Tenía derecho a soñar en la humilde camita de la promiscua habitación compartida con sus cuatro hermanos varones.
Tenía derecho a soñar desde el empedrado de la calle Treinta y Tres cuando quería ser jugador de fútbol como su hermano Vicente, pero los pies planos le impedían correr sin soportar un dolor imposible.
Tenía derecho a soñar después que su madre, Doña Dominga, lo cargara en brazos desde los nueve años cuanto menos una vez por semana hasta el hospital Pena para que aquellos pies planos ahora operados del arco le permitieran hacer algún deporte.
Tenía derecho a soñar en el gimnasio de Huracán, el club de su ferviente amor a llegar a ser un Rocky Marciano, el único imbatido campeón mundial de peso pesado que se retiró en 1956 cuando él tenía 14 años y comenzaba a abrevar en el boxeo.
Desde la nada logró casi todo: títulos, reconocimiento, fama, popularidad, su propia estatua en "Parque de los Patricios" y el inequívoco y emocionante estribillo de la tribuna que aún hoy perdura: "Somos del barrio/ del barrio de la quema/somos del barrio de Ringo Bonavena.." que la banda "Las Pastillas del Abuelo" eternizó en un canto que es himno. O sea que Bonavena no es de Patricios si no que Patricios "es de Bonavena", un mutación de identidad inigualable.
Desde ese barrio, baluarte, símbolo de la porteñidad Oscar Natalio Bonavena fue famoso en el mundo. Peleó contra los grandes campeones como Joe Frazier, Jimmy Ellis, Floyd Patterson y hasta con el mismísimo Cassius Clay, el más grande de todos los tiempos. Es cierto, le falto la gloria de los triunfos, más la dignidad no deja de serlo en el reconocimiento que siembra el tiempo.
Ringo – asi rebautizado por dejar caer su melena crecida como la del baterista Ringo Star en el furor de los Beatles – además trascendió al boxeo pues no sólo podemos considerarlo como el primer boxeador que logró alternar con el jet-set- de Buenos Aires, sino que también actuó en tres películas, en el Teatro de Revistas, grabó canciones con la banda uruguaya de beat, rock y psicodélica "Los Shakers", tuvo programas de televisión y fue el precursor de la compra de derechos de un jugador de fútbol al contratar con su dinero el talento de Daniel Willington –jugador de época, ídolo de Vélez Sarsfield- para su querido Huracán.
El martes se cumplirán 42 años de su absurda muerte ocurrida el 22 de Mayo de 1976 frente a la puerta de ingreso del prostíbulo y casino "Mustang Ranch" en la ciudad de Reno, Nevada.
Esta escalofriante historia, tiene un punto de comienzo. Y es el siguiente.
Joe Montano, un puertorriqueño radicado en Nueva York, manejador de boxeadores, apareció por Buenos Aires a fines del 75' después del combate de noviembre frente a Raúl Gorosito en el Luna Park. Y logró que Bonavena le firmara un contrato de representatividad a cambio de una "prima" de 20.000 dólares. Según la promesa de Montano, Ringo haría la revancha con Alí.
No resultó cierto. Joe Montano transfirió ese contrato que había firmado con Ringo a Joe Conforte. Y tras ello viajó a Reno, Nevada, el 1 de Febrero de 1976. Joe Conforte era un siciliano de 57 años casado con una hija de paisanos, Sally Burguess doce años mayor que él.. Hacia más de cuatro décadas que vivían en los Estados Unidos. Primero residieron en Nueva Jersey y después se trasladaron a Reno. Allí abrieron el "Mustang Bridge Ranch" en el condado de Storey. El "capo mafia" de Nueva Jersey, Lou Bonanno, cuya organización criminal se dedicaba al juego y la prostitución, había dado el consentimiento para que Conforte explotara el "Mustang Ranch". Por entonces la idea era que Reno se tornara de a poco en un serio competidor de Las Vegas y era por ello que la organización criminal comenzaba a invertir.
Fue así como Joe Conforte se convirtió en el dueño del más calificado prostíbulo del Estado de Nevada , disfrazado de Casino, iniciando su emprendimiento con unas cincuenta maquinas tragamonedas. El estilo arquitectónico del "Mustang Ranch" era colonial mexicano de fuerte influencia prehispánica. Tenía 54 habitaciones de un lujo cuasi obsceno. Dentro del edificio con galerías, mayólicas y altos arcos colombinos, vivían las 60 mujeres cuyos servicios "regulares" se pagaban cien dólares por un tiempo no superior a la media hora. Pero "la casa" también ofrecía " las famosas orgías romanas de Calígula" -el lujurioso y sanguinario Emperador de Roma-, cuyo costo ascendía a 500 dólares por huésped. Para entrar , cada persona debía demostrar a los corpulentos y severos porteros que llevaba consigo un mínimo de 200 dólares cash. La mitad de lo recaudado era para la casa. Y con el otro 50 por ciento se pagaban " los gastos del "personal" , impuestos y el consabido porcentaje a la "Famiglia Bonanno".
