Un hijo, una madre y una tribuna ganada a sangre y fuego y que produce un negocio gigantesco en una zona neurálgica del Conurbano.
Infobae había adelantado esta historia en febrero y la Justicia acaba de confirmarlo: por primera vez en la historia de la violencia en el fútbol de la Argentina cae una barra brava que tiene como cabeza a un matriarcado. Increíble pero real.
La noticia seca y dura dice que esta mañana fueron detenidos por orden del juez Gabriel Vitale nueve barras de Banfield incluyendo a Miguel Ángel Tuñiñali y su madre Nancy Azucena Burgos, más conocida en el mundo del tablón como "La Nancy", como líderes de una asociación ilícita cuyos delitos indeterminados de los que se los acusa incluye reventa de entradas, explotación ilegal del espacio público con venta de merchandising trucho y puestos de comida y bebida, estacionamiento en las calles bajo la modalidad de trapitos, extorsiones, amenazas y agresiones físicas.
Según la investigación que había comenzado la fiscal Virginia Bravo, continuó el doctor Pablo Rossi de la UFI 8 y cuenta con miles de horas de escuchas, "La Nancy", que tiene 56 años y tuvo como primogénito a "Miguelito" a los 17, era la organizadora de la barra quien determinaba qué miembro debía cumplir con las órdenes que emitía su propio hijo. Insólito.
Y si bien vienen dominando todo lo que ocurre en la cancha de Banfield desde una década atrás, parece que este podría ser el final de una historia digna de telenovela.
Los Tuñiñali son una familia numerosa encabezada por Horacio, un recolector de residuo que hizo de Lomas de Zamora su patria grande. Fanático de Banfield, dividía la vida entre el trabajo y el aliento al club de sus amores. Ese amor también se trasladó a Nancy Azucena Burgos, cuando la conoció de adolescente. Juntos, como cualquier otro matrimonio joven, tenían sueños: formar una familia y crecer. Claro que a diferencia de otras parejas, sus niños comenzarían a tener varios problemas con la ley. Principalmente Miguel Ángel, quien tras una carrera delictiva terminó preso en 2004 por un robo calificado de 2002.
¿Cómo cayó? Porque en un partido en la cancha de Vélez entre el club de Liniers y Banfield armó una sangrienta batalla interna para ganar la tribuna y armado con un cuchillo de imponentes dimensiones, intentó vencer a su rival. Esa foto apareció en todos los medios y sus víctimas lo descubrieron por lo que fue atrapado, juzgado y fue cuatro años a prisión.
Cuando salió, decidió que debía concretar aquel sueño trunco de ser el líder de la tribuna.
Y en poco tiempo, con ayuda de su familia, terminó en lo más alto de la popular. Desde ese momento, empezó a acumular denuncias por presuntas agresiones, por negocios ilegales, pero nadie pudo moverlo y su poder creció exponencialmente a tal punto que con su facción del Barrio de Villa Niza tuvo el control permanente del polideportivo de Banfield ubicado en la localidad de Luis Guillón.
Este poder se asentaba en sus contactos con la dirigencia deportiva (estaba en las reuniones de comisión directiva supuestamente amedrentando opositores) y con el Municipio, ya que en Lomas de Zamora indican que se lo veía constantemente en la Dirección de Habilitaciones, en la de Tránsito y hasta en la de Recolección de residuos aunque no aparece en la planta permanente de trabajadores estatales.
Gracias a eso se hizo amo y señor de la zona. Y, empujado por su propia madre, no dejó negocio por organizar.
Ya no sólo era la reventa de entradas sino todo lo que ocurría en los alrededores del estadio de Banfield le pertenecía.
Y aunque toda la familia estaba identificada con Banfield fue él quien hizo la mayor carrera en la tribuna: mientras su hermano menor Diego fue detenido el año pasado por revender entradas e infracción a la ley de estupefacientes o su otro hermano Ricardo terminó herido en un enfrentamiento interno de la barra en 2014 previo al Mundial de Brasil, Miguelito llegó a la cúspide en 2008 y aunque hubo varios intentos de desplazarlo desde la otra facción de la barra, la de Villa Bénquez, siempre salió indemne.
De hecho, sufrió dos ataques a balazos que terminaron con gente cercana herida pero él de alguna manera logró eludir constantemente los disparos.
Y frente a cada episodio, su madre salía a defender a la cría. Hasta entonces, se pensaba que era sólo un instinto materno. Hoy se sabe concretamente según la Justicia que había algo más que amor al primogénito: también un negocio lucrativo del cual ella participaba como organizadora principal.
Según la investigación fiscal, su hijo armaba el plan presuntamente delictivo y ella determinaba quién llevaba adelante cada misión, junto a otro barra, Gastón el "Pelado" Aralda.
Ahora, ambos, madre e hijo, junto a siete barras más están presos, acusados de integrar la asociación ilícita que explotaba la cancha de Banfield y sus alrededores. Convirtiéndose así en la primera madre barra brava de la historia.