Los sábados se paraba en el punto más importante del paravalanchas. Ahí, vestido con la camiseta de Tristán Suárez, parecía manejar el estadio a su antojo. Hacía entrar gente por una puerta paralela, negociaba con policías, y se paraba en las calles aledañas controlando cada metro y negocio de los alrededores. Todo eso era propiedad de Fernando Julián Chacón, alias Nando, el jefe de la barra brava del Lechero, tal como se lo apoda al equipo.
Pero, como muchos capos del tablón, no era sólo eso: a partir de la impunidad que da ese cargo, se lo acusa de haber armado un call center de venta de drogas en Ezeiza que manejaba toda la distribución del menudeo en la zona. Una secretaria, 14 empleados, una red de motitos de delivery, una página de facebook donde insólitamente se promocionaba la actividad y protección para manejar todo y sentirse una especie de Pablo Escobar del subdesarrollo.
Todo eso tenía Nando hasta esta madrugada, cuando después de una investigación de más de nueve meses liderada por la fiscal Vanesa González con un equipo especial del Ministerio de Seguridad Bonaerense, hubo 26 allanamientos que terminó con su detención y la de otras 14 personas, más la incautación de cocaína, marihuana, diez armas de fuego de las cuales ocho eran de guerra, cientos de municiones, balanzas, celulares y muchísimo dinero.
Lo insólito fue dónde detuvieron a Nando Chacón: en la casa de José Luis Amarilla, hermano de Edgardo, actual presidente de Tristán Suárez, ex Subsecretario de Seguridad bonaerense y presidente del Consejo Deliberante de Ezeiza hasta 2015. Por ese motivo, José Luis Amarilla quedó también detenido, acusado de encubrimiento. Una vez más, las barras y las drogas se mezclan con el escándalo político y policial.
Chacón, claro, es un personaje peculiar en esa localidad bonaerense. Ingresó en el mundo del paravalanchas muchos años atrás, cuando el jefe de la barra era Jorge Karamazín, alias Karma, histórico capo del tablón de Tristán Suárez y según su propia confesión en los medios en el Mundial de Brasil, ligado a la familia Granados. El Karma era uno de los fundadores de la ONG Hinchadas Unidas Argentinas y confesó al colega Nicolás Balinotti de La Nación en pleno Mundial que el viaje y las entradas los había costeado el presidente del club, Gastón Granados, hijo de Alejandro, por entonces ministro de Seguridad. Su imprudencia le costó cara: un tiempo después caía preso por portación de arma en un control policial del municipio, algo infrecuente ya que solía moverse por la zona sin que nunca lo detuvieran.
Ahí entonces, empezó el liderazgo de Nando, quien heredó el poder y los contactos. Pero no se contentó sólo con triunfar en el mundo barra con la presunta reventa de tickets y manejo de los puestos de comida y bebida de los alrededores del estadio . Está acusado de armar una red de búnkeres de droga al menudeo con un centro operativo en las Torres del Pary, un complejo de Ezeiza, donde tenía un centro de distribución que contaba con un perímetro de seguridad, soldaditos armados y varias cámaras de monitoreo.
Allí se guardaban cuatro autos y varias motitos donde se hacía la entrega de la mercadería que previamente se vendía por Facebook o por teléfono, ya que insólitamente se había armado un call center en el inmueble con una secretaria y tres empleados que negociaban por teléfono las sustancias ilegales que se distribuían por Ezeiza, Esteban Echeverría y Cañuelas.
Ahora Nando, tras dos años de liderar la organización y la tribuna, cayó preso. Y en el Municipio todos tiemblan. Porque algunos piensan que como Karma salió de prisión con ganas de volver a la cancha, quizá todo haya sido una movida para soltarle la mano a Chacón y devolverle el puesto al anterior jefe. Y si Nando piensa eso, quizás hable. Y lo que empezó con su cabeza y la de sus soldaditos, pueda terminar en un escándalo mucho mayor que se lleve puesta a buena parte de los políticos y policías de la zona.
Las escuchas telefónicas de la causa:
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