Fueron 20 allanamientos, quince presos y una historia que demuestra una vez más cómo el cáncer de las barras bravas se potenció con el mundo de la droga y se convirtió en una fuerza delictiva de alto poder de fuego: esta madrugada cayó la barra de Laferrere, acusada de manejar buena parte del narcotráfico de La Matanza. Y la investigación, que llevaba unos cuantos meses, tuvo un aporte esencial gracias al mundo futbolero: todo se aceleró cuando tres de los máximos capos del paravalancha aparecieron por Rusia para ver el Mundial dándose una vida de millonarios.
Había algo ahí que no cerraba. El jefe de la Agencia de Prevención en Espectáculos Deportivos (Aprevide), Juan Manuel Lugones, mandó un alerta a Buenos Aires y, entre escuchas y tareas de inteligencia, el juez federal de Morón, Néstor Barral, descubrió que el grueso del dinero provenía del negocio narco. Y actuó en consecuencia. En los procedimientos se secuestraron 1.400 dosis de paco, 1.100 de cocaína y un kilo y medio de marihuana, además de nueve armas de fuego de distintos calibres, diez vehículos y las banderas y bombos de la barra.
La barra del Villero, como se lo conoce al equipo del oeste bonaerense, no es una más: tiene peso específico en esa zona muy populosa del Conurbano y múltiples conexiones políticas que la erigieron en un polo de poder importante. Desde mediados de los 90 y hasta 2013, fue gobernada por la facción La Banda Eterna, que lideraban Miguel Balladar y Héctor Roy Pastrana.
Este último grupo perdió la pulseada porque tras aliarse al kirchnerismo en Hinchadas Unidas Argentinas no repartió entre los barrios el viaje al Mundial de Sudáfrica. Al regreso, los disidentes comenzaron a aliarse y a comienzos de 2013 le cayeron armados hasta los dientes a la casa a Miguelito, el que guardaba las banderas, para sacárselas, y después le comentaron de ese mismo modo pacífico a Roy y Balladar que sus tiempos estaban terminados.
Por entonces, la barra de Lafe tenía dos negocios: trabajar para Lafer Bus, la empresa que con 35 combis hacía el recorrido hasta el centro, y cobrar por seguridad a los negocios de la avenida Luro, la principal de Laferrere. Todo bajo el paraguas de la protección política.
Pero la nueva barra, que reúne a los violentos de los barrios San Carlos, La Marconi, Spiro, Giardino y KM 24 y 26 de la Ruta 3, decidió ampliar el rubro hacia la venta de estupefacientes y el robo a mano armada y tarifar las pintadas políticas en todo su territorio. Para eso trabaron relación con la barra brava de Atlético Medellín de Colombia, que pasó a ser la proveedora de la droga que se distribuía en Laferrere, Esteban Echeverría, Virrey del Pino, González Catán e Isidro Casanova.
El contacto fue un grupo de La Paternal, conocido como Los Peruanos, que también había tenido injerencia en la barra de Argentinos Juniors y era liderado por un barra identificado como "El Gordo", que según la investigación judicial se llama Edgardo Vallejos y vive en la villa La Carbonilla de la Capital. Este puso a su segundo, el "Pelado" Alexis, a manejar la popular de Laferrere para tener todo el negocio abrochado y los distribuidores de la venta al menudeo de la droga también salían del núcleo de una hinchada que mueve 500 personas y que también maneja el negocio de los remises truchos en esa zona del Conurbano.
Hubo una redada en 2015 donde quedaron 11 detenidos que fueron capturados con un arsenal de armas de guerra, pero en diez días ya estaban de nuevo en la calle. Con ese halo de impunidad, siguieron armando el negocio y los punteros narco pasaron de negociar con ellos para entrar a los barrios a asociarse directamente a la barra. Y el dinero ilegal empezó a fluir. Y de esa mano también los problemas: tiroteos varios hasta que uno de los jefes, el "Negro" Toledo, con antecedentes por estupefacientes y robos, cayó preso el año pasado acusado de homicidio.
La situación en Laferrere comenzó a hacerse insoportable y, de a poco, la Justicia empezó a actuar. Los fueron siguiendo sigilosamente hasta que la ostentación de su buena vida en el Mundial aceleró los tiempos: esta madrugada comenzó la redada para terminar con "el paravalancha narco de la Ruta Tres", tal como se conoce en la jerga tribunera a la barra brava de Laferrere.
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