Un puñado de pibes que rondan los 10 años se acercan a su entrenador obnubilados. No lo pueden creer. Acaban de enterarse que el hombre que guía sus caminos fue, alguna vez, mejor futbolista que Gabriel Batistuta o Zinedine Zidane. Todo ocurrió en un mundo paralelo, durante los inicios del nuevo milenio. Juan Manuel Suligoy pasó de ser un jugador más del ascenso, a transformarse en la gran figura de toda una generación.
Los motivos, desde ya, son algo insólitos: Suligoy era parte de la plantilla de Atlético Rafaela en la temporada 1998/1999, época de furor del PC Fútbol 6.0, el videojuego predilecto de los jóvenes futboleros de aquel entonces. No era un nombre más. Sin ninguna explicación, era uno de los jugadores con estadísticas más altas. Es decir, Suligoy en este mundo paralelo fue mejor que Beckham o Rivaldo, por citar algunos ejemplos de figuras de aquel entonces.
"Fue algo rarísimo lo que pasó. Hasta el día de hoy la gente todavía me escribe. Me preguntan si era verdad o un arreglo del juego. No sé qué pudo haber pasado. No conozco a nadie que tenga ningún tipo de relación con la gente que creó el juego. Soy del norte, de un pueblo límite con el Chaco. Nunca anduve por Buenos Aires siquiera", le asegura a Infobae desde el otro lado del teléfono.
Suligoy nació en El Arazá, una localidad al norte de Santa Fe y a 30 kilómetros de Reconquista. A los 15 años emigró a las inferiores de Colón, aunque ya en su pueblo jugaba en primera. Debutó profesionalmente en el "Sabalero" y tuvo como máxima apostilla haber sido parte del plantel que en 1995 logró un histórico ascenso a Primera.
Su momento de gloria llegó con la transferencia a Atlético Rafaela, en los albores del 2000. Aquel equipo fue la semilla del que luego lograría el histórico salto a la máxima categoría en 2003 y para Suligoy, el lugar de la inesperada gloria eterna. "¡Era mejor que Ronaldo! Era insólito. Yo me reía, hasta el día de hoy me causa gracia. Fue una cosa extraña, una casualidad", asegura quien en el videojuego tenía un promedio de 91 puntos y Ronaldo, por ejemplo, 95.
El juego ponía al usuario en el rol de manager de una institución. Debía administrar el dinero, armar las formaciones para los partidos, contratar jugadores y organizar las diferentes áreas del club. La versión 6.0 contaba con los relatos de Víctor Hugo Morales y se iniciaba en el Apertura 1998 con una novedad: permitía por primera vez elegir a un club de la B Nacional. El software fue ideado en España, donde alcanzó un imponente pico de éxito que tuvo su correlato en Argentina, punto del mapa en el que logró transformarse en un auténtico boom.
Si bien este deportista de 43 años quedó inmortalizado en Rafaela, la época de esplendor del PC Fútbol lo agarró ya con la camiseta de 9 de Julio de esa ciudad, el clásico local de la "Crema". Por allí se quedó varios años vistiendo también los colores de Ben Hur y Unión de Sunchales. Un trotamundos del ascenso, figura mundial para toda una generación.
Hace una década decidió emigrar a la liga de Cañada de Rosquín, un pueblo de 5 mil habitantes situado a la vera de la Ruta Nacional 34 y en una posición estratégica dentro de Santa Fe ya que se encuentra cerca de Rosario, Córdoba capital y Santa Fe capital. "Es una zona netamente rural y sojera. les gusta mucho el fútbol y los equipos traen muchos refuerzos", explica.
Allí defendió los colores de Juventud Unida hasta los 40 años y luego se transformó en el entrenador de los combinados juveniles, con chicos que van desde los 9 hasta los 17 años. "Los chicos conocen todo. Viven con los teléfonos, buscaron y les apareció. El otro día surgió que iban a sacar una versión nueva y en los comentarios iban poniendo cosas. Me venían a preguntar sobre el tema", asegura.
La referencia está enfocada al PC Fútbol 18, una edición que salió hace algunos meses atrás y retoma la saga que se había interrumpido en 2007. "Los más chiquitos, que tengo de 9 años, me preguntan si era mejor que Ronaldo. Yo les digo que sí, después se dan cuenta y me reprochan. Los grandes me cargan", refleja sobre el alcance de aquella causalidad que marcó su carrera.
Suligoy pudo haber sido un apellido más del ascenso argentino. Pasar de largo para los fanáticos. Su nombre pudo haberse perdido en aquella marea interminable de futbolistas. El destino quiso reservarle un lugar especial. Distinto. Fue parte de una de las particularidades que ningún fanático del juego se olvida. "Fue una época difícil de jugar en el ascenso porque dabas vueltas, renegabas para cobrar, los clubes andaban mal. Por suerte surgió esta cosa linda que sigue en el tiempo", reconoce.
Suligoy vive como un más. La estrella del planeta paralelo toma su mate, algunos alfajores y se sienta en las tribunas del estadio de Juventud Unida de Cañada de Rosquín para disfrutar de los partidos en el lugar del mundo que lo adoptó. Sus redes sociales siguen siendo solicitadas por aquellos nostálgicos que quieren tener a su ídolo cibernético un poco más cerca. No hay grandes flashes ni marcas que busquen patrocinarlo. Su llama podría haberse apagado sin que nadie se pregunte por él. La revolución virtual lo impidió.
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