La selección argentina inició una nueva etapa. Después de ser uno de los peores equipos en la Copa del Mundo en Rusia, había que cambiar. Y eso pasó. Fue el debut de Lionel Scaloni en reemplazo de Sampaoli y sólo tres futbolistas repitieron con respecto a los que integraron la lista del mundial (Tagliafico, Lo Celso y Pavon). Al banco fueron Armani, Dybala y Meza. El resto, pura renovación.
Los que más me gustaron fueron los elaboradores de juego: Paredes, Lo Celso y Palacios (especialmente los dos primeros). El ritmo vertiginoso de este trío es incomparable con la lentitud de aquel medio formado por Biglia y Mascherano.
Centrales firmes ante un rival blando, laterales que hicieron muy bien la doble función, lo vi líder a Tagliafico y muy seguro a Saravia. Interesante Pity Martínez y se mostraron siempre como opción de pase Pavon y Simeone.
Me encantó el equipo, la idea, la propuesta, más allá de la pobreza futbolística de un rival menor. Esto quiero: más equipo, menos individualidades. Más actualidad, menos historia. Más humildad y menos arrogancia.
Nadie debe sentirse el dueño de la camiseta y menos el dueño de la selección. No convenzan a nadie, el que no quiera venir que no venga. La selección es un premio, no nos hacen favores por venir. Pero para eso debemos tener orden, respetar los roles y que los dirigentes y técnicos no terminen siendo empleados de los jugadores.
Quiero una selección cercana a la gente. Tapia deberá aclarar: ¿Cuánto dura este interinato? ¿Quiénes volverán ante Brasil? ¿De quién depende? ¿Quién decide? ¿Los futbolistas eligen los partidos? Como verán, muchas preguntas. Esperamos respuestas.
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