Fue una noche del 30 de septiembre del 2009 en Córdoba. Aquel día Diego Armando Maradona experimentó con los nombres del medio local en un amistoso contra Ghana, con apellidos que por entonces sobresalían como Martín Palermo o Federico Insúa. Ese mediocampo le hizo un espacio por primera vez a un hombre que terminaría siendo une rueda de auxilio en momentos álgidos para la Selección: Enzo Pérez. Aquel mote lo vuelve a meter en un Mundial, tras el llamado de emergencia que recibió por la lesión de Manuel Lanzini.
Hacía unos pocos meses, el mediocampista que tomó notoriedad en Godoy Cruz había conquistado la Copa Libertadores con Estudiantes de La Plata y comenzaba a ser un apellido tentador en el fútbol nacional. Maradona decidió darle sus primeros minutos como jugador de Argentina.
El Mundial de Alemania 2010 lo vio desde afuera, sin pensar que sería una pieza clave en el equipo finalista cuatro años más tarde. Instalado en el Benfica portugués desde el 2012, no había sido un nombre habitual en las convocatorias de Alejandro Sabella durante las Eliminatorias para Brasil 2014.
Ya había transformado su posición en la cancha: de extremo punzante, a un mediocampista interior pensante y servicial. Amparado en ese modificación, "Pachorra" sorprendió a todos y lo incluyó en la lista preliminar de 30 y luego lo mantuvo entre los 26, a pesar de que apenas contaba con 12 partidos –la mayoría amistosos.
Enzo pasó el corte definitivo y se ubicó como una de las novedades del entrenador para Brasil. Vivió desde el banco de suplentes toda la etapa inicial del certamen y recién sumó sus primeros minutos en los cuartos de final ante Bélgica.
El DT sintió que era el apellido indicado para equilibrar el mediocampo ante Holanda en la semifinal y le dio la confianza para ser titular. Cumplió y se ganó el pasaje a la alineación de la final contra Alemania: fue uno de los rendimientos más destacados del equipo en el Estadio Maracaná.
La salida de Sabella, en consonancia con la posterior llegada de Gerardo Martino y Edgardo Bauza, le quitaron el espacio que se había ganado con sus performances. Ambos lo llamaron para algunos duelos de Eliminatorias, pero sin darle demasiada importancia al hombre que era un engranaje determinante en el Valencia español.
Nuevamente su mote de rueda de auxilio irrumpió en la escena: Jorge Sampaoli lo mandó al banco contra Perú en la Bombonera en un duelo caliente rumbo a Rusia. Días más tarde, le dio el rol de compañero de Lionel Messi en un partido en llamas contra Ecuador en Quito. Otra vez mostró su jerarquía para presentaciones complicadas y se destacó como un apellido clave en la formación.
"Es muy difícil hablar en este momento, porque sufrimos de verdad eh, no es cuento esto", dijo llorando segundos después de la finalización del partido.
Sin embargo, el técnico prefirió a otros futbolistas para llevar a Rusia cuando definió los 23 convocados. "Indudablemente la elección de los que están tiene que ver con un análisis comparativo en el que uno piensa que están mejor para el torneo", explicó Sampaoli sobre su ausencia.
La inesperada lesión de Lanzini lo puso nuevamente en el centro del debate, tras una temporada discreta en el mediocampo de River. Pérez, con 32 años y con poco más de 20 partidos en la selección nacional, jugará su segundo Mundial y tendrá que sacar a relucir su chapa de obrero. Por lo pronto, en siete días será el debut ante Islandia y él volverá a sentir la sensación de vibrar con el himno nacional en un Mundial.
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