, Jonatan Maidana, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni en la defensa; Kranevitter delante de ellos, como una suerte de líbero entre la última línea y los mediocampistas; Carlos Sánchez, Ponzio y Rojas un poco más adelantados; y arriba Mora y Teo.
Gallardo utilizó a Ponzio para salir a presionar alto y ahogar la salida del equipo brasileño. Además, buscó que su equipo estuviera bien parado en todo momento, de manera de evitar un gol en contra que volviera la serie todavía más cuesta arriba, y trató de lastimar en ataque en todo momento.
Más allá del mano a mano que desperdició Willian cuando estaban 0 a 0, River jugó el que para muchos de sus hinchas más veteranos fue el mejor partido del equipo como visitante en la historia de la Libertadores. Buen juego, personalidad y contundencia fue la receta que puso de rodillas al Cruzeiro.
La estrategia le dio resultados más bien rápidamente, ya que a los 19 minutos igualó la serie con un gol del uruguayo Sánchez. Sobre el cierre del primer tiempo, a los 44 minutos, Maidana puso el 2 a 0 con un cabezazo en un córner. Ese gol representó un mazazo anímico para el equipo brasileño, que quedó definitivamente groggy con el golazo de Teo Gutiérrez a los seis minutos de la segunda etapa.
Las críticas previas de muchos hinchas de River hacia Gallardo por poner un equipo que a priori parecía tener poca audacia se convirtieron rápidamente en elogios encendidos para el entrenador, que ya se había ganado el respeto de todos tras eliminar a Boca en las semifinales de la Copa Sudamericana 2014 ganada por su equipo y en la edición 2015 de la Libertadores, en la instancia anterior y luego del lamentable y polémico episodio del gas pimienta en la Bombonera.
A medida que se acerca la hora de la revancha ante Gremio, crece la expectativa sobre qué estrategia utilizará Gallardo para jugar en el Arena do Gremio el martes a las 21.45. ¿Pondrá a Enzo Pérez como mediocampista central para soltar un poco a Ponzio y que el capitán sea el abanderado de la presión? ¿Incluirá a Ignacio Fernández por Juan Fernando Quintero? ¿Estará entre los once Lucas Pratto por Ignacio Scocco, en busca de un delantero con capacidad para jugar de espalda y pivotear constantemente?
Son preguntas que están instaladas y que Gallardo comenzará a responder luego del partido de esta tarde ante Aldosivi, por la Superliga. "Que la gente crea porque tiene con qué creer", afirma Gallardo, el arquitecto del River que desde su llegada consiguió ocho títulos, cinco de ellos internacionales. El mismo que está ante una nueva necesidad de pisar fuerte en Brasil para mantener vivo el principal objetivo de River: conseguir la cuarta Libertadores.
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