En tiempos en los que la selección argentina tuvo diez directores técnicos en dos décadas (Marcelo Bielsa, José Pekerman, Alfio Basile, Diego Maradona, Sergio Batista, Alejandro Sabella, Gerardo Martino, Edgardo Bauza, Jorge Sampaoli y ahora Lionel Scaloni), cuesta creer que entre 1939 y 1961 (con un espacio de dos años entre 1958 y 1960) haya habido uno solo, y el más exitoso de todos cuantos se sentaron en el banco más expuesto del fútbol nacional.
"Fue una pelea larga y difícil que yo tenía ganada por puntos con bastante facilidad y claridad. Sin embargo, después perdí por KO en el último round", comentó con amargura Guillermo Stábile, recordando lo que se dio en llamar "El Desastre de Suecia", cuando tras 24 años de aislamiento mundialista, la selección argentina no sólo quedó eliminada en la fase de grupos cayendo ante Alemania y Checoslovaquia, sino que ante ésta perdió por 6-1, en una de las tres peores derrotas oficiales de su historia.
Ni siquiera él, el más campeón como DT de la historia de la selección argentina con 6 Sudamericanos y un Panamericano, con un 75 por ciento de eficacia en 127 partidos disputados desde que se sentó en el banco por primera vez en 1939 hasta que lo dejó por última vez en 1961, se salvó de los insultos al regresar de Suecia 1958 desde el mismo aeropuerto de Ezeiza, y las duras críticas posteriores que motivaron que se alejara de la conducción hasta 1960 y se hiciera cargo de la Escuela de Técnicos de la AFA.
Stábile no fue un DT más en la Selección y no sólo por la enorme cantidad de títulos, sino porque fue el impulsor de un sistema de entrenamientos que pretendió complementar el talento natural del jugador argentino y en tiempos brillantes como los de los años cuarenta, con los sistemas europeos más modernos, que pudo comprobar en los años en los que jugó en el Viejo Continente y que luego siguió con la obtención de su título de entrenador en Francia, antes de regresar a la Argentina, cuando se iniciaba la Segunda Guerra Mundial.
De padre de origen italiano y madre criolla, y de familia humilde y numerosa de Parque de los Patricios, Stábile nació un 17 de enero de 1905 y sus dotes de futbolista lo llevaron desde muy pequeño a enrolarse en el club barrial Sportivo Metán, para recalar en 1920 en la cuarta división de Huracán, donde se destacó inmediatamente y adquirió el apodo de "El Filtrador" por su velocidad y habilidad para meterse entre los zagueros rivales y llegar al gol. Con Huracán fue campeón amateur en 1925 y máximo goleador en el título de 1928, el último hasta el del profesionalismo de 1973.
Su éxito fue tan grande (100 goles en 128 partidos entre 1924 y 1930) que lo catapultó a la selección nacional para disputar el Mundial de Uruguay como suplente del "Nolo" Ferreira, pero ante la ausencia de Roberto Cherro desde el segundo partido, ante México, Stábile ingresó como centrodelantero -Ferreira pasó a ocupar la posición de Cherro- y marcó tres goles, para completar ocho en el torneo y convertirse en el máximo anotador por una cifra récord que ningún otro jugador de la selección nacional pudo convertir en un solo campeonato.
Al regresar del Mundial de 1930, su fama ya había traspasado Sudamérica y entre varias ofertas, optó por el Génova. Todo fue muy rápido y tras jugar ante Vélez por el torneo local, se casó y a los tres días ya se había embarcado en el Conte Rosso, con escala en Barcelona, para ser recibido por una multitud de tifosi en el puerto.
Fue tanto su éxito en esos primeros años del fútbol argentino que Don Antonio Nesman y su hijo Victorio llegaron a generar la marca "El Filtrador" a uno de sus vinos elaborados en su bodega sanjuanina "Familia Nesman".
Stábile permaneció en Europa nueve años, en los que jugó en el Génova (1930-1935), Nápoli (1936-1936) y Red Star de París (1936-1939), donde no sólo finalizaría su carrera de jugador sino que pudo obtener el título de entrenador antes de regresar a la Argentina justo cuando asomaba la Segunda Guerra Mundial.
