Por Matías Palacios, desde Madrid
Es una mañana soleada, lo habitual en Madrid en las primeras semanas de otoño. La cita es en una confitería argentina en la que se sirven medialunas y café con leche en una zona en la que muchos compatriotas suelen vivir: Majadahonda, Las Rozas, a pocos metros de donde se entrena el equipo del Cholo Simeone habitualmente. Ahí está Alejandro Domínguez, o simplemente el Chori, por más que algunos españoles que lo tienen como vecino lo llamen Alejandro. En la actualidad el ex River se entrena por su cuenta ya que tras haber ascendido con el Rayo Vallecano a La Liga, a sus 37 años no tiene club pero sigue pensando en jugar, en lo posible en el fútbol europeo. Es que la Argentina parece lejana y su vuelta al club de Nuñez para despedirse ya quedó simplemente en lo que pudo ser y no fue. En esta charla con Infobae aquel número 10 del river del ascenso se abre y cuenta lo que vivió en aquel equipo de Matías Almeyda, su relación con la actual dirigencia y se confiesa al hablar de un duro trastorno del que pudo recuperarse.
-¿Cómo es tu actualidad?
-Por el momento estoy tomándome un respiro, un descanso. Hoy mi prioridad son mis hijos y mi mujer, pero no dejé el fútbol. En diciembre puede ser que retome porque lo tengo hablado con el Presidente del Rayo y tengo la chance de regresar. Si tengo ganas sé que puedo estar.
-¿Estás para jugar aún?
-Sí, sí, estoy para jugar. Un preparador físico personal con el que trabajé me dio 2 años más por lo menos. Tengo ganas.
-¿Extrañás en este mientras tanto?
-Un poco sí, sobre todo ir a entrenar todos los días con un grupo. Pero ahora estoy liberado y tengo mis horarios. Hoy me puedo acostar más tarde o no. Llevo los nenes al colegio. Vivo una vida tranquila en Madrid.
-Chori, ¿vos quisiste volver a River y no pudiste?
-Sí. Mi idea era regresar y retirarme allá. Y hasta soñaba con una despedida en el Monumental, no sé si tan grande como la de Fernando Cavenaghi, pero no esto que pasó. Sé igualmente que el agradecimiento de la gente lo tengo, porque a cada segundo me llegan mensajes de los hinchas millonarios en redes sociales.
-¿Pero hablaste alguna vez con Marcelo Gallardo o con la dirigencia?
-No, no, no. No lo llamé ni me llamó. Tampoco lo haría. Eso debe ser espontáneo, natural. Ellos deberían comunicarse. Hoy recibo muchos mensajes de hinchas para que llame a Gallardo o a Rodolfo D'Onofrio para volver y no es así. No funciona así. Si un entrenador quiere a un jugador lo llama o lo hace el club. Yo no estoy acostumbrado a que yo tenga que llamar. Yo soy de otra manera. No considero que un jugador tenga que llamar. Se mencionó de una posiblidad en 2017 pero no se dio.
-¿Con esta dirigencia sí hablaste entonces?
-Sí, hablé. Tengo buena relación. Lo vi a D'Onofrio en Rusia durante el Mundial porque nos alojamos en el mismo hotel. Pero como siempre digo esto es un tema futbolístico y el que está como entrenador tiene el derecho a elegir al jugador que quiera.
-¿Ya te hiciste la idea de que no vas a vestirte nuevamente con la camiseta de River?
-Sí. Me es difícil aceptarlo, pero hay que dejar fluir.
-¿Volverías a Argentina para jugar en otro club que no sea River?
-Yo ya dije que solo regresaría a River.
El Chori tiene a River en su pensamiento todos los días. Mira todos sus partidos por más que sea la madrugada española. Está al tanto de todo lo que pasa y cuando habla del club se le ilumina el rostro. En aquel equipo que ascendió a Primera, él junto a quien considera su mejor amigo, casi un hermano, Fernando Cavenaghi, fueron los grandes referentes de aquel plantel que puso a River en su lugar de pertenencia. Y es el momento de hablar de una etapa muy dura que el Chori Domínguez vivió con un serio problema de salud.
-¿Qué recordás de aquella temporada 2011/ 2012?
-A donde íbamos había gente, teníamos un gran recibimiento en todos lados. A mí me dejó muchos recuerdos. Vivimos de todo: disfrutamos, nos preocupamos porque no era fácil conseguir el objetivo pero cumplimos, hicimos nuestro trabajo. Igualmente sobrevivir en ese contexto no es fácil. El día a día, la prensa, todo se hizo muy difícil. Tuvimos que luchar con muchas cosas. La obligación principal era de los dirigentes que lo llevaron hasta ahí abajo. Nosotros con Fer (Cavenaghi) sentimos que el club nos necesitaba y fuimos de corazón. Yo arreglé con el Valencia y viajé. Dimos el paso hacia adelante porque creíamos que lo teníamos que hacer.
