Lionel Messi recolecta fin de semana tras fin de semana los frutos que con esfuerzo sembró desde su niñez. De pequeño, en Rosario, luchó por el sueño de ser futbolista profesional sin darse cuenta del alcance que tendría. Y uno de los mayores sacrificios fue el tratamiento hormonal al que se sometió cuando cumplió 9 años.
Cuando llegó a la etapa de adultez, la estrella del Barcelona llegó a los 1,70 cm. Pero… ¿cuánto hubiera medido sin las inyecciones?
Diego Schwartzstein, el médico que le diagnosticó su déficit en la hormona de crecimiento, habló con Infobae y brindó detalles del proceso que atravesó la Pulga. "A Leo lo que le interesaba era el fútbol y estaba preocupado por su crecimiento, igual que sus padres", recordó, e hizo una aclaración: "La talla baja no siempre tiene solución, a algunos les toca ser petiso. En el caso de Leo, se inició el tratamiento de la reposición de la hormona".
Desde que conoció a Messi, el doctor sintió una identificación total. Ambos eran hinchas de Newell's y se la pasaban hablando de fútbol en cada visita del prometedor zurdito a su consultorio. Por eso, lo adoptó como su "pichón". Veía a muchos chicos con el mismo problema, pero este era especial.
"Entre médico y paciente se genera una relación especial, sobre todo en este tipo de casos. Cuando vos sos el médico que lo ayuda a crecer, te tienen admiración y agradecimiento. Hoy yo le tengo admiración a él", reflexionó Schwartzstein, quien no dudó en afirmar que el tratamiento de Messi se inició en el momento justo.
Diego conoció a Jorge y Celia, los papás de Lionel. "Uno siempre trata de transmitirles a los padres que el problema se puede solucionar", explicó. El tratamiento se fue haciendo a los ponchazos: primero lo cubrió Acindar, la empresa para la que trabajaba Jorge, el laboratorio aportó varias dosis y Newell's también hizo llegar algunas. Pero la crisis del 2001 complicó la situación y Leo se movió a Barcelona con sus agujas, donde continuó entre seis y ocho meses pinchándose, a la espera de un lugar en las juveniles del club catalán.
LAS INYECCIONES
A través de un dispositivo especial, de aplicación diaria, Messi se pinchaba las piernas para inyectarse la hormona faltante. Es un método similar al de los diabéticos con la insulina.
Una vez que entendió el paso a paso, el pequeño Leo se hizo cargo de la situación con una madurez que sorprendía y llevaba las agujas de un lado a otro. Podía viajar con la categoría 87 de Newell's a disputar algún torneo en otra ciudad, pero él siempre las tenía a mano. Y lo mismo ocurría si se quedaba a dormir en la casa de algún amigo.
Schwartzstein remarcó algo al referirse a esta terapia: "No existe algo para ser alto y superar a la genética, lo que sí existen son tratamientos para solucionar los problemas que no nos permiten crecer bien". Además, informó que por medio del catch-up, es posible recuperar los centímetros que se perdieron antes del comienzo del tratamiento. Es por eso que Messi pegó un estirón pronunciado con el correr de los meses.
No existe un número exacto, pero el médico que lo trató, realizó un seguimiento y mantiene en su poder la historia clínica, estima que Messi podría medir 10, 12 o 15 centímetros menos si no se hubiera sometido al proceso de reposición de las hormonas de crecimiento.
Claro que podría haberse transformado en profesional, pero seguramente le hubiera sido mucho más complicado teniendo entre 155 y 160 centímetros de altura.
Para Diego, poco cambió desde la primera vez que revisó a aquel chiquitín que soñaba con debutar en la primera de Newell's: "Lo veo más viejo, pero sigue siendo el mismo de siempre".
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