La fecha FIFA y el receso de la Superliga sirvió para que Boca y San Martín de Tucumán se diriman el boleto a los octavos de final de la Copa Argentina. En un marco extraordinario, donde el estadio Antonio Romero colmó sus 23.000 localidades, los equipos salieron a la cancha formoseña con una agresividad muy notoria.
La decisión de Guillermo Barros Schelotto de incluir a sus mejores hombres y el deseo tucumano de seguir haciendo historia conformaron un espectáculo vibrante bajo el cálido sol norteño que iluminó a los protagonistas.
Los movimientos de Pablo Pérez y Edwin Cardona le permitían al Xeneize adueñarse del pleito para amenazar a Ignacio Arce con la presencia de Mauro Zárate y Darío Benedetto en la ofensiva porteña. Sin embargo, por el sector izquierdo los de Rubén Forestello se las ingeniaban para inquietar a los boquenses con las proyecciones de Fabián Espíndola.
Incluso la más clara para abrir el marcador fue la ocasión que tuvo el experimentado volante con pasado en la MLS. En un mano a mano inmejorable, Espíndola no supo definir ante la salida de Esteban Andrada y el ex arquero de Lanús evitó la sorpresa. En el primer cuarto de hora, el sacrificio del Santo se imponía por sobre la calidad del Xeneiza. El remate en el palo de Claudio Bieler fue otra muestra de la superioridad norteña y los del Mellizo la pasaba mal en el inicio.
La respuesta de Boca llegó en los pies de Benedetto. La clase con la que definió el ex Arsenal, después de la habilitación de Fernando Gago, merecía otro destino, pero un travesaño rabioso le ahogó el grito al goleador. Fue de lo mejor del elenco de la ribera durante la primera media hora.
Además, otra intervención de Arregui volvió a exigir a Andrada. El volante central improvisó una bicicleta hermosa para desarticular a los centrales, se perfiló y definió al segundo palo, pero el reemplazante de Rossi volvió a lucirse con un guantazo extraordinario.
Antes del descanso, un tiro libre ejecutado por el Taca confirmó la tendencia del pleito: el efecto del disparo volvió a demostrar la notable producción del arquero. Los equipos se fueron al vestuario con el resultado en blanco por un único responsable: Esteban Andrada.
En la reanudación del choque la esencia del encuentro no cambió: los pésimos retrocesos de Boca facilitaba la tarea de los delanteros de San Martín, pero la falta de precisión de Rodríguez mantuvo con vida al Xeneize.
La calidad de Cardona y la efectividad de Wanchope Ábila fueron los elementos con los que Boca pudo torcer la historia. Sin merecerlo, los goles del colombiano y el ex Huracán concretaron el 2 a 0 que clasificó al elenco de Barros Schelotto. La próxima parada será Gimnasia, un rival que le dividirá el corazón al técnico de la rivera.