Boca Juniors ha tenido una semana para el olvido. Tras la derrota de local en el Superclásico ante River por la Superliga, sufrió la eliminación de la Copa Argentina a manos de Gimnasia de La Plata con un gol en el último minuto del partido. Estas dos caídas hicieron crecer los fantasmas dentro del plantel y hasta han llegado a poner en duda la continuidad del entrenador Guillermo Barros Schelotto al frente del equipo.
El mal clima que ya se había evidenciado en el duelo ante "El Millonario" con la pelea en pleno campo de juego entre Mauro Zárate y Edwin Cardona volvió a quedar al desnudo en el cruce con "El Lobo".
"Mentalmente no estaban de la mejor manera. Perdían una pelota y se fastidiaban. Adentro de la cancha los jugadores a veces no se trataban bien. Era la bronca que tenían del fin de semana pasado porque perdieron de local el Superclásico", dijo el defensor de Gimnasia Gonzalo Piovi.
Para el futbolista del "Lobo", el buen rendimiento de su equipo fue determinante para agudizar ese mal humor del rival: "Obvio que estaban sensibles y más cuando no nos pudieron lastimar en ningún momento. Ellos en el primer tiempo tuvieron solo dos tiros al arco y eso los fastidió más. En el segundo tiempo no nos pudieron entrar. Nosotros estábamos tranquilos porque sabíamos que las cosas las estaban haciendo bien y eso es lo importante".
"Nos dio bronca que se subestimara al equipo. Los partidos primero hay que jugarlos. Nosotros lo tomamos con tranquilidad, pero eso nos hace más fuertes para después poder salir a la cancha y demostrar que estamos a la altura. Por eso la alegría de ganarle a un equipo como Boca, pero más por las cosas que se dijeron antes", agregó el defensor en diálogo con "Salimos jugando" por Radio El Mundo.
El equipo de Barros Schelotto sufrió otro duro revés y ahora su gran posibilidad de recuperación es el partido de vuelta ante Cruzeiro por los cuartos de final de la Copa Libertadores (el jueves, a las 21:45). En el duelo ante los brasileros, el entrenador deberá levantar a su equipo futbolística y anímicamente con el fin de encauzar el rumbo.
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