Ya por ese entonces, Stábile había tenido una notable evolución en sus conocimientos del juego, después de una década de participaciones en los distintos clubes italianos y franceses en los que jugó y por eso, al regresar a Huracán, ya como director técnico, en 1939, fue subcampeón de Independiente (con aquel equipo de "La Aplanadora", con su sucesor, Herminio Masantonio, como gran goleador), e inmediatamente asumió en la selección argentina al mismo tiempo que dirigía a equipos en Primera División, no sólo en Huracán, sino en San Lorenzo, Estudiantes, Ferrocarril Oeste y Racing Club, con el que obtuvo el tricampeonato entre 1949 y 1951, los tres primeros títulos profesionales de La Academia.
Stábile se hizo cargo de la selección nacional en reemplazo de Ángel Fernández Roca en 1939 en una época en la que, contrariamente a lo que se cree acerca de que los directores técnicos argentinos nunca tuvieron tanto éxito en el mundo, ya se destacaban muchos y en la mayoría de los países latinoamericanos.
En ese entonces, los más destacados eran Mario Fortunato, Renato Cesarini, Oscar Tarrío, Ernesto Duchini, Pedro Omar, Alberto Viola, Alfredo Garassino, Victorio Spinetto, Carlos Peucelle, Raymindo Orsi, Gabino Sosa o Alberto Zozaya. Luis Monti dirigía a la Juventus en Italia, Abel Picabea, Tito Rodríguez, José Angelli y Roque Calocero se destacaban en Brasil, Fernando Paternoster en Colombia, Rodolfo Orlandini y Federico Rozas en Ecuador, el tucumano Platas en Bolivia, José Dellatorre, Luis Boffi, Alejandro Scopelli, Antonio Demare o Pepe Minella en Chile, Palomini en México. Así fue que en el sudamericano de 1942, además de Stábile en Argentina, Fernández Roca dirigía a Perú y José Parodi, a Ecuador.
A propósito de la evolución de Stábile en Europa, el 7 de octubre de 1945 se lamentaba ante la revista "Campeón", después de observar al fútbol británico que "si ya en aquellos años los conjuntos ingleses ya poseían tales figuras como preparadores, es de imaginarse lo que representarán en ese país los que tienen a su cargo la dirección y el adiestramiento de los equipos. En nuestro país no se ha prestado mayor atención a ello. Cincuenta años cumplidos de fútbol oficial y aún no existe en toda la República una Escuela de Adiestradores. Es de lamentar. Máxime, si consideramos que en el Perú ya se constituyó hace algunos años".
El artículo sostiene que al no haber una escuela de DT, muchos ex jugadores "trabajaron entusiastamente buscando perfeccionarse" y citaba como ejemplos a Mario Fortunato y a Guillermo Stábile –al que presentaba como quien "ha revelado sus buenas condiciones como entrenador que lo ha distinguido en nuestro medio a tal punto que es el adiestrador obligado de nuestros seleccionados"- y que así fue que tuvieron gran influencia los húngaros Hirschl, Platko y Orth, el italiano Scaglia, los españoles Areso y Claveria Gomez, el francés De Valere y el brasileño Joao Chiavoni, el uruguayo Tilbet , el paraguayo Fleitas Solich y "el señor Lympenni", inglés, en Estudiantes, lo que para "Campeón" "no es mala idea. Hace rato que debió traerse a nuestro fútbol a algunos preparadores británicos".
Siguiendo con la evolución de Stábile como estudioso del fútbol puede citarse una gran entrevista que le realizó, junto al entrenador húngaro Emérico Hirschl, el periodista brasileño Geraldo Romualdo Da Silva para "Jornal dos Sports" el 7 de julio de 1940, preocupado por los malos desempeños de la selección brasileña hasta ese momento, superada en Sudamérica por Argentina y Uruguay.
Stábile coincidía con Hirschl en que el decrecimiento en la producción del jugador brasileño estaba relacionado con "la mala orientación y la pésima preparación física". El periodista coincidió con ellos y dijo que en Brasil del 39 y 40 vio "talentos desperdiciados como Leónidas, Zarzur, Norival".
