El 8 de febrero del 2016, Juan Martín del Potro evitó mirar el ranking que había publicado la ATP. Aquel lunes podría haber sido negro si se desenfocaba de lo que perseguía: el regreso a las canchas luego de tres operaciones de muñeca. Faltaban unos pocos días para que eso sucediera, pero sobre sus espaldas cargaba con la peor posición de su carrera profesional como tenista.
Aquel día de comienzos del 2016, Del Potro apareció en el puesto 1.045º del mundo, situación que sólo había conocido antes de transformarse en tenista profesional. Su carrera ascendente, que tuvo dos picos de éxito al ser 4 del mundo tanto en 2010 como en 2014, no lo habían visto retroceder jamás en el ranking desde que arrancó en el circuito.
Una semana más tarde reinició su trayectoria deportiva en el ATP 250 de Delray Beach, alcanzando las semifinales y escalando más de 600 puestos. Empezaba el lento camino de la reconstrucción. Atrás había quedado casi un año de inactividad a raíz de la tercera operación en la muñeca izquierda, el cuarto ingreso al quirófano contabilizando la intervención que se realizó en mayo de 2010 en la mano derecha.
Había sepultado la posibilidad del retiro que sobrevoló en su cabeza, según le relató a Infobae meses atrás en una entrevista exclusiva: "Estuve en ese momento de depresión entre mi segunda operación de la muñeca izquierda y la tercera. Que tuve un período donde me fui a Tandil a tratar de ver realmente qué quería hacer de mi vida: si quería volver a poner el cuerpo, entrar a otro quirófano, volver a intentar, operarme; o si me hacía mucho mejor buscar otro camino para mi vida. Los primeros días que estuve ahí en Tandil me inclinaba mucho más para ese camino, para buscar otra alternativa".
El primer gran atisbo de reacción se vivió en los emocionantes Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Con apenas dos semifinales en torneos de menor calibre desde su retorno al circuito, arribó a la final del certamen olímpico dejando en el camino a Novak Djokovic y Rafael Nadal. Se llevó la medalla de plata tras caer ante Andy Murray.
Inmediatamente protagonizó el gran salto en el ranking: arribó a los cuartos de final del US Open y pasó del puesto 142 al 64. Otra vez estaba entre los 100 mejores del planeta.
El título en el ATP 250 de Estocolmo le dio otro empujón rumbo a la cima: abandonó la 63ª colocación y pasó a ocupar el puesto 42. Nuevamente estaba en el Top 50 tras dos años sin estar allí. Esto fue el preludio del gran hito de su regreso: fue parte clave del equipo campeón de la primera Copa Davis de Argentina.
En el 2017 encaró otro año con buenas expectativas. Entre una nueva semifinal en Delray Beach y el arribo a las semifinales del US Open, se preparó el terreno para un nuevo salto.
Alcanzó las semifinales del Masters 1000 de Shanghai y pasó del 23º puesto al 19º. El camino ascendente era cada vez más acentuado, con la idea de saltar del Top 20 al Top Ten lo más rápido posible.
Le costó apenas dos meses volver a ser uno de los diez mejores del mundo. Tras casi cuatro años sin poder hacerlo, Delpo se ubicó 10º luego de arribar a la final del ATP 250 de Auckland.
Inició la gira de polvo de ladrillo ubicado en la 6ª posición y tras acumular un título de Masters 1000 (en Indian Wells) por primera vez en su carrera.
El pasaje a la semifinal de Roland Garros –cayó ante Rafael Nadal– le abrió la puerta de regreso al Top 5 luego de cuatro años, tres meses y 16 días de ausencia entre los mejores.
La victoria ante Marin Cilic le permitirá ser 4 del mundo el próximo lunes, igualando la mejor colocación de su carrera, la cual había logrado en 2010 y 2014.
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