La transferencia de Mauro Zárate a Boca no solo es una de los pases más resonantes del mercado, sino también uno de las más polémicos. Inesperadamente, el delantero se marchó de Vélez, club con el que tenía acordada su continuidad y que -según sus palabras- era el único en el que jugaría en la Argentina. Esto despertó la ira en el Fortín, que sintió su incorporación al Xeneize como una traición, sin entender las explicaciones que dio horas más tarde.
El caso del atacante no fue el único que generó controversia. A lo largo de la historia el escenario de un futbolista rompiendo el lazo afectivo con los fanáticos de su ex club por un pase se repitió en numerosas ocasiones. Tanto en el plano local como en el internacional.
Entre los más recientes y también relacionado al conjunto de la Ribera sobresale, por ejemplo, lo ocurrido con Julio Buffarini, quien fue defenestrado por los hinchas de San Lorenzo. Al igual que con Zárate, al lateral le recriminaron la falta de palabra, ya que en su momento había dicho que en el país no vestiría otra camiseta que no sea la del Cuervo.
Algo similar sucedió con Carlos Tevez. Tras dejar Europa teniendo edad como para seguir destacándose en el máximo nivel, Carlitos regresó con la promesa de retirarse en la institución que la vio nacer. Sin embargo, un año y medio después decidió dar un nuevo giro en su carrera. Y fue receptor de cuestionamientos por cambiar de postura.
Esgrimiendo estar desgastado física y psicológicamente como para ser el líder del plantel, Tevez aceptó la oferta del Shangái Shenhua y se fue a China. Aquella fallida experiencia duró apenas un doce meses. En este 2018 regresó e inició su tercera etapa en Boca. Pese a algún reproche inicial, la gente lo aceptó de la mejor manera.
Luego de jugar 272 partidos en Unión, lograr un ascenso (1996) y convertirse en ídolo, Darío Cabrol tomó una decisión que convulsionó a Santa Fe. Tras un fugaz paso por el Toulouse de Francia, se sumó a Colón, el histórico rival. Los simpatizantes del Tatengue le hicieron sentir su disgusto por ello. Tiempo después, el jugador contó que no podía salir a la calle, se tuvo que mudar tres veces e iba a los entrenamientos custodiado por un patrullero.
Otra contratación que desató el escándalo en el interior del país tuvo a Mauricio Caranta como eje de discusión. El arquero se convirtió en 2016 en refuerzo de Talleres de Córdoba y causó indignación en Instituto, el club que lo vio nacer. Los simpatizantes de la Gloria se vengaron escrachando la gigantografía con el retrato del uno con aerosoles y la leyenda de "traidor".
A principios del 2008 Andrés D'Alessandro retornó al fútbol argentino luego de militar en Europa durante casi cinco temporadas. El exquisito volante creativo no volvió para ponerse la "10" de River, sino que recaló en San Lorenzo. Claro, al Ciclón lo dirigía Ramón Díaz, otro emblema del Millonario. A los simpatizantes les dolió y su bronca se magnificó cuando sus ídolos los eliminaron de la Copa Libertadores en un histórico cruce.
El volante Miguel Angel Ludueña sufrió un episodio de violencia. Tras pasar de Racing a Independiente en 1988, le balearon el auto. Los hinchas de la Academia también se enardecieron con la llegada de Perico Pérez al Rojo a principios de los 90, tras una temporada en Ferro de por medio. Al delantero le recordaron el desagrado con insultos en cada clásico.
Más atrás en el tiempo, en 1984, un Boca convulsionado que atravesaba una debacle económica, finiquitó los conflictos contractuales con Ricardo Gareca y Oscar Ruggeri a través de una operación con River, que le cedió los pases de Carlos Tapia y Julio Olarticoechea, más una suma de dinero. Tras la negociación que se dio luego de una huelga en el fútbol argentino, a Ruggeri le quemaron la puerta de su casa.
A fines de los 80, Claudio Marangoni (campeón de la Libertadores y la Intercontinental del 84 con Independiente) dejó de ser uno de los más queridos por la gente del Rojo tras presionar para que se concrete su pase a Boca, siguiendo los pasos del entrenador José Pastoriza. En Avellaneda nunca lo perdonaron.
Entre ambos clubes hubo además otro hecho más reciente que generó ruido. MIentras la dirigencia de Racing negociaba en 2008 la renovación de contrato con Hilario Navarro, el arquero correntino, Independiente se entrometió y lo contrató.
Julio César Toresani merece una mención especial. El Huevo vistió las camisetas de Unión y Colón, ganándose el odio de los Tatengues. También jugó en River y Boca, aunque esto no hizo tanto ruido como en Santa Fe.
En el ámbito internacional también hubo varios casos que alteraron los ánimos. Uno de los más trascendentes fue el de Luis Figo. Su traspaso de Barcelona a Real Madrid se concibió por un deseo del presidente Florentino Pérez, que así lo había prometido al presentarse a las elecciones. La negociación se pergeñó por lo bajo y el fichaje sacudió el mercado. El portugués fue el primer eslabón de "Los Galácticos" y desde entonces es persona no grata en el Barça.
Con Luis Enrique sucedió algo similar, pero a la inversa, ya que dejó la Casa Blanca para mudarse al Nou Camp. Fue en la temporada 1995/96 cuando el centrocampista asturiano no arribó a un acuerdo para la renovación de contrato con los madrileños y terminó firmando con el eterno rival.
Uno de los argentinos que causó enfado en el Viejo Continente fue Gonzalo Higuaín, al abandonar el Nápoli para recalar en Juventus. Cuando tuvo que volver al estadio San Paolo, ocho meses después de estampar la firma con la Vecchia Signora, los tifosi napolitanos descargaron todo su rencor, tratándolo de "traidor", "mercenario" y "judas".
Nuevamente Tevez asoma como protagonista de una transferencia controvertida. En 2009, a raíz de algunos chispazos en la relación con el entrenador del United, Sir Alex Ferguson, y de tener poco lugar, el Apache no tuvo reparos en dar el cimbronazo: cruzó de vereda y pasó al Manchester City, el otro equipo de la ciudad.
Luego, la historia del argentino en los Citizen no finalizó de la mejor manera. Siendo alguna vez ídolo y referente, por los problemas con el DT Roberto Mancini se terminó marchando a la Juventus y su imagen en la institución quedó deteriorada.
En Alemania en tanto la situación se replicó con Mario Götze, un caso muy especial. Talento surgido de la cantera del Borussia Dortmund, llegó a la final de la Champions League con su equipo debiendo enfrentar al Bayern Múnich. El autor del gol que le dio título a Alemania en el Mundial de Brasil 2014 vivió la definición desde las tribunas. No pudo jugar por una lesión.
Desde la gradas observó como el Borussia caía ante su nuevo club: antes del partido, el Bayern ejecutó la cláusula de rescisión y adquirió su ficha con su consentimiento. Esto no agradó a la afición, que sin embargo olvidó aquel enojo cuando Götze regresó a la institución tres años más tarde.
Por su parte en la Ligue 1 de Francia, Mathieu Valbuena fue el blanco de repudio de los hinchas del Olympique Marsella debido traslado al Olympique Lyon. El exquisito volante marcó historia en el Velodrome, al consagrarse campeón en seis oportunidades. Tras más de 300 partidos, se fue al fútbol ruso. Cuando decidió volver, no fue a su casa, sino que recayó en Lyon. La hinchada explotó y hasta colgó un muñeco suyo en el medio de la tribuna.
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