-En aquel momento se dijo que vos sufrías ataques de pánico. ¿Qué te pasaba? ¿Fue así?
-Sí, fue verdad. Gracias a Dios ya lo superé aunque en ese momento en River fue duro porque hubo gente que nos quiso hacer daño, complicar nuestro vestuario, lastimarnos ya que el grupo no sabía lo que me pasaba. Por ejemplo se decía "tiene ataques de pánico, es un cagón", todos lo asocian así y yo te aseguro que lo que te pasa no lo podés manejar hasta que no te tratás. Yo lo que viví no se lo deseo a nadie. Solo el que pasa por algo así lo entiende.
-¿Sentías que te ibas a morir?
-Sí, sí, en un vestuario o en cualquier lado. Sucede sin aviso. Y ahí vos debés tener las armas suficiente para poder salir. Yo me traté con Leonardo Seiref que es un psicólogo deportivo al que le tengo mucho cariño y respeto porque me asistió en todo ese año en River. El me ayudó a encontrar el camino para poder salir de ahí y continuar con una vida normal. Cuando a uno le pasa eso es una catástrofe.
-¿Por qué creés que te pasó?
-Por la alta exigencia, la presión. Ahora muchos salen a decir, "no hay presión, el futbolista vive bien" y en verdad cada vez es peor, cada día hay más stress, porque no se trata solo de entrar y jugar un partido. Pasan otras cosas. Hay que adaptarse a los contextos muchas veces. Por ejemplo, yo llegué a Rusia con 22 años, a Kazan y ojo que en ese momento no era la Rusia que vieron ahora en el Mundial. Los entrenamientos y las concentraciones eran de régimen militar, me tenía que lavar la ropa y limpiar los botines algo que en Argentina no hacía; en mi casa no teníamos internet ni TV por cable, no saber el idioma te pone triste. Todo eso me dejo una enseñanza pero fue duro. No es como dicen que el jugador está realizado y que no tiene presión
-¿Los primeros síntomas de tu trastorno comenzaron en Rusia?
-Sí. Arrancaron luego de un choque de cabezas que tuve con un compañero. Fue un golpe duro y estuve una semana internado y un mes sin jugar.
-¿Ya estás recuperado?
-Gracias a Dios lo superé (sonríe de felicidad, le cambia la cara). Fue una situación complicada, me pasaba de todo. Ya pasó. Conocí las herramientas que debés utilizar en estos casos. Se me acercaron muchas personas a las que le sucede para consultarme y yo les dí mi opinión, les conté lo que había aprendido. En el deporte esto es más frecuente de lo que se cree solo que no se dice. La persona que pasa por algo así está sufriendo. Yo me imagino seguir ligado al fútbol así que estoy para ayudar a alguien que lo esté padeciendo.
El Chori que nació en el humilde barrio de San Francisco Solano en el Gran Buenos Aires, transitó varios caminos tras su debut en Quilmes. Rusia, Grecia y España, tanto en Valencia como en Madrid, fueron los destinos que el fútbol lo trasladó. Pero hoy el futuro propio y familiar lo imagina en Europa y no en Argentina por distintas razones.
-Dijiste que podías llegar a jugar 2 años más ¿Y después qué? ¿Director técnico?
-No, no hice el curso de DT, no me apasiona por ahora y yo creo que debes hacer cosas que te apasionen. Los que me conocen dicen que podría ser un buen entrenador pero no me veo. Sí me gustaría estar ligado a algún club como director deportivo. Tengo una muy buena relación con los dirigentes del Olympiakos de Atenas, allí dejé una muy buena imagen. Aunque por el momento espero que en diciembre surja algo nuevo para jugar.
-Y mientras tanto la vida es en Madrid, ¿por qué?
-Sí, en principio nos armamos para seguir acá. Los chicos van al colegio y es difícil moverlos. La prioridad es mi familia y acá estamos bien, hay tranquilidad.
-¿Viajás seguido a Argentina?
-No mucho. Nuestro país cambió. Se perdió el respeto, algo fundamental. Argentina está peor porque en tres puestos fundamentales que son educación, salud y seguridad se paga muy poco. A los maestros, los médicos y a la policía los tenés que tener bien cuidados, son prioridad. Si vos a esas personas las tenés bien, todo va a funcionar mejor. Acá en cambio, hay respeto por la vida. Si cruzás la calle, los coches paran. Seguramente al leer todo esto digan "bueno, quedate en Europa", ya que es la mentalidad que puede existir. Cada uno que opine como quiera. Aunque el que tiene la posiblidad de ver y vivir otra cosa, entra en duda.
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