"Siempre jugar contra él (Messi) o para él me hacía feliz, así que ahora voy a ser feliz por enfrentarlo y mirarlo más de cerca. No le hablé, seguramente me lo encontraré en Barcelona".
La frase de Carlos Tevez antes del duelo entre Barcelona y Boca, por el trofeo Joan Gamper, denuncia cercanía, una relación amable. Hoy existe. Con ambos más maduros, el Apache y Lionel Messi empezaron a dejar atrás las diferencias que generaron una convivencia con cortocircuitos en la Selección a lo largo de los años, desde 2005.
Fue en 2015, cuando se enfrentaron en la final de la Champions entre el Barça y Juventus (se impuso el Blaugrana) y luego Carlitos fue citado a la Albiceleste para la Copa América de Chile, el momento en el que el ida y vuelta perdió electricidad, se hizo menos protocolar. Tevez aceptó entonces un rol más secundario (fue suplente en la competencia), no hubo roces y la relación fluyó. Pero no fue siempre así…
Hubo, entre ellos, una tensión tácita, a veces más visible, otras veces menos. Cuando asomó Messi con estelaridad, Tevez era la figura top del fútbol argentino junto con Juan Román Riquelme. Ya había pasado a Corinthians por una suma impactante, era ídolo de Boca y del Timao. Pero surgió el joven mimado por José Pekerman, luego de que lograse el Mundial Sub 20 fue ascendido a la Selección Mayor y resultó ungido con velocidad como el reemplazante de Diego Maradona. El plato servido para los celos.
"Ahora contra Uruguay que me caguen a patadas a mí, ¿no?". Tal vez el primer síntoma de ese frío entre ambos. Eliminatorias para el Mundial 2006. Argentina ya estaba clasificada. Messi había actuado contra Perú e iba a descansar frente a los charrúas. Tevez iba a jugar e intuía en esa situación una especie de "favoritismo" de parte de Pekerman. La frase, soltada en la intimidad, pero para que se filtrara, denuncia el chispazo.
Carlitos vio más acción en Alemania 2006, el Mundial en el que Messi observó el epílogo y los penales ante los locales sentado en el banco y cruzado de brazos. La Copa América 2007, ya con Alfio Basile como entrenador, la compartieron con mucho protagonismo. Pero en la final la Selección sufrió un duro golpe ante Brasil. En el Mundial 2010, con Maradona en el banco de suplentes, el aura del Diez eclipsó diferencias, corrió el foco.
Pero fue Messi el que fue ganando protagonismo en la celeste y blanca, al ritmo de sus impresionantes prestaciones en Barcelona. Su nombre se transformó en sinónimo de la Selección, la continuidad fue generando un grupo de futbolistas más cercanos. Tevez no logró entrar en esa nómina.
"Una sola vez lo puteé. Y después le pedí perdón", confesó Tevez en 2016, con lo más álgido de la relación en el pasado. Hubo dos etapas en las que el clima se espesó. Una, en la Copa América 2011. Sergio Batista no tenía previsto convocar a Tevez para la competencia que se desarrolló en Argentina. Pero hubo presión mediática intensa para que lo hiciera. El Apache entró en la lista, a pesar de que hace poco declaró que no estaba físicamente apto para disputar el torneo.
El final no pudo ser peor: Tevez falló el penal decisivo en cuartos de final, frente a Uruguay, a la postre campeón. El grupo, que ya lo miraba de costado, le bajó la persiana. "Es un jugador de Selección, de eso no hay duda, pero había otras cosas también sobre su adaptación con el grupo que yo no supe manejar", blanqueó sutilmente Batista la falta de feeling de los referentes del plantel con Carlitos.
El otro clímax se dio antes del Mundial 2014. Tevez ya estaba en Juventus y nuevamente se alzaron voces pidiendo por una oportunidad para el atacante. Alejandro Sabella, finalmente optó por preservar la salud del grupo. "Se ve que Sabella no tiene cable para ver fútbol italiano", se enojó el ídolo de Boca cuando ya se vio sin chances de sacar pasaje para Brasil. "Me hicieron pelear con Riquelme, con Carlitos y con Maradona. Yo no tengo problemas con nadie", argumentó Messi cuando lo consultaron si existía una pelea entre ellos.
Tevez hoy tiene 34 años. Messi, 31. Sus palmarés rebosan de gloria, la competencia entre ellos quedó en anécdota. Barcelona y Boca se enfrentarán por el trofeo Joan Gamper y los ojos se posarán sobre las dos figuras, pero ya sin el grado de morbo de ayer. Seguramente, se saludarán con una sonrisa, sin rastros de los chispazos de antaño.
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