"Vi dos entrenamientos de equipos brasileños y en el curso de 70 a 90 minutos, sólo hacían trabajos con pelota. Mientras, Stábile exigía piques repetidos de 100 metros para los atacantes, la preparación más racional para conseguir velocidad, y preparaba a los defensores de acuerdo a las edades, para corridas más o menos largas para provocar lo que entre los porteños se llama "hambre de pelota". La vieja psicología todavía hoy debe ser observada con religiosidad", insistía Da Silva.
El periodista le preguntó entonces a Stábile si es cierto que la importación de jugadores obstruyó el desarrollo del fútbol local. La respuesta fue que el retroceso del fútbol brasileño no está relacionado con eso porque si no, "el nuestro estaría extinto. Cuando Brasil disputó la Copa del Mundo (de 1938), ¿no había profesionales argentinos en Río o Sao Paulo? Italia sólo se desarrolló futbolísticamente después de la importación. La decadencia viene de la mala interpretación del régimen profesional: El descuido de la preparación y ausencia completa de disciplina".
De esa entrevista, Da Silva concluyó que "hay un bello aforismo que dice que Sport significa agilidad, vigor, golpe de vistas y velocidad mental. La máxima se fundamenta en la práctica del atletismo. El atleta, para llegar a la categoría de as, necesita indudablemente tener todas esas cualidades. Y ninguno que haya llegado a ese status ha tenido menos del 90 por ciento de esas cualidades. Lo mismo se puede decir del jugador de fútbol, de tenis, de basquetbol o de natación. De mi entrevista con Stábile y Hirschl percibí que el secreto de sus victorias reside en este punto. Mandé por carta preguntas a los dos y las respuestas fueron extraordinariamente las mismas".
La cuestión es que desde el año siguiente, 1941, Stábile dirigió equipos de una época gloriosa de la selección argentina, ganadora de cuatro títulos sudamericanos en la misma década (1941, 1945, 1946 y 1947) y un subtítulo (1942), con jugadores que fueron cambiando pero siempre con brillantes exhibiciones, ya sea en los Sudamericanos (luego llamados Copa América desde los años 80) Extra de Chile de 1941 y 1945, o el Extra de Argentina de 1946 o el de Ecuador de 1947, o el subtítulo en Uruguay 1942.
En una entrevista que le realizó la revista "El Gráfico" en 1983, Stábile utilizó una frase que describió cabalmente lo que ocurría en aquellos años dorados; "Mi problema era a quién ponía y a quién sacaba".
En ese mismo artículo, reconocía que cuando jugó al fútbol "no observaba al fútbol con sentido crítico" pero que desde que emigró a Europa tras el Mundial de 1930, "allí aprendí mucho y se fue modelando mi formación de entrenador".
Debutó como DT ante Paraguay por la Copa Chevalier Boutell (ganó 1-0 en el estadio Puerto Sajonia, en Asunción)."Desde ese momento, la conducción general –técnica, táctica y estratégica- fue encarada con las rígidas disciplinas europeas. Entendía yo que la alta capacidad y personalidad de los jugadores argentinos podían rendir más adoptando de los europeos aquello que era de utilidad", recordó.
Sin embargo, Stábile se encontró con dificultades en ese sentido con aquellos brillantes equipos de los años 40, acaso con algún paralelo disciplinario con equipos nacionales más actuales. "Aquí comenzó el drama, porque fue muy difícil implantar la disciplina entre jugadores acostumbrados a mandar en sus respectivos equipos, figuras que se consideraban "divos", "intocables".
"En aquellos momentos se practicaba la WM con dos marcadores de punta y un back centro atrás, dos volantes y un atacante que colaboraba con el medio de la cancha. En ese plantel, la alta calidad, sus formidables dotes de creadores y sus recursos individuales de hombres como Pedernera, Moreno, Antonio Sastre y el Chueco García exigían darles libertad de acción. Nos poníamos de acuerdo en los detalles fundamentales pero ¿qué otra cosa se le podía decir a esos hombres? Otros jugadores como Minella, Salomón, Alberti, Estrada…también cumplieron en ese triunfo brillante. Para muchos ese seleccionado de 1941 fue el mejor de todos los tiempos", afirmó.