Joe Conforte delatado por la corporación de sus más antiguos competidores había sido sentenciado a cinco años de prisión por querer sobornar a un fiscal cuando su prostíbulo era ilegal. Tras recuperar la libertad bajo fianza veintidós meses después , el negocio quedó a nombre de su esposa, la señora Sally Conforte. En esa transferencia de bienes figuraba también el contrato de Oscar Bonavena. Ringo junto a su amigo Julio Morales quien lo venía acompañando desde Buenos Aires, compraron un "trailer" por 12.500 dólares para vivir en lo que aquí se conoce como "camping" a unos cuatro kilómetros del Mustang Ranch.
Bonavena realizó una sola pelea bajo la obligación de ese contrato: fue el 27 de Febrero de 1976 ante Billy Joiner, a quien desganadamente le ganó por puntos negándose a ponerlo nocaut. En nuestra ultima charla telefónica después del combate, Bonavena me confesó: "Esto es un circo, amigo. Alrededor del ring hay mesas con platos de faisanes trufados, champagne, putas hermosas vestidas de gala, millonarios con guardaespaldas, camareras prácticamente en bolas sirviendo, risotadas, todo el mundo fuma habanos , cigarrillos o marihuana… es una cagada, un desastre, ¿Quién puede pelear así? Ah,- recordó azorado- si sobre el ring haces algo que no les gusta te tiran con comida, con una pata de cordero . Pan y Circo, viejo. Yo aquí no peleo más…".
Sally Conforte fue la primera en enterarse sobre esta queja de Ringo su amenaza de romper el contrato y no pelear más en el "Mustang Ranch". Y trató de calmarlo. Le regaló 7000 dólares de su bolsillo y le facilitó conseguir los documentos de identidad como residente definitivo de los Estados Unidos, algo muy difícil y valorado. Para ello lo hizo "casar" con una de sus chicas, Cheryl Anne Rebideaux de 24 años, rubia, de amplia y sistémica sonrisa, paso grácil, cuyas medidas se aproximaban a los 90-70- 90 y cuyo nombre "artístico" era Daisy . Esta despampanante criatura era además – y nada menos- la novia de William Ross Brymer, el guardaspaldas personal de Joe Conforte. Brymer había sido boxeador profesional, visitó levemente algunas prisiones por "amenazas a una mujer", "tenencia de narcóticos" y "asalto a mano armada". No veía del ojo derecho a raíz de un desprendimiento de retina, siempre estaba armado, odiaba a Ringo y una vez haciendo guantes quiso sobrepasarse hasta que Bonavena le metió un cross de izquierda y lo puso nocaut en el gimnasio. Esto naturalmente aumentó su rencor.
La Libreta de Casamiento firmada por el Juez John Gabrielli databa del 19 de Febrero del año 1976 y fue recibida por Sally Conforte en su domicilio del 3115 del Sullivan Lane de Reno, Nevada. Ella misma, en el marco de una gran fiesta, se la entrego a Ringo como prueba de afecto y protección. Joe Conforte, el verdadero dueño del casino-prostíbulo, no pensaba lo mismo. Y se lo hizo saber a Ross Brymer y a John Coletti, otro de sus guardaespaldas . "No quiero ver a este imbécil con Sally, no quiero que frecuente este lugar, no quiero que coma mi comida, no quiero que se acueste con mis chicas, díganle que se acabó", ordenó el mafioso preso de un verdadero ataque de ira.
Brymer y Coletti cumplieron con la orden del jefe. Pero Ringo se lo contó a Sally y la apacible sexagenaria con limitaciones para caminar a raíz de un accidente automovilístico que le lesionó gravemente la pierna derecha, madre de tres hijos, cada vez más lejana sentimentalmente de su esposo Joe y a cuyo nombre estaba todo el "reino", trató de consolar a Ringo: "Se le pasará, él es muy temperamental", le dijo refiriéndose a su marido, "il capo mafia".
