Corrían los primeros años de la década del 2000 y Diego Maradona buscaba reponerse de sus adicciones en La Pradera, en Cuba, cuando un italiano se apersonó en la puerta del complejo con el objetivo de trabar relación con el Diez. La respuesta al desconocido fue un no rotundo, sin embargo, obstinado, no abdicó.
Stefano Ceci contaba con algo de recursos para solventarse la estadía, pero alejarse de La Pradera podía minarle las oportunidades. Se había "enamorado" del Diez como todo napolitano que vivió en éxtasis los años en los que el astro le arrebató la corona a la Italia poderosa, la del Norte, para hacerla brillar en el Sur de su país, en su humilde Napoli. Incluso, atesoraba una foto de cuando era un niño y había logrado arrancarle una imagen eterna. En consecuencia, cual indigente, Stefano decidió hacer base en la puerta. Allí durmió una, dos, tres noches, observando los movimientos del entorno de Maradona, pero sin suerte.
Hasta que Guillermo Coppola, entonces representante del ex capitán de la selección argentina, se apiadó de Stefano e intercedió para el encuentro. "Hubo buena onda de entrada", cuentan desde la intimidad de Maradona y no se le despegó más. Así, el Tano pasó a ser parte del entorno del ex enganche y hoy entrenador de Dorados de Sinaloa. Fue avanzando en los círculos de confianza. Y hoy es uno de sus laderos.
Matías Morla, apoderado y hombre de confianza de Maradona, también lo adoptó. Incluso le prestó el oído a varios negocios que le ofreció a Diego en Europa. Por ejemplo, fue el impulsor del regreso de Diego a Nápoles en 2017, en el que vivió de homenaje en homenaje y fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad.
Stefano Ceci dejó de ser el osado desconocido que se transformó en homeless por unos días para acercarse a Maradona y ganó espacio como uno de los integrantes naturales del "otro equipo" del Diez; el que lo contiene y lo acompaña. Le ofreció el hombro en su aventura en Dubai, en la que muchas veces lo confundían como parte del cuerpo técnico. No es para menos: si Diego hacía ejercicio, él hacía ejercicio. Si el ex futbolista quería pelotear, ofrecía su físico espigado. Compartió cumpleaños, las fiestas de fin de año, como un familiar más.
Incluso llevó su increíble historia al papel: en 2015 firmó el libro "Maradona, el sueño de un niño" (o "il sogno di un Bambino", en italiano) en el que narra sus experiencias junto al ídolo del Napoli, su amigo. Lo editó la RAI y fue presentado en varias ciudades de la península. Incluso Ciro Ferrara, leyenda del conjunto napolitano en aquellas hazañas de los 80, ex compañero y amigo de Diego, participó de disertaciones sobre la obra.
Pero más allá de la cercanía, Ceci nunca perdió un ápice de fanatismo. Su cuerpo está tapizado de tatuajes de Maradona. Formó una familia y, para no dejar dudas sobre su admiración, a su hija la bautizó Mara Dona Ceci. El padrino es… Sí, la figura de Argentina campeona del mundo en México 1986. Y su cuenta de Instagram es Stefano Ceci… 10.
En los últimos meses del Diez en Fujairah se trasladó con la famila en varias oportunidades. Y mantenía el "ritmo Maradona". Se adaptaba a sus horarios y rutinas. Para él, Diego es el faro. También lo acompañó en la firma del contrato con Dínamo Brest de Bielorrusia (club en el que el astro quedó como "presidente honorario" ante la oferta de Dorados) y también en el Mundial de Rusia; en los encuentros de la Selección y en el set de "De la mano del Diez", el programa que condujo con el periodista Víctor Hugo Morales.
Después de tantos años en el staff Maradona, Stefano se maneja con soltura en el español, aunque son normales algunos baches en el idioma. Es ahí donde surge el humor de Maradona para chicanearlo. "¿Sos boludo, Tano?", bromea cuando no entiende alguna broma. "Dieco, Dieco (sic)", le responde Ceci en esas ocasiones, con una sonrisa tan grande como la que cargaba, ilusionado, cuando se aventuró hacia la clínica La Pradera para acercarse al Diez, sin imaginar que iba a ser parte de su vida.
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