Tras relatar que en 1942 en Montevideo hubo algunas bajas por lesiones y jugadores que emigraron (y que en aquél tiempo no se los solía convocar en esa situación) y que en la final no pudo contar con algunos valores y perdió 1-0 ante Uruguay, consideró que el ataque conformado para el Sudamericano de 1945 fue "el mejor, gracias a la aparición de Tucho Méndez" y relató un hecho que bien podría ser de estos tiempos.
"De la Mata fue un eximio gambeteador, capaz de eliminar adversarios con variedad de recursos. Pero yo entendía que el juego de conjunto estaba por encima de todo. No nos poníamos de acuerdo. El mismo presidente de la delegación previno que si el equipo no funcionaba con el cambio, mi suerte corría peligro. Bueno, entró Méndez en el partido contra Brasil y en 20 minutos había marcado 3 goles. En el segundo tiempo encaramos el partido de otra forma y entonces entró Capote".
El nivel de exigencia de Stábile era alto, al punto de sostener que pese a ganar también el Sudamericano como local en 1946, "algunos problemas no nos permitieron mantener ese ataque. Personalmente no me satisfizo la actuación pese a que se ganó con total merecimiento".
Recordó también que en 1947, "en Guayaquil, completamos la trilogía magnífica. Otro plantel extraordinario aunque sufrimos algunas ausencias como las de Martino y Labruna pero volvió Moreno y tuvimos jóvenes como Pippo Rossi, Di Stéfano, Colman, Ernesto Gutiérrez…".
Claro que el ciclo terminaría allí con el éxodo de cientos de jugadores a Colombia, México e Italia tras la larga huelga de casi todo 1948, por lo que la AFA dispuso no disputar los Sudamericanos de 1949 y 1953, y por este, y otros motivos políticos, el Mundial de Brasil en 1950.
Volvería al triunfo en los Sudamericanos de 1955 y 1957, especialmente éste último, en Lima, con una delantera que fue llamada "Los Ángeles de la Cara Sucia", compuesta por Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz, y que dio cátedra con un fútbol de alto vuelo, que no pudo repetir al año siguiente, en el regreso argentino a los Mundiales tras 24 años de aislamiento porque no pudo contar con el trío central ofensivo (todos emigrados a Italia), ni tampoco con Di Stéfano ni Rial, que brillaban en el Real Madrid, y en cambio tuvo que optar por un Ángel Labruna de 39 años.
Maschio recordaba el brillante título ganado en Lima describiendo que "Don Stábile no nos pedía nada raro. Era tranquilo para dar indicaciones y si tenía algo para decirte, se acercaba y te hablaba al oído. A mí me pedía que me desmarcara siempre y nos daba libertad para jugar".
Tras el llamado "Desastre de Suecia" en 1958 y el duro trato recibido, poco importaba ya aquella definición de casi veinte años atrás, cuando afirmó que "con responsabilidad, orden y disciplina, el jugador argentino sería insuperable". Aceptó resignadamente dejar el equipo nacional para pasar a dirigir la Escuela de Técnicos de la AFA quejándose de que "cuando la selección ganaba, yo era Don Guillermo, pero cuando perdía, me convertía para la prensa en "el Señor Stábile". Volvería a sentarse en el banco de la Selección en 1960 (cuando ganó los Juegos Panamericanos de Costa Rica) y hasta 1961, dejando un saldo de 127 partidos como DT, de los que ganó 85, empató 21 y perdió 21, con el 75% de los puntos disputados.
Pero Stábile no sólo pudo dirigir a la selección argentina y ser el DT más exitoso y longevo de su historia, y al mismo tiempo ganar títulos de clubes, sino que participó también en dos películas nacionales haciendo el papel de sí mismo, "Pelota de Trapo" (1948), de Leopoldo Torres Ríos y Armando Bo como protagonista, y "Fantoche" (1957), con Luis Sandrini y Beatriz Taibo.
Y por si fuera poco, fue un notable analista de fútbol en Radio Libertad, con Enrique Ortega Moreno como relator y Guillermo Oscar Tipitto como comentarista. Sus apuntes eran sobre táctica. Técnica y estrategia, y solía dar ejemplos con nombres y apellidos, sin eludir las situaciones.
El 26 de diciembre de 1966, con 61 años, falleció de un paro cardíaco en su domicilio del Bajo Flores, en Buenos Aires.