Gabriel Omar Batistuta había dejado de ser ese "gordito" de Reconquista al que le gustaban los alfajores, según Marcelo Bielsa. Después de inflar redes en Newell's, probó suerte en River y recaló en Boca, donde encontró su mejor versión. Alfio Basile lo citó para la Copa América 1991 y ahí pegó otro salto de calidad: se consagró campeón con la Selección y fue goleador en el certamen disputado en Chile.
El mercado europeo todavía no estaba tan abierto, pero este centrodelantero de larga melena llamaba la atención de varios del otro lado del Atlántico.
Existía una conexión entre Batistuta y el Barcelona: Settimio Aloisio, dirigente importante de Argentinos Juniors cuando el club español lo fichó en 1982 proveniente de Boca, conocía a Josep María Minguella, quien había sido ayudante de campo del holandés Rinus Michels en el Barça y, ya metido en la representación de futbolistas, oficiaba como una especie de secretario técnico en la institución catalana.
Aloisio y Minguella tuvieron una reunión en el Hotel Princesa Sofía en Barcelona y el apoderado de Batistuta le fue directo: "Será el próximo goleador destacado del fútbol mundial". Inmediatamente después de su recomendación, Minguella levantó el teléfono y se comunicó con José Luis Núñez Clemente, presidente por aquel entonces del Barça.
Boca no había podido disfrutar de Bati en la final de la temporada 90/91 ante Newell's por su convocatoria a la Selección Nacional y todo parecía indicar que no volvería a ponerse más la camiseta azul y oro luego de su gran Copa América.
Pero sus actuaciones no terminaron de convencer a Núñez, mandatario del Barça, ni al mismísimo Johan Cruyff, entrenador. Y el hecho de que en 1991 solamente se permitiera contratar a dos jugadores extracomunitarios terminó de desalentar la operación.
Paralelamente, el empresario y productor cinematográfico Mario Cecchi Gori, que había tomado las riendas de la Fiorentina, se desveló una noche en Los Ángeles, Estados Unidos, y dio con un partido de Batistuta en la televisión. El directivo de Florencia se enamoró del argentino en ese preciso instante. Los detalles fueron revelados por Minguella en el medio Sport.
De la noche a la mañana, Cecchi Gori inició tratativas y contrató al 9 albiceleste que convertiría 207 goles en nueve temporadas y sería campeón de Serie B (1994), Copa Italia y Supercopa Italia (1996).
El Barcelona pudo contratarlo de cara a la temporada 1997/1998 pero el holandés Louis van Gaal optó por el brasileño Sonny Anderson.
En el 2000, la Fiore haría un negocio millonario con el Batigol: lo vendería a la Roma por más de 30 millones de dólares, cifra impactante para ese tiempo y por tratarse de un futbolista de 31 años.
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