No tiene la fama del Athletic de Bilbao, ni el de la Real Sociedad. Tampoco su presupuesto. Es uno de los equipos más sufridos del País Vasco, pero su público conmueve con un apoyo incondicional poniéndole voz a las canciones que también se escuchan en el Cilindro de Avellaneda o el Monumental de Núñez.
Ya lo reflejan sus banderas en el momento en que los jugadores salen a la cancha: "A un club no lo hace grande sus títulos. Lo hace grande su gente". Los fanáticos del Deportivo Alavés tuvieron la oportunidad de confirmar su hipótesis justamente contra el Real Madrid, la potencia europea más ganadora del mundo.
Si bien el básquet es el deporte principal en Vitoria, la pasión también llegó al fútbol. Baskonia, la casa donde alguna vez jugó Luifa Scola y Chapu Nocioni (entre otros argentinos), es el máximo orgullo de los hinchas pero el sentimiento se comparte con las tribunas del estadio de Mendizorroza.
El sábado por la noche se vivió un día histórico. El gol de Manu García Sánchez provocó una locura impensada, ya que la última victoria que había conseguido el humilde conjunto del norte de España ante el Merengue por Liga había sido el 8 de marzo de 1931.
Tuvieron que pasar más de 87 años para que el pueblo albiazul deje de rodillas a la Casa Blanca. Una situación similar a la que sucedió en la Copa del Rey de la temporada 1997/98, cuando los vascos se impusieron por la mínima diferencia y eliminaron a las estrellas en los octavos de final.
Los momentos que viví, todo lo que yo dejé, por seguir a mi glorioso nadie lo puede entender. Me emociono al recordar, las hazañas del ayer, las victorias del pasado me enseñaron a creer que nunca te rendirás, que te dejarás la piel, que este escudo es lo mas grande siempre lo defenderé….
Muchachos traigan vino juega el Alavés, que esta grada esta de fiesta, hoy no podemos perder.
Muchachos traigan vino juega el Alavés me emborracho bien borracho si el Jaén se va a la B.
La canción que creó la hinchada de All Boys, popularizó Racing y hoy también suena en River es una clara muestra del ADN que tienen los simpatizantes del Alavés.
A diferencia de lo que ocurre en el San Mamés, donde los espectadores siguen las acciones del campo de juego sentados como en un teatro, en el estadio de Mendizorroza los fanáticos viven los partidos alentando, saltando y cantando los temas argentinos convertidos en españoles.
Viajar allá donde tu juegues con mi gente de Iraultza, de fiesta animando al glorioso para que meta un gol, ven y podrás comprobar lo que dice la gente, que los mejores animando son los del Alavés.
Llevo toda la semana esperando el partido, para disfrutar como cada domingo con el deportivo. Banderas, palmeos y bombos que marcan el ritmo, un nuevo tifo nos vuelve a tapar, ya nadie puede dejar de botar, todo el fondo unido cantará una vez más: otra vez en Europa quiero verte jugar. Otro hit con el ritmo de Callejeros que es furor en el fútbol argentino.
Cada fin de semana cerca de 20 mil personas llenan su cancha para imponer el sello que los identifica. Cuando uno va a ver al Alavés no pretende admirar la calidad estética que pueden ostentar figuras de la talla de Luka Modric, Toni Kroos o Gareth Bale. El show lo brinda la gente. Y en algunos casos, el apoyo incondicional de su hinchada puede contribuir para lograr sueños impensados. Como el que sucedió el sábado por la noche cuando el elenco albiazul se ubicó en la cima de la tabla de posiciones luego de vencer al Real Madrid en su casa. Esa jornada quedará marcada como el día en que la pasión le ganó al dinero.
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