Y un día el Mellizo tuvo que pasar del otro lado del mostrador. El verborrágico futbolista no perdió sus mañas adentro de la cancha y las mantiene del sector opuesto a la línea de cal. Afronta los problemas que antes le eran ajenos. La responsabilidad de lidiar con 25 o 30 profesionales que luchan día a día por jugar. Solamente hay lugar para 11.
Boca no es un club más, él lo sabe muy bien. Hacía rato que en los vestuarios y pasillos de la Bombonera no circulaban futbolistas con tanto peso. Una situación idéntica a la de su epílogo como jugador de la institución, antes de su marcha a la MLS.
A Fernando Gago, Pablo Pérez, Darío Benedetto, Mauro Zárate y Wanchope Ábila se les suman los internacionales Wilmar Barrios, Nahitan Nandez, Edwin Cardona y Frank Fabra. Pero además de estos cabecillas aparece una figura que aunque no esté igual de reluciente que antes de su partida a China, se mantiene en el pedestal popular: Carlos Tevez.
El cuerpo técnico de Boca tiene prioridades y el Apache no está entre ellas. En más de una ocasión, Guillermo Barros Schelotto fue consultado por la suplencia del emblema xeneize y se excusó siempre con razones futbolísticas. No resulta ilógico, teniendo en cuenta la avanzada edad de Carlitos (34) y la jerarquía ofensiva que muestran Benedetto, Zárate, Ábila, Pavón y Cardona. Viene de jugar en La Paternal, pero en la mayoría de los partidos importantes no comenzó desde el minuto cero.
Hace 12 años acontecía una historia paralela similar.
Luego de un frustrado paso por Colón en 2004, Alfio Basile tomó las riendas de Boca a mediados de 2005. El equipo venía en picada por la eliminación en cuartos de final de la Copa Libertadores que terminó en escándalo (el día del recordado escupitajo del Chino Benítez, entrenador xeneize, al Bofo Bautista de Chivas de Guadalajara) y tras culminar el Clausura en el 15° lugar.
El reto no era fácil, pero había material. El Pato Abbondanzieri, Hugo Ibarra, Fernando Gago, Sebastián Battaglia, el Pocho Insúa y Martín Palermo componían la columna vertebral. Y otro consagrado como Guillermo Barros Schelotto, que en su vitrina personal ya lucía cuatro títulos locales y seis internacionales, reclamaba su lugar.
Pero el Coco echó por tierra los pergaminos del Mellizo y eligió a Rodrigo Palacio como titular. La joven promesa bahiense había arribado desde Banfield, después de que Boca vendiera a Carlos Tevez al Corinthians a principios de 2005. Desde su arribo al club, Basile había quedado maravillado: Palacio volaba en las prácticas y en los partidos.
Guillermo, con 32 primaveras en su haber, competía con la Joya y el Chelo Delgado para acompañar a Palermo en la ofensiva. Fue el principio del fin.
El ciclo de Basile comenzó con el pie derecho: Boca derrotó a su verdugo Once Caldas por la Recopa Sudamericana y cosechó el primer trofeo de un semestre para el recuerdo. El equipo peleó el Apertura con Gimnasia La Plata y se coronó. Y además se consagró bicampeón de la Copa Sudamericana frente a Pumas de la UNAM.
"Los resultados son todo. Es lo único que te puede respaldar siendo técnico a la hora de tomar decisiones", le dice Basile a Infobae. El Coco da crédito al paralelismo que lo tiene como protagonista: él padeció la suplencia del Mellizo tal como Guillermo padece la de Carlos Tevez hoy.
El Coco contaba con la espalda y el carisma necesarios para manejar un vestuario pesado y con un desmedido ego. Guillermo no montó una revolución, pero se paseaba con granadas sin seguro. Quería y creía que merecía tener su lugar en el equipo titular. Estaba lejos de eso. Pasaron varios meses y apenas había cosechado un puñado de minutos en cancha empezando como relevo.
Para colmo, el extremo derecho hacía fútbol con el equipo alternativo y en las prácticas se enfrentaba por su lado con los recios Krupoviesa, Cata Díaz o Morel Rodríguez. La suplencia le pesaba cada vez más.
Por la fecha 10 de ese campeonato, Basile no lo incluyó en la lista de concentrados. Se venía el recién ascendido Tiro Federal a la Bombonera y el Mellizo tiró sus fichas sobre la mesa: pidió jugar en la Reserva, algo que solamente había hecho en una ocasión en el año 2000 por recomendación de Carlos Bianchi tras volver de una lesión. Abel Alves le levantó el pulgar y el Coco no tuvo otra alternativa que dar lugar a su deseo.
