Durante la década del 90, el Superclásico se tiñó con los colores de Boca, que consiguió 10 victorias contra cuatro de su eterno rival. En el imaginario popular se instaló una sensación inequívoca: River jugaba mejor que Boca en los clásicos pero los triunfos casi siempre eran festejados por la hinchada azul y oro. Entre 2000 y 2010, a Boca ya no le resultó tan sencillo celebrar tan asiduamente ante el eterno rival: consiguió siete victorias, contra seis de River. El quiebre que el Millonario tanto esperaba se produjo en 2014, a partir de la llegada de Marcelo Gallardo a la dirección técnica. ¿El secreto? El Muñeco supo instalar dos cosas en las cabezas de sus jugadores: una mentalidad ganadora a prueba de balas, y el convencimiento de que a esa clase de partidos se los gana con juego, inteligencia y corazón.
"Gallardo nos hace salir a la cancha convencidos de que este equipo es capaz de ganarle a cualquiera. Y esa es la mentalidad con la que jugamos cada uno de los Superclásicos, concentrados desde el primer minuto y convencidos de que tenemos que jugar con mucha personalidad", dijo Leonardo Ponzio, el capitán de River, a Infobae.
En efecto, Gallardo se transformó tanto en el nuevo mesías de River como en la kriptonita de Boca, en especial porque su equipo supo quedarse con los duelos más importantes de los últimos cuatro años y medio. Todo comenzó en las semifinales de la Copa Sudamericana 2014: igualaron sin goles el choque de ida en la Bombonera y River se impuso 1 a 0 en el Monumental con aquel recordado gol de Leonardo Pisculichi, la misma noche en la que Marcelo Barovero le atajó un penal a Emmanuel Gigliotti en el comienzo del juego.
"Levantamos un pagaré histórico", dijo Matías Patanian, entonces vicepresidente de River, luego de aquel triunfo, en alusión a la eliminación sufrida por el equipo en las semifinales de la Libertadores 2004 en el Monumental, por penales y sin hinchas visitantes en las tribunas. La posterior obtención de esa Sudamericana cortó con una racha de diecisiete años sin títulos internacionales para el club de Núñez.
Al año siguiente volvieron a verse la cara por los octavos de final de la Copa Libertadores: River ganó 1 a 0 en el Monumental con un gol de penal del uruguayo Carlos Sánchez y en la Bombonera igualaban sin goles al cabo del primer tiempo cuando un ataque con gas pimienta de los hinchas de Boca a los jugadores Millonarios obligó a la suspensión del partido. La Conmebol le dio la serie por ganada a River, que luego avanzó a paso firme en esa Copa y la terminó conquistando por tercera vez en su historia.
Dos veces en seis meses, fue el lema con el que alimentaron el folklore los hinchas de River, que en marzo de este año gozaron de otra victoria histórica: el 2 a 0 en la final de la Supercopa Argentina, en Mendoza, con los goles de Gonzalo Martínez, de penal, y de Ignacio Scocco. Fue la segunda final de la historia, luego de la que Boca había ganado 1 a 0 en el Nacional de 1976, en la cancha de Racing.
Curiosamente, Gallardo enfrentó cinco veces como entrenador de River a Boca en el Monumental por campeonatos locales y no ganó ninguna: sufrió tres caídas y hubo dos empates. Igualaron 1-1 en 2014, ganó Boca 1-0 en 2015, empataron 0-0 en el primer semestre de 2016, Boca se impuso 4-2 también en 2016, y los Xeneizes volvieron a festejar en noviembre de 2017, por 2 a 1. Sí, en cambio, le ganó a Boca en Núñez los dos duelos más importantes: los ya mencionados de la Sudamericana 2014 y de la Libertadores 2015.
Con el Muñeco en el banco de suplentes, River encontró la fórmula para ganarle seguido en la Bombonera, donde River festejó en los últimos dos Superclásicos: 3 a 1 el 14 de mayo del año pasado y 2 a 0 ayer. En ambos casos, con un equipo que mostró personalidad, que supo imponer condiciones y que de a ratos despertó murmullos de impotencia de parte de los hinchas de Boca, molestos por el modo en que los dirigidos por Gallardo manejaron la pelota en la Bombonera.
"Contra Boca son los partidos que más disfruto", suele decir Gallardo ante su gente de confianza. Tras la victoria en la Bombonera, contó que en la previa les dijo a sus jugadores que estaba muy confiado en ellos porque notaba un equipo tranquilo, confiado y con templanza. El nuevo triunfo, que además le permitió a River estirar su racha invicta nada menos que a 29 partidos oficiales, le dio la razón. Gallardo está convencido de lo que quiere y, lo que es más importante, se lo sabe transmitir a sus jugadores.
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