Racing estaba armando el plantel para ganar la Libertadores y la Copa Argentina. Era un año con objetivos que no tenía la Academia hace largo tiempo. Era la hora de ganar un título internacional (el último fue en el 88), y por ese motivo se invirtió como nunca.
Coudet eligió a Donatti, Sigali, Domínguez , Neri Cardozo… y con todos acertó. Estos futbolistas potenciaron al equipo. Pero como la dirigencia sabía que a la joya (Lautaro Martínez) le quedaba poco, decidió que una porción importante de esa venta vaya a la elección de alguien que te ayude a ganar partidos. La idea fue polémica.
La responsabilidad es de Diego Milito. Él convenció a los dirigentes y al cuerpo técnico de que Ricardo Adrián Centurión era el indicado. Error. El futbolista estaba colgado en Italia, sin participación alguna en Genoa, aburrido y deprimido. Diego y Ricky fueron compañeros de aquel Racing de Cocca que le ganó el torneo a River en 2014. No hay amistad porque son el agua y el aceite, pero siempre hubo una relación de respeto. Cabe recordar que el club de Avellaneda ya lo había transferido por mucho menos de lo que valía, porque tenerlo en el plantel era una bomba de tiempo.
Años más tarde, el que cayó en la trampa fue Boca. Por esto que tienen los entrenadores que creen que son psicólogos y te dicen "conmigo se va a portar bien", "a mí me va a responder". Lamentablemente, el equipo de Guillermo, en ese entonces, era tapa del diario, un poco por ser puntero y otro por los sucesivos escándalos provocados por el "profesional" en cuestión. La apuesta era difícil. Milito decidió comprar un problema caro y sin solución. Los dirigentes lo avalaron, el técnico lo mimó, lo cuidó, lo protegió, pero Centu volvió a fallar.
Los objetivos se esfumaron. Sarmiento de Chaco los eliminó de la Copa Argentina local y ayer, en el Monumental, se despidió del plano internacional. En los últimos tiempos los hinchas académicos escucharon de su ídolo: que si no jugaba en Boca se retiraba, que Boca tenía la mejor hinchada del mundo, que no hay nada como Boca. Y ayer, cuando Racing estaba 0-3, se va expulsado haciendo gestos, diciendo "no importa, yo con Boca acá, gané 4-2". ¿Será la última? ¿Seguirán aguantando todo? ¿Lo sancionaron? ¿Guardarán otra vez la mugre bajo la alfombra? ¿ Cómo reaccionarán los simpatizantes el domingo? Muchas preguntas a futuro. Lo concreto y lo real es que Racing compró un problema, caro, de 5 millones de dólares.
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