El 15 de Mayo de 1976, se inauguró el "Mustang Ranch Three". En esta nueva y tercera "sucursal" trabajaban 72 chicas y la fiesta de inauguración fue sorprendente. Entre los invitados había muchos políticos, hombres de negocios de Reno y de Las Vegas, notables abogados del distrito y ejecutivos de toda la gama. Los shows eróticos no cesaban y Joe se paseaba orondo por las mesas con su ancha sonrisa, el habano encendido y su copa de champagne agradeciendo la presencia de "amigos" tan importantes.
Ringo Bonavena, el pibe de Patricios, el esposo de Dora, el papá de Nancy y de Natalio, el hijo de doña Dominga, el que batió todos los récords de audiencia televisiva cuando enfrentó a Muhammad Alí (7-12-1970, en el "Madison Square Garden") con insuperables 79.1 puntos de rating, pidió la palabra y bajo los efectos burbujeantes del champagne dijo abrazando a Sally: "Gracias a todos por venir a "nuestra casa", etc, etc, etc". Joe Conforte les hizo una inequívoca seña de actuar a sus "culatas" John Coletti y Ross Brymer al tiempo que acercándose a un Ringo algo mareado por el alcohol que jamás ingería le dijo al oído: " Con mi mujer hace lo que quieras, con mis negocios, no. Y ahora, fuera de aquí…".
Esa noche en el trailer donde vivían Oscar y su amigo el " Gordo" Julio Morales apareció una mancha negra en el piso. Sobre ella cenizas de algo que se había quemado recién y a un costado del trailer los documentos de Ringo y casi todas sus pertenencias aún humeantes. Una clara señal mafiosa.
Dora Raffa, quien es hoy la viuda de Bonavena, sabía todo cuanto ocurría ya que Ringo la había llamado para preguntar por los chicos y anticiparle que viajaría a Buenos Aires para llegar el 23 de Mayo, día del cumpleaños de Dora. También le pidió que rezara por él, que rezara mucho. Pues aunque la relación matrimonial no pasaba por su mejor momento, Bonavena nunca dejó de acudir a su esposa en las circunstancias críticas. Y esa claramente lo era. Amenazado, intimidado por un mafioso, a punto de romper unilateralmente el contrato, sin posibilidades ya de una pelea digna en un marco normal, sin dinero y con la sola protección de una venerable anciana con quien solo sostuvo una relación amistosa, había decidido regresar.
Pasada la medianoche del 21 de Mayo de 1976 Bonavena estaba jugando en el "Casino Harra's". Recibió un curioso llamado telefónico, se trataba de una provocación, finalmente de una trampa. Tenía todo programado para regresar a Buenos Aires la noche siguiente, la del el 22 de Mayo de 1976 en Aerolíneas Argentinas vía Los Angeles. No obstante e increíblemente entre las 6:15 y las 6:30, según el Sheriff Bob De Carlo y después de aquella llamada Ringo salió velozmente en su auto Chevrolet, modelo Montecarlo Coupe 75' color caramelo desde el Harra's hacia el Mustang Ranch. Su amigo Morales, único compañero de todo el suceso había desaparecido de "los lugares que solía frecuentar" después de la señal mafiosa que dejaron sus objetos personales incinerados. Ringo Bonavena había quedado sólo.
.-Eh,.. oigan bien ustedes, estúpidos guardaespaldas de cuarta, voy a entrar de cualquier manera.- amenazó Ringo desde la calle frente a la puerta del "Mustang Ranch", sabiendo que alguien le apuntaba desde lo alto.
.- Te conviene irte amigo.- le respondió John Coletti desde una amplia mirilla de la puerta principal.
No hubo tiempo para más. William Ross Brymer con una escopeta Remington 30-08 le disparó desde lo alto y una de las seis balas descargadas le atravesó el corazón.
Nos enteramos estando en Johannesburgo, Sudáfrica, horas antes de la pelea que Víctor Emilio Galíndez habría de convertir en una de las máximas epopeyas del boxeo universal al noquear herido, sangrante y exhausto a Richie Kates en el 15° round a menos de 30 segundos para que finalizara el match.
El cuerpo de Ringo llegó a Buenos Aires una semana después. Fue velado en el Luna Park y unas 150.000 personas desfilaron compungidamente alrededor del féretro para despedirlo. El cortejo hacia el Cementerio de la Chacarita se convirtió en una interminable caravana triste y dolorida.
Dentro del ataúd descansarían para siempre su sonrisa, su guapeza, su desfachatez, su dignidad, sus dislates, su soberbia, su coraje y el principal amor por su madre, su familia y su barrio.
Sólo una bala de escopeta que atravesara su inmenso corazón podría ponernos frente a la imagen pálida e inmóvil de aquel póstumo rostro transformado.
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