Fue el partido preliminar al de Primera División en el mismísimo césped de la Bombonera, desde donde tantas veces había recibido la ovación de la hinchada. Jugó los 90 minutos en el 1-1 entre los rosarinos y el Boca de reserva capitaneado por Pablo Ledesma. Hubo mucha gente que decidió ir temprano a la cancha para ver a Guille, incluido Diego Maradona, en uno de los palcos.
Diego presenció el cotejo de Reserva con amigos y familiares y alentó al Mellizo. Colgó una bandera con dedicatoria que rezaba "Guillermo, nadie podrá cambiar nuestro amor por vos. Gracias por ser nuestro ídolo". Tenía la firma de la familia Maradona. Y después, invitó al histórico 7 a seguir las alternativas del triunfo 2-1 de la Primera (doblete de Daniel Bilos) a su lado.
Tal era la presión mediática por la ausencia de Barros Schelotto en el equipo de Basile que hasta transmitieron en vivo por televisión su partido de Reserva.
Pero el Coco mantenía su postura: la dupla ofensiva titular era Palermo-Palacio y la primera opción alternativa era el Chelo Delgado, a quien ya había dirigido en su paso por Racing. Basile no comía vidrio. Jugaba doble competencia y tenía que evitar que el ánimo de Guillermo se derrumbara. Le empezó a dar más minutos desde el banco y lo utilizó desde el minuto cero en dos encuentros determinantes.
Fueron en la misma semana: Boca abrió las semifinales de la Sudamericana en Chile ante Universidad Católica con un empate 2-2 en el que Guillermo emuló el emblemático ataque con Palermo. Cuatro días más tarde, el cuadro de Basile visitó por la fecha 17 del torneo a Estudiantes de La Plata en cancha de Gimnasia. Un duelo con condimentos especiales para el Melli: al Pincha lo considera acérrimo rival por su cariño al Lobo y justamente todo se desarrollaría en el Bosque, en casa del club de sus amores que también pujaba por ser campeón.
Esta vez Guillermo jugó arriba con Rodrigo Palacio, Boca ganó 3-1 y el tercer tanto fue suyo. Coco le hizo honor a su apodo, adoptado por la dimensión de su testa: de su cabeza salió una jugada maestra que encaminó al equipo al bicampeonato sudamericano y el Apertura 2005 con el Mellizo de su lado.
El primer semestre de 2006 vería a Boca afuera de la Libertadores ya que no había conseguido la clasificación. La única competencia fue el Clausura 2006, que ganó al trote.
Tal como había ocurrido en los seis meses anteriores, Guillermo no estuvo entre las prioridades. Disputó dos cotejos como titular (derrota ante San Lorenzo y triunfo contra Argentinos Juniors) pero la nota la dio ingresando desde el banco en el Superclásico.
Fue por la fecha 11 en la Bombonera. Boca perdía 1-0 por el tanto del Tecla Farías y había sufrido las expulsiones de Abbondanzieri y Krupoviesa. Guillermo ingresó a falta de 10 minutos para el final por Bilos y cambió el partido: hizo expulsar a Cristian Tula y generó la infracción adentro del área del paraguayo Julio César Cáceres cuando el reloj pisaba los 45 del segundo tiempo.
La banca del plantel que tenía el Mellizo se hizo evidente en la celebración del gol de Martín Palermo, quien convocó a todos sus compañeros a la posición del 7. El "Guilleeeermo, Guilleeeermo" fue atronador. Fue tal vez la despedida más significativa de Boca para él.
Boca se coronó bicampeón argentino y la era Basile, reclutado por la Selección, finalizó con la obtención de otra Recopa Sudamericana frente al San Pablo brasileño. Ricardo La Volpe se convirtió en capitán del barco y Guillermo adquirió el protagonismo que tanto exigía. Sin embargo, el dulce sabor de boca le duró poco: el entrenador renunció luego de perder el desempate con Estudiantes de La Plata en un torneo que prácticamente tenía ganado (Apertura 2006).
Con el arribo de Miguel Ángel Russo al club, el panorama se le hizo cuesta arriba otra vez al Mellizo. En abril de 2007, luego de sumar solamente un partido de titular por el torneo e ingresar en uno solo por la Libertadores que Boca alzaría, Barros Schelotto rescindió su vínculo y se marchó a la por entonces desconocida liga norteamericana.
Durante el ciclo de La Volpe, el hoy entrenador boquense llegó a declarar que "habría que preguntarle a Basile por qué no me ponía, mi nivel es siempre el mismo. Ahora Ricardo me da las chances y demuestro que puedo estar".
Tuvieron que transcurrir 12 años para que el Mellizo se pusiera en la piel de Basile. Hoy, Guillermo, es el Coco de 2006. Hoy, Tevez, es aquel Barros Schelotto.
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