No es la primera vez que Racing pierde un partido por responsabilidad de su entrenador. Eduardo Coudet acumula una serie de errores que le representan un precio muy caro a la institución de Avellaneda y el domingo por la noche en la Ciudadela, el Chacho sumó otro punto negativo desde que llegó a la Academia.
Al conjunto albiceleste se le habían presentado las mejores situaciones para quedarse con los tres puntos y escaparse en la cima de la Superliga. La expulsión de Arce a los 17 minutos del primer tiempo y el gol de Solari en el inicio del complemento conformaron un escenario que sólo al técnico con pasado en Rosario Central se le puede escapar.
La insistencia por Cristaldo, la decisión de enviar al banco de suplentes a Marcelo Díaz y el errático cambio de enviar al chileno a la cancha por Pol Fernández (lo ideal hubiera sido que ingrese por Nery Domínguez) fueron algunas de las falencias que demostró el DT y generó la derrota ante San Martín de Tucumán.
Una situación similar a lo que ocurrió en el Cilindro frente a Boca. En un encuentro en el que brilló Lisandro López con sus 2 conquistas que pusieron a Racing en ventaja, Coudet volvió a tener una mala lectura del partido y reemplazó a Licha por Ricardo Centurión. A pesar de contar con la diferencia del 2 a 0 a menos de 10 minutos del final, el Xeneize logró el empate y demostró que el Chacho todavía tiene una materia pendiente para recibirse de director técnico: la de cerrar los partidos.
Otro ejemplo: en la primera fecha del torneo, también en Tucumán, Racing logró ponerse 2 a 0 frente al Decano gracias a los goles de Lisandro López y Gustavo Bou. Como en el segundo tiempo el descuento de Acosta puso contra las cuerdas a la Academia, Coudet decidió sacar a su capitán para que ingrese Centurión (el mismo cambio hizo un tiempo después contra Boca). No conforme con la salida de su máximo referente, ese que sabe manejar los tiempos del partido y también muestra sacrificio en el aspecto defensivo, el Chacho reemplazó a Solari por Schlegel. Un minuto más tarde Barbona selló el 2 a 2.
El papelón frente a Sarmiento de Resistencia por Copa Argentina (eliminación en el debut) con una formación casi titular (atajó Javi García en lugar de Musso, y además fueron titulares Barbieri, Piovi y César Meli, relegando al banco de suplentes a Soto, Orban y Cuadra), fue otro golpe duro que debilitó la imagen del técnico.
El temor a ganarle a River en los octavos de final de la Copa Libertadores fue el caso más extremo de las debilidades de Coudet. En el partido de ida, en Avellaneda, el Millonario jugó más de un tiempo con un hombre menos por la expulsión de Ponzio, pero la Academia prácticamente no llegó al arco de Armani. Aquella noche le faltó valentía y coraje para sacar una ventaja que facilite la revancha.
En el Monumental, en cambio, la pálida producción, propia de un elenco asustadizo y sin motivación, representó una de las frustraciones más recordadas de la era Coudet en Racing. En Núñez la Academia hizo todo mal y el 3 a 0 adverso pudo haber tenido consecuencias más lastimosas si los delanteros de la Banda estaban más precisos. En cada una de las situaciones planteadas, el técnico mostró su fastidio y reconoció la falta de actitud. Sin embargo, el pedido de disculpas a los hinchas no fue suficiente. No se trata de pedir perdón, sino de aprender de las fallas cometidas para no volver a tropezar con la misma piedra. Todavía Racing es puntero, depende de las decisiones que tome el técnico para que lo siga siendo. Su próxima prueba será San Lorenzo en el Cilindro, un clásico en el que no se permiten los errores.
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