Tras ponerse en ventaja en la primera etapa gracias a su poder de fuego y a la excelsa definición de Mauro Zárate, Boca retrocedió en el campo de juego ante Cruzeiro en el inicio de la segunda etapa del duelo de ida por los cuartos de final de la Copa Libertadores. Y a los 3′ pudo haber sufrido la caída de la valla de Esteban Andrada… Hasta que apareció Wilmar Barrios.
Robinho recibió un pase preciso sobre la derecha del área, llegó antes que el portero ex Lanús y definió con justeza. El balón viajaba inexorablemente hacia la red. Pero el mediocampista colombiano, de 24 años, se lanzó al césped para impedir que la pelota cruzara la línea. Y logró rechazarla al límite. Como se suele decir en este tipo de acciones, "valió un gol".
Wilmar, pieza de equilibrio fundamental en la estructura de Guillermo Barros Schelotto, supo desactivar varios contragolpes prometedores de Cruzeiro. En uno de ellos, al sacar con el cuerpo al propio Robinho al que le impidió el gol con su salvada milagrosa, se bañó en la ovación de toda la Bombonera, que le agradeció cantándole "Negrooo, Negrooo". Merecido reconocimiento al protagonista de una de las acciones del encuentro.
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